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Invasion Sovietica


Enviado por   •  5 de Noviembre de 2014  •  1.633 Palabras (7 Páginas)  •  116 Visitas

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1979 las fuerzas soviéticas penetraron en Afganistán, los observadores internacionales se plantearon si ello se debía a un deseo consciente de violar las normas no escritas de la distensión o bien obedecía a razones circunstanciales y no destinadas a convertirse en perennes. Pero nada de lo sucedido se entiende sin tener en cuenta los antecedentes históricos.

Afganistán fue, desde el siglo XIX, un Estado dibujado en el plano como si fuera una realidad pero sin límites naturales claros y una especie de asociación de etnias de vida a menudo muy conflictiva sin que ninguna de ellas tuviera una mayoría o una fuerza suficiente para imponerse a las demás ni tampoco residiera tan sólo dentro de esos límites. Con quince millones de habitantes en 1979 y una altitud y clima que hacían muy difícil la agricultura, en realidad el pasado de Afganistán se explica por haber sido una especie de Estado-tapón -una Polonia de Oriente- durante todo el siglo XIX entre las dos influencias cruciales de la zona, la rusa y la inglesa. En 1919, tras la Revolución de octubre, la Unión Soviética fue el primer país en reconocer la independencia de Afganistán a quien incluso concedió una modesta ayuda económica. El puro realismo les hizo a los soviéticos considerar, sin embargo, que su influencia no debía pasar más adelante: Afganistán siguió siendo una Monarquía con alguna apariencia constitucional a medida que fue pasando el tiempo. Después de la Segunda Guerra Mundial la URSS y los Estados Unidos siguieron manteniendo a Afganistán como Estado-tapón pero la dependencia económica de la URSS se fue haciendo mayor cuando Pakistán cerró su frontera por la existencia de diferencias territoriales. De este modo, en los años setenta el 43% de las importaciones, casi todas las armas y el 60% de la ayuda exterior venía de la URSS. En este contexto no puede extrañar que surgiera un Partido Democrático Popular -PDP- que vino a ser el equivalente, aunque oculto, de un Partido Comunista. Estuvo, sin embargo, muy dividido en tendencias que, muy probablemente, no correspondían a ningún motivo ideológico sino a personalismos.

Después de una fuerte sequía a comienzos de los setenta que pudo haber provocado varios millares de muertos, en 1973 un golpe de Estado llevado a cabo por el primer ministro Daoud supuso la proclamación de la república. Autoritario y nacionalista, Dauod llegó al poder con apoyo soviético y de un sector del PDP pero pronto demostró una voluntad de independencia que le hizo inaceptable. En 1978 una revolución le desplazó y estableció un Gobierno revolucionario dirigido por Taraki, que inmediatamente puso en marcha una revolución. Ésta, sin embargo, muy pronto chocó con una sociedad tradicional en la que, por ejemplo, se consideraba inaceptable la alfabetización de las jóvenes. En 1979 el número de desertores de un Ejército de 100.000 hombres se elevaba ya a más de 40.000 y era necesario emplear la fuerza contra los montañeses del Norte con la ayuda de unidades aéreas soviéticas. Al mismo tiempo, los conflictos entre los dirigentes del partido fueron siempre muy duros y no menos sangrientes. En unos pocos meses Taraki había eliminado a cuatro ministros; en septiembre de 1979 fue ejecutado él mismo como consecuencia del golpe de Amin, su segundo. Todo esto sucedía en una situación en que se consideraba como un dato adquirido la vinculación de Afganistán con la URSS: ni siquiera el asesinato de un embajador norteamericano produjo una modificación de esta situación por intervención de este país. Esto es lo que explica la intervención soviética como también la inestabilidad política reinante: en un viaje reciente a Moscú los soviéticos recomendaron a Taraki librarse de Amin. Lo sucedido en Afganistán fue exactamente lo contrario. El temor a una situación parecida a la de Irán y el persistente deseo de lograr una absoluta seguridad en su glacis defensivo pudieron contribuir a que la intervención finalmente se llevara a cabo. Fue, por tanto, la incompetencia de sus propios colaboradores quien indujo a la URSS -principalmente al Ejército y la KGB- a la intervención.

Las propias tropas soviéticas atacaron el palacio presidencial de Amin y le ejecutaron; en sólo seis días 55.000 soldados habían hecho acto de presencia en el país islámico. La verdad es que todas las tendencias actuantes en la política afgana habían pretendido, en un momento u otro, que los soviéticos aparecieran en su país. Pero lo grotesco fue que en este caso se justificó la intervención soviética gracias a la petición de que se produjera el nombramiento de un Babrak Karmal, dirigente del PDP, que era un particular residente en el extranjero y que inmediatamente fue convertido en supremo dirigente del Estado afgano. Se entiende el nerviosismo de los soviéticos involucrados en un conflicto sin salida aparente. Pero, por más que Afganistán estuviera desde hacía tiempo bajo la influencia soviética, parece evidente que lo sucedido en esta ocasión suponía, desde la perspectiva norteamericana,

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