Historia De La Radio
evelinb11 de Septiembre de 2012
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HISTORIA DE LA RADIODIFUSIÓN
1. LOS INICIOS DE LA RADIODIFUSIÓN.
Los antiguos padres de los inventos podían pasar meses, años, hasta una vida entera contemplando la naturaleza y los fenómenos que en ella suceden para poder luego reproducirlos en un laboratorio. Es importante saber que la radio fue inventada gracias a la energía proyectada por un rayo.
La electricidad que caía del cielo inspiró a muchos inventores que se preguntaban sobre el origen de aquellas misteriosas descargas. Pero no sólo los rayos los tenían intrigados. La luz del sol provocaba otra interrogante. Algunos consideraban imposible que la luz viajara en el vacío. Suponían que necesitaba algo físico para desplazarse, igual que el sonido. Para explicarlo, imaginaron el éter, una especie de materia que llenaba el espacio.
Pero para entender este proceso cronológico, primero nos remontaremos a la Antigua Grecia, año 600 antes de nuestra era. En silencio, nos acercamos a Tales de Mileto que se encontraba frotando intensamente un trozo de ámbar. Tanto y tanto frotó, que del ámbar saltaron chispas. Son los albores de la electricidad que debe su nombre, precisamente, al ámbar, que los griegos llamaban elektrón.
En el siglo XVIII, la mayor parte de los científicos dedicaron sus esfuerzos a entender la energía eléctrica. En 1752, el norteamericano Benjamín Franklin, inventa el pararrayos, experimentando con una cometa.
En el año 1800, el italiano Alessandro Volta inventó la pila, logrando producir por primera vez corriente eléctrica continua. En 1819, el danés Hans Christian Orsted jugando con la aguja imantada de una brújula, por accidente, le acerca un cable conectado a una pila y no puede salir de su asombro al ver que la aguja se mueve. Se evidencia por primera vez la relación entre la electricidad y el magnetismo.
El inglés Michael Faraday siguió experimentando con los campos eléctricos y magnéticos y cómo uno podía anular al otro, inventando la famosa Jaula de Faraday que consiste en sintonizar una radio en AM y luego envolverla en papel de aluminio… No se escuchará nada. Lo que el experimento demuestra es lo mismo que sucede cuando un rayo impacta en un avión y éste no sufre daños.
Samuel Morse, en 1844 produjo sonidos con un extraño aparato llamado telégrafo que consiste en un electroimán que recibe impulsos eléctricos que se plasman en un papel en forma de puntos y rayas. El telegrafista los interpretó en base al alfabeto morse que, todavía hoy, tiene vigencia. Este fue el primer sistema de comunicación a larga distancia que llenó de cables a Estados Unidos para llevar mensajes de ciudad en ciudad.
En Escocia en el año 1873, El físico James Maxwell nos muestra sus famosas ecuaciones, las cuales revolucionarán la ciencia. Con ellas, traza la relación matemática entre los campos eléctricos y los magnéticos, demostrando al mundo, al menos de forma teórica, que fenómenos naturales, como la luz del sol, son electromagnéticos.
Precisamente, sobre el papel se pueden observar bien diferenciados los dos campos de una onda electromagnética. El vertical es el eléctrico (color azul), mientras que el magnético viaja de forma horizontal (color rojo). Esa combinación hace que los campos se vayan autoimpulsando entre ellos y las ondas puedan viajar miles de kilómetros. A partir de Maxwell, muchos de los avances teóricos y científicos comienzan a llevarse a la práctica y aparecen inventos que cambiarán la forma de ver y entender el mundo.
Mientras tanto, en Estados Unidos, en 1876, Alexander Graham Bell patentó su revolucionario invento, el teléfono. En ese siglo, las peleas por el robo de inventos eran frecuentes. Parece ser que el astuto de Bell fue más rápido en patentarlo, aunque el verdadero inventor del teléfono es Antonio Meucci.
Con este artefacto, ya no hace falta comunicarse a través de puntos y rayas. Ahora se puede hablar directamente e incluso cruzar el gran océano comunicándose los dos continentes.
Maxwell ha demostrado en papel que las ondas electromagnéticas pueden viajar por el espacio llevando energía. Ahora, cuando el reto es averiguar cómo crear artificialmente esas ondas y cómo transmitirlas, en 1888, aparece Heinrich Rudolf Hertz quien logra transmitir y recibir ondas electromagnéticas y obtiene cruciales avances en el estudio de la velocidad de la luz y las ondas de radio, bautizadas en su honor como hertzianas.
Hoy en día, equipos muy sofistificados, pero basados en el invento de Hertz, generan corrientes de alta frecuencia, en vez de chispas. Una antena las transforma en ondas electromagnéticas y así llegan los sonidos de la radio a nuestros hogares. Pero no fue sólo Hertz, sino otros muchos científicos, quienes posibilitaron el invento de la radio.
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1.1 TESLA Y MARCONI
Varios científicos emprenden, una carrera para ser los primeros en aprovechar esas ondas hertzianas, llamadas así en su honor, para enviar información. Uno de ellos es un joven migrante europeo que llegó a Estados Unidos y llamó la atención del famoso George Westinghouse, preocupado en cómo generar corriente alterna y llevarla a los hogares norteamericanos. Este joven llamado Nicolás Tesla, le vende su patente de generador de energía eléctrica a la compañía de Westinghouse.
Tesla, siguió investigando y logró crear un radiotransmisor de ondas electromagnéticas. En Italia, otro inventor llamado Gillermo Marconi experimentó con un generador que transmitía estas ondas. Marconi tiene la habilidad de unir inventos de diferentes científicos para lograr el éxito. A su generador de ondas le hace falta algo que las mande lejos y que también las reciba. Lo soluciona usando una antena. Es una especie de “alambre volador” que inventó el ruso Alexander Popov quién trabajó en un receptor de tormentas eléctricas. Usó una cometa para elevar un cable que sirviera como antena de rayos, tal como hiciera Franklin para inventar el pararrayos. Mientras tanto, el italiano Marconi, usa un alambre similar y se vale de un receptor de ondas que había sido ideado por el francés Édouard Branly.
Sumando las investigaciones de estos inventores y sus propios adelantos, Marconi logró en 1894 un transmisor-receptor de ondas electromagnéticas para telegrafía sin hilos o radiotelegrafía. Con este equipo ya se podían enviar mensajes en morse sin necesidad de cables. A principios de 1901, con su invento perfeccionado, Marconi envía un mensaje en morse que atraviesa los más de 322 kilómetros de distancia, y a finales de ese mismo año transmitió una carta entera de un lado a otro del océano Atlántico. En 1902 ya se enviaban de forma regular mensajes transatlánticos y en 1905 muchos barcos llevaban equipos de radio para comunicarse con emisoras de la costa.
Aunque la guerra de patentes continúa, Marconi es quien pasa a la historia como el inventor de la radio. Pero debido a sus aportes al servicio de telegrafía a largas distancias sin necesidad de cables, se considera que Marconi en realidad, es el inventor de la radiotelegrafía, es decir, la telegrafía por ondas de radio, antecesora de la radiodifusión.
1.2 EL PADRE DE LA RADIODIFUSIÓN: LEE DE FOREST
Los transmisores existentes, hasta antes de 1906 sólo habían usado las ondas electromagnéticas para enviar, a los cuatro vientos, puntos y rayas, pero en la Nochebuena de ese mismo año algunos marineros se acercan sorprendidos a sus radiotransmisores. Esta vez no escuchan puntos y rayas del código Morse, sino música y palabras.
A unos pocos de kilómetros de la costa, el canadiense Reginald Fessenden transmite desde Brant Rock, en Massachusetts, unas notas musicales con su violín y lee algunos pasajes de la Biblia. El problema de la transmisión de Fessenden es la calidad y la distancia. Los ruidos hacen casi imperceptibles las palabras que, además, no llegan muy lejos. Y por si los problemas fueran pocos, la antena que usa es de dimensiones exageradas.
Un año más tarde, a principios de 1907 en Estados Unidos. Allí, Lee de Forest tiene entre manos el invento que revolucionará la radio: el tríodo. Se parece mucho a la bombilla que años antes desarrolló Thomas Alva Edison y que funcionaba por el llamado efecto Edison: si dentro de una lámpara de vacío calentamos un filamento, de éste se desprenderán electrones que “saltarán” a una placa de metal cercana generándose una corriente eléctrica.
Este es el principio de la válvula de vacío en el que otro científico, John Fleming, se inspiró para llegar
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