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HISTORIA DE LA CORRUPCION EN EL PERU

j28ch21 de Septiembre de 2014

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Capítulo 4

La Modernización y sus secuaces 1884 - 1930

Manuel Gonzales Prada (1844-1918) Fue testigo presencial de la caída y ocupación de Lima. Culpa del desastre a la dirigencia política y social del país.

Habla sobre la disipación de oficiales de reserva abandonando sus puestos, y vándalos y soldados descarriados saquean tiendas y casas de residentes chinos. Permanece encerrado en su casa durante los dos años y medio que duró la ocupación militar hasta la firma del oneroso tratado de paz de Ancón, el 20/01/1883.

Se convierte en uno de los luchadores y críticos más implacables contra la corrupción en la historia moderna peruana.

Los partidos políticos eran meros clubes electorales de malsanas ambiciones mercantiles. El poder judicial, Almoneda pública desde la corte Suprema hasta el juzgado de paz.

El congreso, un grupo envilecido conformado por parientes, amigos y criados del presidente. El Perú era un organismo enfermo: “donde se aplica el dedo, brota la pus”, decía.

Creía que en el país no había una sola persona honrada.

Define los contratos Dreyfus. Meiggs y Grace como grandes ferias en los cuales la prensa, empleados públicos, diplomáticos, tribunales de justicia, Cámaras del Congreso, ministros y presidentes se ponían a la venta.

Sin embargo, las ideas de recuperación y modernización se fueron imponiendo y la situación del país fue mejorando, pero los elementos notorios de la vieja corrupción, que en el pasado debilitaron las instituciones y el crecimiento, persistieron tercamente.

Se alquilan militares

El camino hacia la recuperación inevitablemente comenzó con el renacimiento de los feudos militares, pagados y mantenidos por extranjeros o nacionales, hecho que reforzó a grupos o redes de interés.

El gobierno del General Miguel Iglesias (1882-1885) fue descrito como un títere de los intereses Chilenos. Repudiado por la mayoría de los peruanos, su sostén lo proporcionaban las tropas chilenas.

Iglesias también recibió el respaldo de los principales jefes Pierolistas (Manuel Antonio Barinaga, Juan Martín Echenique, Joaquín y Rufino Torrico), quienes serían ministros de su primer gabinete, así como Ignacio de Osma, hermano de Pedro de Osma, un seguidor incondicional de Piérola.

El gobierno de Iglesias representó un nuevo tipo de militarismo, nacido de la derrota y la rendición, que no dejó de cobrar un precio por sus servicios, incluyendo honorarios e impuestos que lindaban con la extorsión, así como sobornos y sinecuras pagados por intereses extranjeros y nacionales.

El General Manuel de la Cotera caracterizó a Iglesias como un obscuro conspirador, instrumento servil del ex dictador Piérola. Llamó a su gobierno un régimen de terror, violencia y malversación que atraía a los elementos más corruptos del país.

Mientras las tropas Chilenas eran evacuadas en agosto de 1884, un amargo conflicto armado se libraba entre Iglesias y el general Andrés Avelino Cáceres, tenaz héroe de la resistencia contra la ocupación.

Cáceres aspiraba a lo que Gonzales Prada consideraba que era la meta de los altos oficiales militares: alcanzar la presidencia como el ascenso máximo en la carrera militar.

Durante las negociaciones de paz, Iglesias había intentado sobornar a Cáceres, prometiéndole una amnistía y un puesto diplomático en Europa, si deponía las armas. El “Brujo de los Andes”, que es como se conocía a Cáceres por sus hazañas militares contra los chilenos, rechazó indignadamente la oferta y rompió las negociaciones.

Posteriormente en Diciembre de 1885 obliga a Iglesias a renunciar. Por otro lado Piérola preparaba su insurrección.

Cáceres gana las elecciones pero no se distingue mucho de los caudillos militares anteriores. Sus dos mandatos son: 1886-1890 y 1894-1895.

El gobierno chileno trata de sobornar a Cáceres para que desbarate acuerdos financieros, quien se da cuenta de que era una trampa para conseguir sus intereses.

Para permanecer en el poder Cáceres se ve obligado a alimentar una camarilla conformada por personas del séquito militar que lo ayudó a capturar el poder.

La popularidad de Cáceres comienza a decaer hacia enero de 1891, y se hace de una fortuna privada, no obstante que había llegado al poder sin nada, mientras que el tesoro se encontraba en bancarrota.

El Contrato Grace

Michael P. Grace, negociador y piedra angular del arreglo con los acreedores extranjeros del Perú conocido como el contrato Grace.

M.P. Grace mantuvo relaciones amistosas y estrechas con cada uno y todos los gobiernos que iban llegando, lo cual era un signo de la gran corrupción que se vivía.

Todos estos contratos de empréstitos al Perú, que no tenía como devolverlos, se traducen en cesiones de líneas ferroviarias u otras concesiones a largo plazo empeñando al país.

El legado del Califa.-

Se argumenta que el verdadero héroe de la reconstrucción nacional fue Nicolás de Piérola, quien rectificó sus errores del pasado y lidió con un país “empírico, desorganizado e improvisado”.

Sin embargo, Manuel Gonzales Prada lo clasifica como uno de los peores líderes políticos de la historia, al no ser capaz de cambiar sus errores anteriores, y ser uno de esos políticos nacido para la ruina y vergüenza de su gente, pues con una mano dejaba manchas de sangre, y con la otra, rastros de lodo.

La conexión privada y corrupta con Grace y Dreyfus, fueron denunciadas por diferentes entidades hasta por su correligionario Guillermo Billinghurst que en una de sus cartas de 14 páginas denuncia la corrupción en préstamos y demás hechos.

Para reinventar las estrategias corruptas del Califa, aparece otro candidato que fue Augusto B. Leguía.

El Legado del Califa

El papel histórico del caudillo civil Nicolás de Piérola y su movimiento político sigue siendo materia de debate entre los historiadores. Jorge Basadre en su monumental historia de la república del Perú en la se argumenta que el presidente Piérola (1895-1899) fue el auténtico héroe popular de la reconstrucción nacional de posguerra. Basadre considero que Piérola rectifico sus errores del pasado y se reinvento así mismo para lidiar con un estado empírico.

El escrito distinguió a Piérola como uno delos peores líderes políticos de la historia al no ser capaz ni estar dispuesto a cambiar sus procederes anteriores. Según la pluma apasionada de Gonzales Prada, Piérola fue uno de aquellos políticos nacidos para la ruina y vergüenza de su gente, pues con una mano dejaba manchas de sangre y con los otros rastros de lodo. Luego la presidencia legal de Piérola un producto de incesantes conspiraciones y violencia insurreccional estuvo plagada de ataques autoritarios contra la libertad de prensa, los derechos políticos y electorales y la probidad de la administración pública. La lógica de la recuperación de posguerra basada en arreglos pragmáticos con reestructurados y nuevos intereses, nacionales y extranjeros habían transformado el papel del estado como agente económico antes el segundo gobierno de Piérola, ahora se contrataba con grupos de sector privado para que recaudaran las rentas del gobierno y se hicieran cargo de obras de obras públicas y otros servicios.

El turbio financiero de las campañas políticas de Piérola en la década de 1880 y comienzos de 1890 se apoyó en seguidores y especuladores interesados que esperaban recibir recompensas una vez que la califa volviera al poder este hecho queda claramente ejemplificado en el “ préstamo” que Grace le hiciera en 1884 ya descrito su y su pertinaz y escándalos vinculados con dreyfus y durante su exilio en el periodo de 1882-1883 el califa fue mantenido en parís por dreyfus en condición humillante. En 1903 Piérola reconoció la deuda por 12400 soles a los herederos de José aranibar funcionario clave que en el periodo 1880-1881 le había suministrado fondos a Jesús Iturbide de Piérola, la esposa del califa para cubrir gastos urgentes debidos a la lucha política.

Leguía y los civilistas

A comienzos del siglo XX los civilistas se encontraban liderados por Manuel Candamo y José Pardo. Esto favoreció en parte al país de que alcanzara un grado de modernización institucional.

Los civilistas han sido criticados desde entonces por formar parte de un grupo pequeño de “gente decente” (quienes estaban incluidos propietarios urbanos y rurales y sus aliados “gamonales”). Éstos han sido acusados del uso inadecuado del dinero para cometer actos de corrupción. Analistas, diplomáticos e historiadores han descrito esta masa sociopolítica que gobernó como una “oligarquía”, desde finales de la década de 1870.

Piérola recibió un apoyo importante de la multitud engrandecida que gritaba: “¡abajo la argolla!”. Los civilistas formaron “el partido de los inteligentes y pudientes” pero este partido siempre ha sido criticado como ilustre; estos en comparación con los gobiernos de Piérola y Cáceres pues fueron menos corruptos hasta el ascenso de Leguía y la interferencia de militares protectores de los intereses políticos.

De todos los casos de corrupción que se dieron, solo unos cuantos fueron publicados durante el gobierno de López de Romaña (1899-1903) y el más importante fue el que involucró a Mariano A. Belaúnde (amigo cercano del presidente y su ministro de hacienda).

En 1899, Belaúnde usó letras de cambio para transferir a Europa fondos oficiales hasta por 500.000 francos con el objetivo de comprar armas para el ejército peruano, pero sus correspondientes con aceptaron dichas letras y desataron

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