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Historia De La Radio En El Franquismo


Enviado por   •  26 de Agosto de 2013  •  8.585 Palabras (35 Páginas)  •  583 Visitas

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HISTORIA DE LA RADIO EN EL FRANQUISMO.

Luisa Jambrina Jambrina.

Introducción: una breve reseña de los inicios de la radio.

En los años veinte se iniciaba la andadura de la radio en España, tras los primeros experimentos de Matías Balsera o Antonio Castilla, a mediados de la década eran cuatro las grandes emisoras españolas: En Madrid, Radio Ibérica y Radio España; en Barcelona, Radio Barcelona; y en Sevilla, Radio Club Sevillano. Por su parte, las empresas del sector eléctrico, con la intención de incrementar las ventas de receptores de radio, financian Unión Radio S.A., que sería el embrión de la futura Cadena SER.

En los años 30, la radio empieza a estar presente en los acontecimientos que se suceden, Unión Radio se hace eco de la proclamación de la República en la Puerta del Sol de Madrid, y mediante decreto de 1932 se abre paso a la propagación por todo el territorio nacional de las radios locales, que fueron clave en la historia de las grandes cadenas actuales.

Durante la Guerra Civil, numerosas emisoras fueron ocupadas por los militares sublevados y utilizadas para enviar consignas. El general Queipo de Llano puso al servicio de aquéllos, entre 1936 y 1938, más de 600 arengas radiofónicas con el fin de mantener la moral alta de la tropa. En enero de 1937 nace Radio Nacional de España, inaugurada por Franco en Salamanca, instrumento de imponderable eficacia en la difusión de la nueva ideología que se pretendía imponer. Por su parte, desde Unión Radio, personajes como Dolores Ibárruri o Juan Negrín lanzan mensajes de aliento a los combatientes del bando republicano. Desde sus ondas, la primera pronunció el famoso discurso que contenía el mítico "No pasarán". El gobierno republicano, en los últimos años de la guerra, se hizo con las emisoras de radio pertenecientes a entidades particulares. Al finalizar la contienda, la emisora de Unión Radio Madrid fue tomada por las tropas nacionales, aunque no se incorporó al sistema público de Radio Nacional de España, sino que volvió a manos privadas, y pasó a llamarse Sociedad Española de Radiodifusión, la SER.

El día 1 de abril de 1939, el locutor de Radio Nacional de España, Fernando Fernández de Córdoba, transmitía el parte que anunciaba el final de la guerra, firmado por Franco en Burgos: "En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado". A partir de este momento, toda la información estará controlada por la cadena pública.

El marco jurídico de la información. Las leyes de prensa franquistas1.

Desde el inicio de la guerra, ambos bandos trataron de controlar los resortes de la información, y así, utilizaron la radio y la prensa escrita para defender su modelo de Estado mediante la propaganda. En el caso del bando nacional, desde que se asumió el fracaso del asalto frontal a Madrid en un intento de golpe de Estado de corte clásico, Franco comenzó a hacer política para una guerra larga, y ello pasaba por la creación de las condiciones necesarias para gobernar en la zona bajo su dominio. De hecho, el primer gobierno de Franco data de 1938, creado en Burgos en plena guerra. De este gabinete ministerial partió la primera Ley de Prensa, de 22 de abril de 1938, que estaría vigente hasta la nueva ley de Fraga de 1966, una ley que consagraba una situación de ausencia libertad de información, cuya letra se refería especialmente a la prensa escrita, pero cuyo articulado se aplica por extensión a la radiodifusión.

El ministro de la Gobernación, Serrano Suñer, responsable directo de la ley del 38, afirma en el Preámbulo que dicho texto implanta en España "la auténtica libertad de prensa", sorprendentes palabras para definir una ley en la que se parte del total sometimiento al gobierno de los medios de comunicación. Además califica al periodista como un "apóstol del pensamiento de la fe de la Nación", y dice en su artículo 1: "Corresponde al Estado la organización, vigilancia y control de la institución nacional de la prensa periódica".

La ley establece un control férreo de la información en prensa y radio, y en un primer momento hasta 1945, tiende hacia un modelo totalitario de la propaganda, que tan buenos resultados había dado a Goebels en Alemania, a través de la censura previa de los contenidos, y de su orientación política mediante consignas, que en radio se llevaba a cabo con la inspección de los guiones, de la programación musical y publicitaria. Radio Nacional de España estaba siendo desde enero de 1937 el instrumento más importante para la difusión de la nueva "verdad oficial" al servicio de los futuros vencedores2.

El Estado va más allá en la vigilancia de lo que se difunde en prensa y en radio, controlando, no sólo los contenidos sino a quienes han de publicarlos. En 1941 se crea la Escuela Oficial de Periodistas, y para ingresar en ella, es imprescindible ser militante de Falange. Este organismo monopoliza la formación de los periodistas durante veinte años, hasta que en los años 60 se crean otros organismos, como el Instituto de Periodismo o la Escuela de Periodismo de Acción Católica, que hacen hincapié en el elemento católico del régimen, más acorde con la nueva situación internacional, que exigía un viraje para eludir el ejemplo de las potencias del eje, perdedoras en la pasada contienda mundial. También en los primeros años del franquismo se crean organismos como la agencia EFE o el NO-DO.

En efecto, en 1945, al acabar la guerra, las potencias vencedoras hacen el vacío a España por su alineación con el fascismo. El régimen pretende soslayar esta dificultad mediante una operación de "maquillaje" que pasa por medidas legales, como la promulgación del Fuero de los Españoles, que en su artículo 12 señala que "Todo español podrá expresar libremente sus ideas mientras no atente a los principios fundamentales del Estado". Pero esto no supone cambio alguno, por más que la orden del 23 de marzo de 1946 autorice a la Dirección General de Prensa "para atenuar las vigentes normas de censura", se matiza que "la libertad de prensa no podrá utilizarse en ningún caso para atentar contra la unidad de la Patria y su seguridad exterior e interior, las instituciones fundamentales del Estado español y las personas que las encarnan, los derechos que proclama el Fuero de los Españoles, los principios del dogma y la moral católica y las personas e instituciones eclesiásticas". Franco hace gala de su ya conocido pragmatismo, alejándose

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