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Historia De La Radio En Colombia


Enviado por   •  16 de Febrero de 2014  •  2.858 Palabras (12 Páginas)  •  342 Visitas

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La historia de la radio colombiana

La primera emisora radial en la historia de Colombia comenzó a funcionar en Bogotá, y no en Barranquilla, como erróneamente se ha dicho y escrito en varias ocasiones, por iniciativa del gobierno de Miguel Abadía Méndez. Cuando en agosto de 1926 el nuevo presidente organizó su gabinete ministerial, para ocupar la cartera de Correos y Telégrafos nombró al arquitecto y periodista José de Jesús García, quien recibió un ministerio sumamente activo y lleno de proyectos.

La Administración anterior, la del general Ospina, la misma que creó el Ministerio de Correos y Telégrafos, le había dado al área de las comunicaciones un singular impulso. Continuando con esa política, dieciocho meses después el Ejecutivo dio los primeros pasos destinados a que el Estado colombiano contara con una radiodifusora. Y, al mismo tiempo, elaboró y dio a conocer las normas exigidas para que los particulares instalaran y pusieran en funcionamiento otras de carácter comercial.

La perifonía colombiana estaba en marcha en Colombia impulsada desde el Gobierno y en medio de las expectativas del gran público, ya que solo un selecto y privilegiado sector de la población había podido hasta entonces disfrutar de la sintonía de unas pocas estaciones extranjeras de onda corta mediante el uso de los primeros y costosos receptores llegados al país. Durante el primer semestre de 1928 el ministro García, con la asesoría de técnicos extranjeros, comenzó a tomar las necesarias y sucesivas decisiones para instalar la emisora denominada HJN.

La compra del transmisor de onda media se realizó en la empresa alemana Telefunken, y en un pequeño terreno fiscal en un sitio denominado como Puente Aranda se planeo la construcción de la planta transmisora y parque de antenas. La emisora no poseía estudio alguno y para ello se decidió que este se instalara en un salón del Capitolio Nacional. La promesa fue que el 15 de julio las obras estarían terminadas. Pero la promesa no se pudo cumplir.

El jueves 5 de septiembre de 1929, en la primera plana del diario El Espectador, un pequeño anuncio informaba sobre un singular hecho: “Teatro Caldas, Chapinero. Inauguración de la estación Radiodifusora de Bogotá. Los concurrentes de esta noche al Teatro Caldas podrán oír los discursos del señor ministro de las comunicaciones y del Sr. Sarazola. Además, cantos de los señores Umaña y Posada”. Los dueños del teatro, pensando acertadamente en que el acontecimiento radial no podría ser escuchado por la inmensa mayoría de bogotanos carentes de receptores, en la cinematográfica sala habían instalado uno de estos aparatos conectado a dos altoparlantes, y de esta forma sacarle provecho a la transmisión con la correspondiente venta de entradas.

Pero además de la comercial invitación, en la última página del periódico una nota informaba lo siguiente: “Hoy, a las seis de la tarde, se verificará el primer concierto de la estación radiodifusora instalada por el Gobierno Nacional cerca del sitio denominado Puente Aranda. La inauguración oficial de esta estación se efectuó a las 11 de la mañana y al acto asistieron, entre otras personas, el ministro de Correos y Telégrafos, el técnico señor Klemp, varios miembros del Congreso y numerosos invitados”.

El Ministerio de Correos y Telégrafos informaba que la estación transmitiría en la frecuencia de 705 Kcs, banda de 425 metros, y también que la potencia le permitiría ser escuchada en toda la república. Durante las transmisiones de prueba de la estación, los conciertos fueron captados en ciudades tan distantes como Barranquilla, Cereté y Santa Marta, de acuerdo a los telegramas que llegaron al Ministerio. La estación transmisora de Puente Aranda funcionaba con un jefe electricista, un ayudante, un maquinista y su ayudante y dos mecánicos. La hora fijada por el Ministerio para que se lleven a cabo los conciertos fue la de las nueve de la noche.

Poco a poco, la programación de la emisora fue tomando forma. Ya para el 17 de septiembre utilizaba un formato más o menos básico, fecha en la que justamente El Espectador anunciaba la publicación diaria en sus páginas de la programación de la HJN.

Año tras año, la HJN continuó afinando la calidad de su programación, mientras que al mismo tiempo, aunque con lentitud, ampliaba sus horarios de transmisión. Tras un breve período de producción de programas por parte de concesionarios particulares, ya en nombre del Estado, fue dirigida sucesivamente por varios personajes nacionales, entre los que con singular brillo se destacó el escritor Daniel Samper Ortega entre 1932 y 1933. Cinco años más tarde, debido a la eficiente burocracia y unas repetidas “deficiencias técnicas”, la voz de la primera radiodifusora colombiana terminó por enmudecer.

Durante los dos últimos años del Gobierno de López Pumarejo las posibilidades de la instalación de una nueva emisora estatal fueron creciendo. Estudiado con atención un proyecto elaborado al respecto, con un costo estimado en 300.000 pesos, su financiación resultaba en ese momento imposible. Fue entonces cuando Gustavo Santos, director nacional de Bellas Artes, le dijo un día al Presidente López, quien no había dejado de pensar en el proyecto, que él iba a construir la emisora con la plata que hubiera. Y la hizo

La emisora gubernamental fue inaugurada el 1 de febrero de 1940 a las 20:00 horas, desde el flamante edificio de la emisora, construido especialmente, y localizado sobre la Av. Caracas. Entre 1940 y 1950, la Radio Difusora Nacional operó bajo la orbita del Ministerio de Educación, en 1952 se acercó un poco más a la Presidencia de la República, como filial de la Oficina de Información, a partir de 1957 formaba parte del Departamento Nacional de Radiotelevisión, dependiente en forma directa de la Presidencia, y años después formaba parte del llamado Instituto Nacional de Radio y Televisión.

A principios de los años noventa, los equipos de onda corta de la estatal emisora comenzaron a salir de servicio con demasiada frecuencia y terminaron por dejar de funcionar. La voz internacional de Colombia desapareció del éter, simultáneamente con la reducción del número de sus repetidoras nacionales, la razón fue la desidia gubernamental y la intemperancia de los trabajadores de Inravisión. Y ya a finales del agitado siglo pasado los augurios sobre el futuro de la enferma Radiodifusora Nacional de Colombia eran, sencilla y tristemente, de pronóstico reservado. La Radiodifusora Nacional de Colombia a lo largo de su historia opero en la onda corta en las frecuencias de 6180, 17885, 15335,

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