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Huelga de Río Blanco


Enviado por   •  13 de Abril de 2017  •  Prácticas o problemas  •  1.049 Palabras (5 Páginas)  •  259 Visitas

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“Llegará el día en que seamos felices, en que podamos vivir sin hambre, sin cansancio y no tengamos esa sombras adornando nuestros ojos.”

Corría el año de 1892 cuando la empresa CIDOSA se crea, abre sus puertas para muchas de las personas que vivíamos en Río Blanco, Veracruz. Mi padre nos aseguraba que unos franceses habían llegado gracias a la voluntad de Dios para poder darnos una mejor condición de vida. Nadie imaginaba que estábamos a muchos pasos de eso.

ENERO DE 1906

Esta mañana me despertaron las mismas pesadillas que a mi padre mantenían despierto, el hambre y la desesperación nos ataba de manos, Río Blanco no era más que un pueblo lleno de injusticia y fantasmas que se levantan cada mañana para seguir siendo pobres.

Las personas del pueblo tenían un mal augurio sobre las nubes grises que merodeaban las cabezas de los trabajadores.

JUNIO DE 1906

“Por fuera todo guardaba silencio, nada podía ser más contundente que ese momento de quietud; pero por dentro sus corazones ardían y un grito explotaba en sus cabezas.”

Trabajar, nuestra gente no pensaba en otra cosa más que trabajar. Ya corría el rumor de que Cananea luchaba, era la primera vez que veía a mi padre hablar con tanto vigor y, tiempo después, mi madre decía que incluso esperanza asomaba por sus ojos. Sólo tenía ocho años pero para sorpresa de ti, adulto, un niño comprende más que muchos de ustedes y toda esa tensión y la lluvia que no paraba y nos mantenía con la ropa húmeda todo el día me inquietaban sin cesar.

24 de diciembre de 1906

Hoy nos corrieron de la fábrica. Mi padre ha salido con varios hombres del pueblo a hablar con un señor de un periódico. Mi madre no ha parado de rezar y decir que si José Neira es arrestado pueden también fusilar a papá, en silencio fui a la banqueta y rece también para que abrieran la fábrica y no moramos de hambre, para que mi padre viniera ya a dormir y quitara esas ideas de mamá y para que por fin podamos ver esos frutos que en algún momento soñamos.

Papá volvió hasta después de tres días al parecer lograron dejar un recado a don Porfirio Díaz para que hablará con los franceses y nos dejaran trabajar y hasta quien sabe, podamos tener una mejor paga. Todos estaban en huelga, la desesperación empezaba a brillar en los ojos de todos y aún no había noticia del Señor Presidente, esto no durará.

04 de enero de 1907

El periódico Regeneración era uno de los pocos que en mi casa se adquiría, los vecinos vinieron a casa a leer el mismo artículo una y otra vez. Hoy los franceses estaban invitados a una cena de disculpa por parte del Señor Presidente. Mañana tenemos que volver a trabajar.

07 de enero de 1907

Las campanas de la fábrica me despertaron, mi madre me ha levantado para prepararme para el trabajo, mi padre cuando escuchó las campanas salió corriendo pero es muy raro olvido su almuerzo, mi madre espera, no espera nada pero espera. Es hora de irme y lo hago.

Muy pocos vamos hacia la fábrica y mi padre no está en la esquina como siempre esperándome, eso me pone los pelos de punta pero sigo caminando entre la señorita Margarita y la señorita Mariana Martínez, mis vecinas, ellas no dejan de sonreírme como para tranquilizarme.

Y de pronto los reclamos empezaron, mi corazón no dejaba de de golpear hasta la garganta, “quiero a papá” no dejaba de pensar eso y buscarlo con la mirada, mujeres estaban paradas en la puerta de la fabrica gritando a los demás a ellas las encabezaba Lucrecia Toriz y lo hacía mejor que cualquier hombre; fuerte, imponente y con coraje tirando de sus sesos, había odio golpeando sus sienes y ganas de triunfar en todos sus poros.

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