ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

HOSPICIO CABAÑAS


Enviado por   •  14 de Marzo de 2013  •  7.685 Palabras (31 Páginas)  •  593 Visitas

Página 1 de 31

CONTENIDO

OBISPO JUAN CRUZ RUIZ DE CABAÑAS

Don Juan Cruz Ruiz de Cabañas no era un hombre de grandes celebraciones. Sencillo y humilde, prefería el trato sincero y franco al derroche y al lujo. Así demostró frente a la gran recepción organizada por la sociedad de Guadalajara el 13 de diciembre de 1796, fecha en que llego finalmente a su destino.

El recibimiento que se le brindo fue entusiasta y fastuoso, y su reacción fue exactamente, la que se hubiese esperado de él. Uno de los banquetes que se ofreció fue en alguna hacienda cercana a la ciudad, Cabañas se percato de la presencia de vicarios mendigos que se imaginaban saboreando algunos de los manjares dispuestos sobre la mesa. Coherente a sus ideas, el arzobispo se negó a comer si antes no se convidaba a los menesterosos.

A partir de entonces, su conducta austera y generosa de Cabañas marco cada uno de los eventos en los que participo.

Sorprendido por la triste desigualdad que padecía Guadalajara – reflejo de la situación en el resto de la Nueva España- el obispo resolvió solicitar autorización a España, para construir en su obispado un edificio donde pudieran ser auxiliados materiales y espiritualmente los desamparados y enseñar a leer y escribir a quien lo necesitara.

Su vieja idea se materializo en un proyecto concreto: La Casa de la Misericordia, llamada después Hospicio Cabañas. Incansable se mostro del Juan Cruz en el Obispado. Mientras los trabajos para levantar la magna obra proseguían sin dilación, entre 1800 y 1810, se tomo su tiempo para desplegar una intensa actividad. Buscaba despertar la vocación por el sacerdocio entre los jóvenes para incrementar el número de curas y construyo iglesias, caminos, presas e instituciones de asistencia para el beneficio de la sociedad tapatía.

Como en el resto de la Nueva España, la guerra de independencia trastoco la vida cotidiana del obispado de Guadalajara. Aun inconcluso el edificio, la casa de Misericordia recibió en 1810, a los primeros niños, pero la revolución encabezada por el cura Hidalgo ocasionó la suspensión de la obra y de los servicios que ya prestaban.

En 1811, los infantes fueron desalojados y la edificación se convirtió en un cuartel militar.

Ante el avance incontenible de las huertes insurgentes, que había mostrado se ferocidad en Guanajuato, la sociedad tapatía se alarmo y mucha gente decidió abandonar la ciudad. El obispo Cabañas, junto con la mayoría de los españoles que estaban el Guadalajara huyó de esta ciudad hacia Nayarit, donde eligió como refugio temporal el pueblo de San Blas, entonces recién fundado, pero como el insurgente cura Mercado se acerco al puerto, el obispo se embarco el 28 de noviembre de 1810, rumbo a Acapulco, resuelto a volver a su diócesis tanto pudiera; de allí se marcho a la Ciudad de México apenas se presentó la oportunidad, con el propósito de regresar después de su mitra.

En febrero de 1811, el obispo Cabañas retorno a su diócesis pero nunca más pudo ocupar su amada obra. La Casa de la Misericordia estaba convertida en el principal basto de las fuerzas realistas. El ejército la había transformado prácticamente en una ciudadela que daba alojamiento a los soldados y servía también como caballeriza.

A pesar de la triste situación, don Juan Cruz continúo con sus labores espirituales. Había echado raíces en Guadalajara y amaba sus diócesis, hacia a mediados de la década de 1810, el Consejo de Indias le comunico que solicitaría la autorización del rey para nombrarlo obispo de Compostela. La respuesta de Cabañas no pudo ser más sincera: “no abandonaría la diócesis de que estoy encargado, ni por un capelo cardenalicio”, no se dijo mas hasta el fin de sus días Guadalajara fue su tierra amada.

Hacia 1820 la Nueva España se encontraba al borde del caos. Ni los realistas ni los insurgentes tenían el control de la situación. Ante el miedo provocado por la guerra, las labores del campo vinieron a ser menos. El comercio disminuyó drásticamente, la desigualdad y la pobreza continuaban lacerando a la mayor parte de la población, con un panorama semejante y un futuro desolador, el movimiento encabezado por Agustín de Iturbide se presento como una oportunidad para terminar con los males que sacudían a la sociedad.

Estas consideraciones llevaron el obispo Cabañas a otorgar su apoyo y prestar ayuda material al jefe del Ejercito Trigarante, que se acerco a él, y a otros obispos a fin de construir una base de legitimidad que le permitiera llevar a feliz término el proceso de independencia.

A juicio de don Juan Cruz, era necesario restablecer la paz cuanto antes a fin de iniciar la reconstrucción económica y política en el vasto territorio sacudido por la guerra.

Cabañas nunca perdió el buen ánimo. Siempre trabajo con inmenso gusto dentro de su diócesis. Los últimos años de su vida los empleo en visitas pastorales recorriendo poblados, rancherías y haciendas.

APORTACIONES PARA SU CONSTRUCCIÓN

Entre 1996 y 1797, el obispo recibió repuesta de el rey a través de dos cedulas reales donde autorizaba iniciar el proyecto. Para evitar especulaciones de algunos terratenietes, el obispo adquirió paulatinamente y a traves de algunos amigos diversas propiedades que se encontraban alrededor del sitio señalado.

Busco también el apoyo de algunos vecinos con recursos para integrar un patronato. Manuel Tolsá, con todas las riendas en sus manos, gestionó el diseño del edificio y, sin nadie que le hiciera competencia, fue comisionado para su desarrollo.

El célebre arquitecto, diseño los planos y pidió a José Gutiérrez, académico de merito de la Academia de San Carlos, hacerse cargo de la dirección de materia de la obra. “La superficie necesaria se integro con varias paralelas que sucesivamente había adquirido el señor Cabañas, mediante interposita persona. Sirvió de núcleo una pequeña extensión que, en las escrituras respectivas es conocida con el nombre de “Solar, casa y huerta El Sabino” que pertenecía al convento de San Juan de Dios, el cual no la aprovechaba “por estar la casa ruinosa y ser erizado el terreno”. Como el predio resulto insuficiente para dar cabida a todo el proyecto de Tolsa. Cabañas compró una propiedad de Navarro y recibió gratuitamente y a perpetuidad otra, otorgada por el ayuntamiento.

El inicio de los trabajos entusiasmó a todos los estratos sociales de la diócesis. El pueblo de San José de Analco, por ejemplo cedió al obispo el ojo de agua de San Román, con lo que garantizo el abastecimiento del vital liquido para la Casa de la Misericordia.

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (48.6 Kb)  
Leer 30 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com