Historia De Mexico

Porfirio Díaz

Presidente en nueve ocasiones, 1876 – 1911

Sobre las ideas del orden, paz y progreso, Porfirio Díaz cimentó la estructura de su régimen.

Asume el poder en 1877, mediante un pronunciamiento contra Lerdo de Tejada El orden la paz y el progreso se convirtieron en sus patrióticas obsesiones. Su primer cuatrienio estuvo enfocado a ganarse la confianza de los Estados Unidos gracias al pago puntual de los compromisos de la deuda y a la pacificación del país; para erradicar la violencia nació la pax porfiriana.

Junto a la paz y el progreso, la conciliación. Bajo su gobierno las viejas rencillas partidistas desaparecieron casi por completo. Con el tiempo, y la generosa distribución de cargos públicos, todos terminaron siendo porfiristas. El clero se acerco nuevamente al poder político para apoyarlo. Y los poderes de la federación fueron sometidos a la voluntad presidencial. El Congreso fue conocido como el club de amigos del presidente.

A partir de su segundo periodo en 1884, la modernización toco a las puertas de México. Principió entonces un crecimiento económico sin precedentes. El ferrocarril se convirtió en el icono de la dictadura; al dejar el Díaz el poder en 1911 la red alcanzaba los 20 mil kilómetros. La inversión extranjera empezó a fluir dentro de fronteras mexicanas, se reactivaron la minería y la industria, la explotación del petróleo se manifestó como la actividad más rentable del nuevo siglo, los bancos abrieron sucursales en distintos puntos del país, las casas comerciales se multiplicaron. Las cuidades comenzaron a mostrar un rostro diferente: el de la luz eléctrica y las calles asfaltadas; el del telégrafo, el correo eficiente y el teléfono.

Los apellidos de abolengo florecieron pronto y una pequeña aristocracia rodeo al presidente. El grupo de los “científicos” alcanzo notoriedad al ocupar los cargos más importantes en el gabinete. Su tarea era aconsejar a don Porfirio, mantener a la nación en la ruta del progreso y de paso enriquecerse con los negocios públicos.

La prosperidad de unos cuantos se asentaba sobre la miseria de la mayoría. El progreso material corría por los rieles de la desigualdad. Buena parte de las haciendas porfirianas habían despojado a los pueblos de sus tierras. La llamada pax porfiriana se escribió con sangre. Nadie olvidado que don Porfirio inauguró su primera administración con la frase “mátalos en caliente”, decenas de indios yaquis y mayas sufrieron deportaciones al terrible Valle Nacional, en Oaxaca, donde la esclavitud era un hecho; los obreros en Cananea y Río Blanco sufrieron represiones y muchos periodistas que terminaron sus días en San Juan de Ulúa por criticar al régimen.

Díaz cerró las puertas al progreso político y en 1910 el movimiento revolucionario le cobro cada uno de sus agravios sociales condenándolo a morir en la soledad del exilio.

Manuel González

Presidente constitucional, dic 1º, 1880 – nov. 30, 1984

Era un guerrero, no un político; la silla presidencial fue la forma en que Díaz le agradeció a su compadre el apoyo militar prestado durante la rebelión de Tuxtepec. Su inexperiencia en la administración publica y la política era evidente.

El impulso a la construcción de ferrocarriles, el crecimiento de la red telegráfica y la fundación del importante Banco nacional de México, palidecieron ante los escándalos sexuales y de corrupción que envolvieron a su gobierno.

Una crisis hacendaria impidió al ejecutivo cubrir el sueldo durante 10 meses el sueldo de los empleados públicos. La emisión de moneda de níquel originó un violento motín en la cuidad de México y el reconocimiento de la deuda inglesa desencadeno una serie de rumores que involucraran al presidente en negocios turbios.

Los escándalos como la reforma del código civil para favorecer a su segunda esposa acabaron con su reputación.

Francisco León de la Barra

Presidente interino, mayo 26 – nov. 6, 1911

De acuerdo con los tratados de Cuidad Juárez que pusieron fin a la revolución maderista en mayo de 1911, León de la Barra ocupo el poder ejecutivo con la encomienda de convocar a nuevas elecciones; debía garantizar la transición entre la dictadura depuesta y el nuevo régimen. Sin embargo, la mayoría de los revolucionarios se opusieron a su designación: representaba el porfiriato sin don Porfirio.

Tuvo una administración absolutamente negra. Mediante intrigas y remociones en su gabinete logró la división interna del maderismo.

Pero el acto mas grave de su gobierno fue lograr el rompimiento entre Madero y Zapata. Mientras ambos caudillos pretendían llegar a un entendimiento, el presidente interino envió a Morelos a sus jefes militares más feroces Victoriano Huerta y Juventino Robles para emprender una violenta campaña contra las tropas sureñas. El resultado era previsible: Zapata considero a Madero un traidor y sobrevino la ruptura definitiva.

Aunque bajo el gobierno de León de la Barra se llevaron a cabo las primeras elecciones libres del siglo XX.

Francisco Ignacio Madero

Presidente constitucional, nov. 6 1911 – feb. 19, 1913

Por medio del Plan de San Luis se levanto en armas. Asumió la presidencia cinco meses después del triunfo de la revolución tras salir victorioso en el proceso electoral. Su gobierno pretendía realizar un ejercicio de equidad politica, delimitar los poderes de la Unión, defender el federalismo, aplicar correctamente la justicia y fortalecer las instituciones. Uno de los pilares de su gobierno fue el respeto a las libertades públicas. Los obreros se beneficiaron con el reconocimiento irrestricto de su derecho de huelga e incluso crearon la Casa del obrero mundial para defender sus intereses.

Su percepción de los grandes problemas nacionales era limitada. A su juicio, la terrible desigualdad social imperante en el país seria solucionada, simple y llanamente, con la instauración de la democracia y el respeto a la ley; Madero enfrento las rebeliones de Emiliano Zapara, Bernardo Reyes, Félix Díaz y Pascual Orozco.

En beneficio de la libertad de expresión acepto el ataque sistemático de la prensa; acepto la renuncia de sus colaboradores más importantes y dio la espalda a otros que pudieron abrir el camino para gobernar acertadamente; coexistió con dos congresos distintos, generalmente adversos a sus propuestas

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