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INVESTIGACION DE LA VIDA DE IGNACIO MANUEL ALTAMIRANO


Enviado por   •  3 de Febrero de 2016  •  Síntesis  •  3.339 Palabras (14 Páginas)  •  146 Visitas

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INVESTIGACIÓN DE LA VIDA DE: IGNACIO MANUEL ALTAMIRANO

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IGNACIO MANUEL ALTAMIRANO:

La fecha exacta de nacimiento de Altamirano ha sido discutida por los especialistas, sólo se cuenta con la fe de bautismo con la que se le registra el 13 de diciembre de 1834, en Tixtla, una zona empobrecida y recóndita de Guerrero en la que aparece con el nombre Ignacio Homobono Serapio de un día de nacido. Sin embargo, Altamirano era supersticioso con los números y solía afirmar: “En 13 nací, en 13 me casé y en 13 me he de morir”, como consigna Fernando Tola de Habich.Homenaje a I. M. Altamirano (1834-1893). Edición fascimilar de la publicada en 1889: “Velada Literaria que en honor del Sr. Lic. Ignacio Manuel Altamirano, celebró el Liceo Mexicano la noche del 5 de agosto de 1889“. Edición de Fernando Tola de Habich. México: Premiá, 1984.

Luis González Obregón, en 1894, realiza el primer acercamiento a la vida infantil de Altamirano. El escritor, con pluma ensayística, desglosa los orígenes míticos del tlixteco en un paraíso indígena en el que la naturaleza ocupaba un primer plano: el niño guerrerense desconocía el español y sus primeros aprendizajes fueron los de la tierra, jugando con los otros niños. En 1992, Jesús Sotelo Inclán realiza un análisis de la vida de Altamirano en los primeros años; apunta que la madre era mestiza, de ahí que no sea completamente dominante su supuesta ascendencia indígena.Ignacio Manuel Altamirano, Obras completas XXI. Epistolario (1850-1889). Tomo 1. Coordinación de Nicole Giron. Edición, prólogo y notas de Jesús Sotelo Inclán. México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1992.

La vida escolar de Altamirano comienza hasta los doce años; está marcada por los contrastes y diferencias sociales y raciales entre indígenas, mestizos y criollos; el propio Altamirano relata experiencias escolares de esta índole: de un lado se sentaban los hijos de los criollos y mestizos considerados “seres de razón” mientras que del otro, los “seres sin razón”, a saber, los indígenas. Dado que el padre de Altamirano es nombrado alcalde indígena de Tixtla, el niño no tiene que someterse a estas opresiones. Sus puntos de vista sobre la educación y lo que más tarde consignará en varias de sus crónicas como parte del progreso del proyecto nacional, sin duda, se cimenta en muchas de las vivencias que encarnó el propio escritor. La civilización corría paralela a una buena educación primaria, cara a una nación que aspiraba a la grandeza.

En 1848, Altamirano concursa por una beca para estudiar en el Instituto Literario de Toluca, con lo cual el destino del niño indígena —ya adolescente— estaba a punto de cambiar. Padre e hijo caminaron durante varios días hacia el Instituto, Ignacio iba descalzo, llevaba los zapatos colgados en el cuello para no maltratarlos; cuando lograron llegar, el ciclo escolar ya había comenzado. Los estudios duraban aproximadamente cinco años; se enseñaban humanidades y ciencias con una concepción enciclopédica del conocimiento. Esta institución formaba parte del ideario liberal que ya se había colado en la educación a partir de 1824. Las contradicciones de la época no se hicieron esperar; había una suerte de sincretismo entre las ideas políticas liberales y las arraigadas concepciones religiosas de los alumnos; esto se reflejaría más tarde en la obra del autor, donde es significativa la presencia de ideas católicas en paralelo al pensamiento político republicano.

Esta etapa para el polígrafo fue estimulante, se desempeñó bien en latín y en francés, aunque estuvo a punto de ser expulsado luego de descubrírsele unos versos obscenos; al final, Juan Álvarez, su pariente político y protector, lo ayudó a permanecer en el Instituto. Durante el segundo año escolar, Altamirano se desempeña como bibliotecario, allí se nutre de los clásicos griegos y latinos: Horacio, Virgilio, Tito Livio, Cicerón, Plutarco, etc. En sus crónicas será constante la aparición de estas lecturas.

La educación en el Instituto lo marca profundamente, sobre todo, por la influencia de Ignacio Ramírez, figura combativa que había que imitar. Ramírez ya había sido encarcelado por su periodismo crítico y había escandalizado a la Academia de Letrán con su acendrado ateísmo. Altamirano mismo testifica que con Ramírez se enseñaba la literatura de otra manera: “Era en toda la amplitud de la palabra una enseñanza enciclopédica, y los que la recibimos aprendimos más en ella, que lo que pudimos aprender en el curso entero, de los demás estudios”. Más tarde en 1852, Ramírez es expulsado del Instituto por sus ideas radicales y el propio Altamirano también, debido a su participación en un periódico considerado subversivo que se llamaba Los Papachos.

A su salida del Instituto, el escritor pasa dos años entre Cuautla y Yautepec en el Estado de México. Los datos acerca de esta época son pocos, aunque gracias a la novela El Zarco, se presume que conoció detalladamente la zona. Al suscitarse la Revolución de Ayutla, se adhiere a sus filas. Cuando Santa Anna, ante las rebeliones en todo el país, ataca Guerrero, Altamirano es conmovido por sus convicciones contra la dictadura y por la agresión que ve sufrir a su tierra de origen. En 1855 triunfa la Revolución de Ayutla y Juan Álvarez es electo presidente de la república. El primer discurso cívico de Altamirano es escrito para Cuautla el 16 de septiembre de ese mismo año: el orador comenzaba su fervorosa participación política a través de la palabra en el púlpito. En este primer discurso, según Nicole Girón, ya se encuentra el germen de las ideas republicanas del escritor, así que éste dará pie a los intensos discursos que elaborará más tarde.Nicole Giron, “Ignacio M. Altamirano y la Revolución francesa: una recuperación liberal“. La Revolución francesa en México. Edición de Solange Alberro, Alicia Hernández Chávez y Elías Trabulse. México: El Colegio de México/ Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, 1992.

En 1856 ingresa al Colegio Nacional San Juan de Letrán a estudiar derecho con una beca que le otorga el presidente interino Ignacio Comonfort. Paralelo a sus estudios, va al teatro, lee los periódicos y escribe. En el Colegio de Letrán, se reúne con otros pensadores revolucionarios y escucha los discursos de Ignacio Ramírez, Melchor Ocampo, Francisco Zarco y todos los liberales que llegaron a dominar los debates que culminarían en la Constitución de 1857. Ignacio Comonfort es elegido presidente bajo esta carta magna, sin embargo, a fines del mismo año, el general Félix Zuloaga se pronuncia con el Plan de Tacubaya, que rechazaba la constitución. Comonfort renuncia a su juramento. A principios de 1858, Benito Juárez, hasta entonces presidente de la Suprema Corte de Justicia, asumió la presidencia de la república de acuerdo con la constitución. Comenzó entonces la Guerra de Reforma o Guerra de Tres Años. A partir de ella, surgen dos gobiernos: el constitucional con Benito Juárez y el militar encabezado más tarde por Miguel Miramón. Juárez, después de pasar algún tiempo preso en Guadalajara, reinstala su gobierno en Veracruz y en 1859 dicta las Leyes de Reforma, nacionalizando los bienes de la iglesia. La guerra de Reforma dura hasta 1860.

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