Gaston Bachelard
facuvega21 de Noviembre de 2013
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Resumen: Ente los numerosos estudios realizados hasta hoy sobre el cuento “Casta tomada” de Julio Cortázar, hacen falta análisis con enfoques diferentes y que no pretendan interpretar alegórica ni simbólicamente el cuento, ni que busquen clasificarlo dentro de alguna corriente. El presente ensayo plantea, desde un enfoque diferente, una nueva visión y lectura sobre este cuento. La narratología, especialmente el análisis espacial, es el método que a mi parecer podría renovar muchos estudios literarios. Así, en este artículo se analiza el cuento a partir del espacio como el factor determinante para la configuración narrativa del relato y no como un simple marco en el que se desarrolla la historia. En las conclusiones, ofrezco una propuesta acerca del alcance de este estudio, a partir del método y el objeto de estudio, que pudiera arrojar nuevas lecturas sobre gran parte de la cuentística cortazariana. Pero se advierte desde un principio, que la interpretación del cuento no pretende ser unívoca, pero abre nuevas perspectivas sobre este cuento tan estudiado.
Palabras clave: Análisis Narratológico, Julio Cortázar, “Casa tomada” , literatura argentina
La casa nos ayuda a decir: seré un habitante del mundo, a pesar del mundo.
Gaston Bachelard
“Casa tomada” de Julio Cortázar, es quizá el cuento que ha motivado más estudios dentro de los más de doscientos relatos que componen su obra cuentística. Y no es para menos, pues este relato que inaugura su obra cuentística, nos adentra en ese mundo sin fronteras, en una realidad más abierta y plena, que, por lo mismo, choca contra nuestra concepción racionalista del mundo. Así, en este cuento estamos ante una constante de la poética cortazariana: inquietar esa limitante necesidad del hombre de buscarle a todo una explicación racional. La anécdota del cuento se resume diciendo que una pareja de hermanos que viven sin preocupación alguna en la casa heredada por sus antepasados, son forzados a vivir en la mitad de la casa primero, y después son expulsados totalmente, por una presencia intrusa que se traduce en “un sonido impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación” (109).
Muchos de los textos dedicados al análisis de este cuento han tenido como objetivo interpretarlo alegórica y simbólicamente. Hay quien ve a “Casa tomada” como “una alegoría al peronismo, al aislamiento de Latinoamérica después de la segunda guerra mundial . . . una recreación del mito del minotauro . . .” (Alazraki 1994: 72). Hay, por increíble que parezca, una interpretación del cuento como “una alusión excremental o fetal” (Ramond: 97). Inclusive se ha visto en el cuento una alegoría al pasaje bíblico de la expulsión de Adán y Eva del Paraíso. Inclusive, desde la teoría de la recepción se ha visto al lector y su actividad como esa “desconocida fuerza que expulsa a los hermanos, invasión que no puede repetirse sino cada vez que se lee el texto, puede vislumbrarse como la apropiación de ese espacio por parte de cada lectura […]” (Moreno: 72). Sin embargo, la mayoría de las interpretaciones se han centrado en describir, y hasta cierto grado, fundamentar, una relación incestuosa existente entre los hermanos que protagonizan el relato. Estas interpretaciones han cobrado mucha fuerza recientemente, al grado de llegar a considerar al incesto como lo único que realmente hay detrás del cuento. Sin embargo, estos análisis, a pesar de no salirse del texto analizado, se han desviado del fin literario, de lo cual puede ser una muestra el método psicoanalítico que emplean estos críticos al momento de interpretar la obra. Este tipo de estudios, aunque importantes, no alcanzan a aprehender el texto como dicen hacerlo, no por el objeto en sí (el cual me parece válido y hasta necesario para una visión más amplia y profunda de la obra) sino por las pretensiones que tiene semejantes análisis, al considerar al incesto no como un elemento de la estructura del cuento, sino como el fin mismo que esconde dicha estructura.
La otra vertiente que han tomado los estudios de la obra, ha sido la pretensión de encasillarlo dentro de un tipo específico de literatura. Casi todos coinciden en clasificarlo dentro de la categoría de cuento fantástico, salvo Seymour Menton, quien más bien lo considera un cuento perteneciente a la corriente del realismo mágico pues “consiste en la visión mágica de la realidad cotidiana, la cual proviene de la aceptación sin emoción de un acontecimiento extraordinario o inverosímil” (2002: 783). Como refería anteriormente, la mayoría considera a este cuento como parte de la literatura fantástica. Es por ello, que las referencias a la obra de Todorov sobre literatura fantástica, abundan entre los estudios del cuento. No obstante, a mi ver, este tipo de estudios, aunque útiles, no se atreven a enfrentar al texto, a penetrarlo, se quedan contemplando la cáscara y acomodan al cuento en un estante, sin saborearlo.
De igual forma, otros estudios como el de Alberto Paredes, acerca de la figura del narrador en los cuentos de Cortázar; el análisis comparativo entre “Casa tomada” y “La caída de la casa Usher” de E. A. Poe de María Luisa Rosenblat, y aquel de Michéle Ramond (ya referido anteriormente) que no sólo se enfoca en la interpretación sino en el análisis espacial de la casa, nos ofrecen elementos, que, si bien son particulares y aislados, ayudan a ampliar la comprensión de este texto, al menos, en la medida en la que él mismo nos lo permite.
Creo que, además de las razones ya mencionadas sobre la abundancia de estudios del texto, la misma estructura del texto permite la cantidad de interpretaciones (por exageradas que puedan parecernos) que se han hecho. Me refiero a que, a pesar de ser una estructura cerrada, que tiene un fin, los elementos que quedan irónicamente indefinidos dentro de esta estructura, permiten su apertura a tan múltiples lecturas como las ha habido. Y aquí cabría preguntarnos, ¿por qué analizar “Casa tomada”? Caben dos respuestas.
La primera, por ser este un cuento modelo en la cuentística cortazariana, como bien señala José Miguel Oviedo: “. . . es un texto que nos permite entender cómo funciona el mundo cortazariano. . . en su cualidad enigmática (que nos niega una explicación unívoca de los hechos) se manifiesta a través de un lenguaje de . . . naturalidad . . . sin estridencias ni efectos mecánicos” (164) . O como menciona Fernando Moreno: “ ‘Casa Tomada’ no hace sino exponer . . . un principio fundamental de la narrativa cortazariana: El relato hecho de algo no dicho pero del cual, a pesar de todo y necesariamente, se habla” (72). La otra respuesta, corresponde a que, a pesar de la gran cantidad de estudios realizados sobre este cuento, hay todavía una ausencia de análisis estructurales de esta obra. Pero ante todo lo que se ha dicho, ¿qué queda por decirse que valga la pena ser dicho, y que complete las lecturas del texto? Porque el crítico corre el riesgo de perder de vista la literatura ante el mar de estudios de la obra, olvidando que la única tabla que lo puede salvar de ahogarse es la obra literaria. Así pues, sobre “Casa tomada” falta decir cómo es que opera este relato en su forma de texto narrativo. Es decir, hay que analizar lo que se cuenta y la forma en la que se cuenta. Y a partir de los elementos narrativos, creo que es el espacio del relato el que determina al cuento. Es decir, el espacio determina al texto, lo incluye e influye en él. Es pues, a mi parecer, el espacio, esa casa que resulta tomada, el elemento alrededor del cual se configura la narración.
Para estos fines, el método que emplearé es el narratológico, ya que a mi parecer es, a diferencia del estructuralismo y del método sociológico, el único que considera a la obra como producto del lenguaje encaminado a decir algo del mundo, esa referencia presente en todo texto literario. Del mismo modo, ante la abundante cantidad de interpretaciones limitadamente simbólicas y alegóricas, hace falta una interpretación que siga estos mismos rumbos. Y el método hermenéutico va ligado a la narratología en la medida en que, como afirma Ricoeur, “lo que se apropia de un texto. . . no es otra cosa que el poder de revelar un mundo que constituye la referencia del texto. . . es el proceso por el cual la revelación de nuevos modos de ser da al sujeto una nueva capacidad para conocerse a sí mismo” (99-106). Así pues, entremos a la casa-texto para ver qué nos dice del mundo.
El mundo en la casa, la casa en el mundo.
La casa es a la vez lugar de salida y de llegada. Pero ante todo es lugar de estancia. Incluso estando fuera de ella, cuando pensamos en la casa, nos pensamos en ella. Y el espacio del relato, es la casa. Y habrá que analizar entonces cómo es esa casa según nuestro método, pues la descripción es “el lugar de convergencia de los valores temáticos y simbólicos de un texto narrativo” (Pimentel 2008: 41), cabría pues partir de analizar el mundo de la casa, para conocer el lugar de la casa en el mundo.
¿Cómo es la casa del relato? En un principio se nos presenta como cualquier casa, que nos gusta por los recuerdos que hay en ella. Y encontramos algunos adjetivos que particularizan la casa: espaciosa, antigua, profunda y silenciosa. Llama la atención que estos adjetivos parecen complementarse, dando la sensación de un espacio total, pleno, y principalmente, cerrado. Porque sólo hay silencio en un lugar limitado, lleno de espacios que dan un efecto de profundidad. Pero la casa, aun estando cerrada,
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