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Hacienda


Enviado por   •  22 de Marzo de 2015  •  Síntesis  •  3.408 Palabras (14 Páginas)  •  218 Visitas

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L a década en la que Francisco Villa y su gente se mantuvieron en pie de lucha tuvo su epílogo en el poblado de Sabinas, Coahuila, tras pactar con el gobierno de Adolfo de la Huerta el 28 de julio de 1920. En la llamada Acta de unificación al gobierno emanada del Plan de Agua Prieta, quedó asentado que Villa deponía las armas para retirarse a la vida privada; que el Ejecutivo de la Unión le cedería en propiedad y con los requisitos legales, la hacienda de Canutillo, ubicada en el estado de Durango, lugar en el que fijaría su residencia; el general contaría con una escolta formada por 50 hombres de su confianza -dependientes de la secretaría de Guerra y Marina-, cuyo único objetivo sería velar por su seguridad; a las demás personas que integraban su contingente se les otorgaría el importe de un año de haberes, de acuerdo con su grado, y tierras en propiedad para dedicarse al trabajo. Los términos en los que se celebró el acta han sido interpretados desde distintos puntos de vista. Para algunos se trató de una rendición que otorgaba condiciones ventajosas a Villa, para otros, el pacto con el gobierno fue más bien un armisticio que trajo como consecuencia el ofrecimiento espontáneo de dotar de tierras de labranza a los excombatientes como la mejor manera de prevenir un nuevo alzamiento o la proliferación de gavillas de malhechores que, sin medios para subsistir, optaran por el bandidaje como modus vivendi. Quienes pudieron ver la marcha rumbo a Canutillo afirmaron que parecía más un desfile triunfal que la postura de una guerrilla amnistiada: Villa y su gente ceñían pistolas al cinto y cananas cruzadas sobre el pecho. El general seguía conservando la misma energía de otros tiempos, lucía fuerte y tostado por el sol. De las experiencias de gente que convivió con Villa en la hacienda del Canutillo surge este intento de reconstruir la vida comunitaria entre 1920 y 1923. Para ello, se ha recurrido a diversas fuentes impresas y a una serie de entrevistas de historia oral con algunos testigos y partícipes en esos hechos. Guadalupe Villa Guerrero Instituto Mora El por qué se eligió Canutillo nos lo cuenta Eustaquio, hijo de Nicolás Fernández –uno de los hombres más cercanos al general–, quien vivió en la hacienda: “Fue un convenio que tuvo con el gobierno para que se estableciera el general Villa en el campo; que escogiera el lugar que le gustara más, y escogió Canutillo porque es una hacienda que es muy difícil que lleguen a atacarla, porque está coArtículo cortesía de www.revistabicentenario.com.mx88 locada de tal manera que por donde quiera que vayan es defendible, hasta con poca gente”… La hacienda de la Concepción del Canutillo y anexas tenía una extensión aproximada de 87 mil hectáreas, cruzadas de norte a sur por el río del Canutillo y regadas además por el río Florido y algunas corrientes de menor importancia. La propiedad comprendía, además, las haciendas de Nieves y Espíritu Santo, y los ranchos de Vía Excusada y San Antonio, que en conjunto formaban un solo predio ubicado en el partido de Indé en el estado de Durango. Incluía además el rancho Ojo Blanco, que se encontraba en el distrito Hidalgo en el estado de Chihuahua. Al ocupar Villa la hacienda en el mismo año de 1920, se llevó a vivir con él a sus hijos. Señala Eustaquio: ...“Agustín, que era el mayor, Octavio, Samuel, y podría considerarse hijo también otro Samuel porque lo adoptó, que era hijo del general Trinidad Rodríguez. Además Micaela, Celia, Juana María”… Canutillo se convirtió -nos dice el mismo informante- en un pequeño pueblo con su propia forma de gobierno y de organización: había electricidad, correo, telégrafo, médico, escuela, carpintería, talabartería, zapatería, sastrería, molino, herrería y tienda, entre otras cosas. Los talabarteros, por ejemplo, tenían que ayudar a conservar las 50 monturas de quienes componían la escolta y atender la reparación de la maquinaria que había como trilladoras; herreros para hacer herraduras para caballos. Al general no le gustaba que salieran los caballos sin herradura, porque se les echaba a perder el casco. Por lo que toca a la tienda, Francisco Gil Pi- ñón dice: “Mire… no se le podía llamar ‘tienda de raya’, le voy a decir por qué (a mí me ponían a despachar ahí): se le daba al peón lo que pedía, se anotaba su nombre y todo, y a fin de cosecha, solamente se le descontaban los productos que tenían que llevar desde Parral y a precio estrictamente de costo, como era azúcar… café, arroz, [lo] que no se producía ahí; todo lo demás, eso ahí se les daba…solamente [había] cosas de comida”. Las actividades agrí- colas de la hacienda encaminaron sus esfuerzos al cultivo de trigo, frijol y maíz. La maquinaria agrícola se adquirió en la Casa Mayers de El Paso, Texas, aunque algo se obtuvo en Parral. Cuentan que el general Villa se levantaba muy temprano, casi de madrugada, y se iba al campo a supervisar el trabajo. Allí le informaban cómo iba la cosecha, qué hacían los campesinos, los le- ñadores, etcétera. Volvía a su casa para almorzar, a las nueve o diez de la mañana. Villa coordinaba todas las actividades de Canutillo. Eustaquio Fernández afirma que el general estaba en todo: en la educación, en la producción, en la tienda, en las relaciones, en la política. “Él les quitaba la yunta [a los campesinos] y se ponía también a sembrar. Sabía sembrar, ¡fíjese!, sabía hacer surco, porque en los sembradores, he oído yo que el que hace el surco derecho, sabe sembrar”. Sobrevivientes de aquella experiencia cuentan que al principio la situación fue difícil, había poca comida y la tierra aún no rendía los deseados frutos; pero cuando las cosechas empezaron a satisfacer las necesidades internas de la hacienda, se comenzó a vender el excedente lo que permitió mejorar las condiciones de la gente. Octavio (hijo de Villa con Guadalupe Coss) y su hermano Agustín (ca. 1922). Artículo cortesía de www.revistabicentenario.com.mx89 En Canutillo había huertas donde se cultivaba chile, papas, cacahuate, camote, sandía, melón y, aunque aisladamente, uno que otro nogal, cuyo producto servía para satisfacer el consumo interno de la población, también tenían animales de granja, como cerdos, borregos y ganado vacuno y caballar: “Villa tenía caballos angloárabes de registro, finísimos, que los trataban como si fueran niños… los montaba el general… el jefe de caporales, un arrendador que tenía, y modestia aparte, su servidor [dice Fernández] tenían caballos que solamente se dejaban montar por él, eran de muy grande alzada, de muchísima resistencia, el general pesaba como unos 100, 110 kilos, más el equipo que lo acompañaba, como era la montura, sus armas, sus espuelas, pues le daba un peso de 140, 150 kilos; sin embargo cuando iba a cortar ganado para vender en grande escala, ya fuera vacuno o equino, se tenía

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