HISTORIA DE BANCA MEXICO
OFELIAMICHELLE27 de Junio de 2014
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Las continuas crisis económicas han marcado
profundamente el caminar de la Banca.
La historia de la Banca en nuestro País ha sido compleja, como complejo ha sido el proceso histórico de México. En este proceso histórico han tenido preponderancia dos factores que han marcado el caminar de esta institución: las fusiones o alianzas bancarias, y la continua crisis a la que ha sido sometida.
En México surge, después del movimiento de Independencia de 1810, el primer Banco en 1837, denominado “Banco de Avío-Industrial Textil”; siete años después aparece el Banco de Amortización de la Moneda de Cobre. Desde luego que pocos son los que acceden al Sistema Bancario naciente por la precaria situación en la que se encuentra el país y porque la mayoría de sus pobladores ni siquiera está familiarizada con los Bancos. Durante todo el siglo XIX los vaivenes de la vida política del País condicionaron el caminar y desarrollo de la Banca y en general de la vida económica, dejándola en deterioro.
A inicios del siglo XX, la turbulencia política que desataría el movimiento revolucionario, frenó y desgastó de igual manera los procesos económicos del País, y por lo mismo, muy pocos, manejaban los intereses económicos de todo un pueblo, siendo el capital de la Nación muy débil. La Banca seguía en manos de unos cuantos y la mayoría de la población, entonces campesina y agobiada con el yugo de la ignorancia y la pobreza, tenía nula participación en el movimiento bancario.
El nacimiento de las paraestatales
Ante la debilidad del capital, el Estado se echó a cuestas la tarea de crear la infraestructura que permitiera su fortalecimiento, por lo que creó empresas públicas básicas que apoyaran ese desarrollo. Así surge en los años 20’s el Banco Central, para hacer expeditas las transacciones comerciales a lo largo y ancho del País; en la siguiente década, los 30’s, se crean PEMEX (Petróleos Mexicanos) y la CFE (Comisión Federal de Electricidad), esta última para afrontar la producción de energéticos baratos. Por este tiempo nacen también los Ferrocarriles Nacionales de México, concebidos para brindar transportes de mercancía y materias primas y pasajes con tarifas reducidas. En los años cuarenta, se establece el IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social) y en los cincuenta, nacen las empresas públicas productoras de bienes capital que ofrecen sus servicios a las empresas privadas y atienden además, las necesidades de su fuerza de trabajo al subsidiarles bienes y servicios como el caso de la CONASUPO (Comisión Nacional de Subsistencias Populares).
A lo largo del siglo pasado se afronta, con estos y otros ejemplos, un paternalismo económico. Es evidente cómo el Estado va creando una economía y una industria sobreprotegida, que no tenía que renovar permanentemente su planta productiva pero que se volvió obsoleta al no poder competir con el exterior.
La privatización de la Banca
El año de 1982 marca un nuevo rumbo en la vida económica del País y de la Banca con la intervención del Estado. El entonces Presidente José López Portillo, decretó la nacionalización de la Banca, es decir, los Banco s ya no serían manejados por particulares; el Estado asumiría ese papel, en espera de su rescate.
El origen de la cuestión se remonta a 1976 cuando el propio gobierno autorizó el establecimiento de la Banca Múltiple, con lo que los grupos bancarios elevaron su importancia en la economía nacional, al concentrar la expansión del Sistema Bancario, a pesar de leyes que supuestamente frenaban las tendencias monopólicas. Como consecuencia, los banqueros acumularon un inmenso poder económico y político en el País. Como ejemplo, en 1981, dos instituciones bancarias, Bancomer y Banamex, reunían alrededor de la mitad de los activos de la captación bancaria, y que junto con otros tres grupos de Bancos menores manejaban el 75% del total de activos de la Nación.
La crisis económica a finales de los años setenta y principio de los ochenta, complicó más la situación en el País. El desplome de los precios del petróleo provocó una de las mayores crisis de nuestra historia. La fuga de capitales mexicanos al extranjero no se hizo esperar, lo que generó un desequilibrio mayor: 2,948 millones de dólares se fugaron en 1980 y 10,914 en 1981. En muy poco tiempo, el peso se devaluó, y en 1981 la expectativa de una fuerte devaluación hizo que los especuladores adquieran divisas para garantizar una ganancia cambiara. En este proceso, la Banca privada desempeñó un papel preponderante y se benefició de forma importante, pues fomentaba, operaba e instrumentaba la especulación y la fuga de divisas, lo que le reportaba importantes utilidades.
Para protegerse del desastre económico de la época, muchos mexicanos comenzaron a realizar negocios en dólares porque sólo el dólar daba seguridad y todo se pagaba y se vendía con este tipo de moneda. Con una situación tan compleja y delicada, al gobierno se le escapaba la regulación financiera, por lo que había que actuar con mano dura: la nacionalización de la Banca y el control de cambios serían las medidas a aplicar como más viables. Hay quienes afirman que lo que en aquel entonces se privatizó fue la deuda de la oligarquía, pues cada mexicano debía de un día para otro, tres millones de pesos de entonces, aunque fundamentalmente se evitó el desplome del sistema financiero, y consecuentemente, el del aparato industrial y comercial, con lo que se hubiera dado paso a otro tipo de problema de honda repercusión política y social.
La Banca nacionalizada
Muchos analistas han declarado que la mejor opción para afrontar la situación económica del México de entonces fue la nacionalización de la Banca, la cuestión estuvo en los procedimientos posteriores.
La nacionalización de la Banca no resultó ser lo que se esperaba. La incapacidad política y la corrupción dañaron a fondo las instituciones bancarias, perjudicando con ello también al País. Según un informe de la Comisión Nacional Bancaria, en el lapso de 1982 a 1988 la Banca sufrió desfalcos por 45 mil millones de pesos, cantidad que se queda excesivamente corta si recordamos el fraude en BANPESCA que ascendía a 400 mil millones, fraude en el que se vieron involucrados directivos de la misma institución. La situación de las sucursales bancarias era deplorable y no contaban con el mínimo de tecnología para manejar los contratos, situación que sólo se superó con la reprivatización.
Recordar todos los ilícitos que se cometieron en el periodo en el que la Banca estuvo en manos del Estado resulta frustrante y estéril; recordemos sólo los fraudes de Banamex, MultiBanco Comermex o Serfin, que fueron consignados en su tiempo por la prensa. Durante este periodo fueron muy comunes los fraudes organizados por los famosos “delincuentes de cuello blanco” que desprestigiaron la imagen de las instituciones bancarias, desprestigio que hasta nuestros día subsiste.
La promesa de que “al momento de la nacionalización” estaría la Banca al servicio del pueblo pronto fue desmentida. Las cosas siguieron un rumbo distinto, y no el de apoyar una política económica que rectificara la creciente desigualdad en el ingreso.
El rescate bancario, la reprivatización de la Banca
El primero de mayo de 1991 la economía mexicana daba un nuevo giro. El presidente Salinas de Gortari anunció que reprivatizaría la Banca. Pedro Aspe, entonces Secretario de Hacienda justificaba la medida gubernamental diciendo: “el Gobierno no puede tener cuantiosos recursos mientras exista la incuestionable e impostergable obligación de dar respuesta positiva a las enormes necesidades sociales”. El mismo Jefe del Ejecutivo Federal, justificó también la medida: “es inaceptable un Estado tan propietario frente a un pueblo con tantas necesidades y carencias... el Estado vende sus bienes para resolver males sociales y canalizar sus energías para aumentar el empleo y la inversión y toda la Patria florezca”.
Lo que entonces no se dijo es qué cantidad de esas empresas compradas a particulares estaban en quiebra por una pésima administración, como tampoco se dijo que se vendían las empresas más rentables, las que permitían al Estado disponer de recursos para atender permanentemente las necesidades y carencias sociales.
Las razones que el Gobierno Federal presentaban entonces fueron las siguientes: Conformar un sistema financiero más competente y efectivo. Garantizar una participación más diversificada y plural en el capital. Vincular la actitud y la calidad moral de la Administración de los Bancos con un adecuado nivel de capitalización. Confirmar un sistema equilibrado. Propiciar las sanas finanzas y obtener un precio justo por las Instituciones, de acuerdo con una evaluación basada en los criterios generales homogéneos y objetivos para todos los Bancos.
La pregunta obligada entonces fue: ¿Por qué quienes pedían la reprivatización de la Banca habían apoyado su nacionalización pocos años atrás?
El mismo Ejecutivo Federal había declarado en 1983 que el “Estado al mantener en su poder el petróleo, la energía eléctrica y la misma Banca, lo hacía para que pudiera cumplir eficientemente sus propósitos de desarrollo, por lo que privatizarlo no sería adecuado pues no se alcanzarían tales propósitos, ya que el sector privado había mostrado su ineficacia. Después resultó que este sector adquirió la experiencia en pocos años para el manejo adecuado y eficiente de la telefonía, las siderúrgicas y de la Banca.
Los factores que influyen en la reprivatización
Por
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