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JALISCO Independencia


Enviado por   •  13 de Abril de 2013  •  Exámen  •  1.302 Palabras (6 Páginas)  •  416 Visitas

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JALISCO

Independencia

La noticia de que Carlos IV había abdicado en su hijo Fernando se conoció en Guadalajara en julio de 1808 y sus autoridades se aprestaron a organizar la jura del nuevo Rey, tal como se había hecho veinte años atrás con el propio Carlos IV.

Sin embargo, casi de inmediato llegó el desconcierto: la Gazeta de México del 16 de julio hablaba de la presionada decisión de Fernando VII de abdicar en favor de su padre y de éste en Napoleón Bonaparte.

Esta maniobra, conocida como el Pacto de Bayona, desató una enconada oposición de casi todos los americanos, cobrando auge la idea de que el pueblo era la fuente originaria del poder y que el Rey no podía disponer de él sin su anuencia.

Así pues, en el caso particular de México, ante los hechos que agitaban a la Península, correspondía a los componentes de los ayuntamientos decir la última palabra.

Durante los días sucesivos desfilaron ante el Presidente personas de todas la órdenes ofreciendo sus vidas y caudales en defensa de la "Religión, el Rey y la Patria". Incluso de las comunidades indígenas arribaron enviados a la capital de Nueva Galicia, para ofrendarse también en aras del "amado y perseguido Fernando VII".

En abril de 1809, las autoridades de la Intendencia juraron obedecer a la Suprema Junta Central Gubernativa de España e Indias, tal y como se había hecho en la ciudad de México, en tanto que elegían al obispo Cabañas como su delegado en dicha Suprema Junta. Pero como el suelo hispano, durante el primer semestre de 1809, quedó copado por la fuerza invasora, y las perspectivas del triunfo español parecían muy remotas, Cabañas no se movió de Guadalajara.

Por otro lado, del sur de América empezaron a llegar alarmantes noticias: ciudades como Caracas, Buenos Aires y Bogotá habían decidido prescindir del gobierno español y aspiraban a tomar la dirección de sus respectivas provincias.

Guadalajara tuvo noticia de la insurrección encabezada por Miguel Hidalgo en Dolores el 25 de septiembre de 1810. El canónigo José Simeón de Uría, recién electo diputado a las Cortes españolas por la Intendencia de Guadalajara, desde las proximidades de Querétaro envió la voz de alerta a las autoridades neogallegas.

Comoquiera, ya para fines de septiembre el "grito de Dolores" resonaba en la Nueva Galicia; dos pequeños grupos sublevados hacían acto de presencia: uno, acaudillado por Navarro, Portugal y Toribio Huidrobo, se desplazaría entre, Jalostotitlán, Arandas, Atotonilco y La Barca; otro, guiado por José Antonio Torres -a quien apodaban "el Amo"-, recorrería Sahuayo, Tizapán el Alto, Atoyac y Zacoalco.

El 28 de noviembre los insurgentes de Mercado se emplazaron frente al puerto requiriendo su rendición, lo cual ocurrió tres días después, no obstante que había elementos suficientes para la defensa.

Al apoderarse Torres de Guadalajara, de inmediato informó a Hidalgo y a Allende de sus logros y los invitó a tomar posesión de la recién sometida ciudad.

Hidalgo recibió la oferta en Valladolid y, sin tardanza, se trasladó a la sede neogallega al frente de casi siete mil jinetes.

A diferencia de Valladolid, que lo recibió con suma frialdad, Guadalajara le brindó una bienvenida extraordinariamente calurosa y animada. El 25 de noviembre acudieron a Tlaquepaque las diversas corporaciones civiles y eclesiásticas de la ciudad para recibirlo y escoltarlo durante su entrada.

El 29 de noviembre expidió un primer decreto de abolición de la esclavitud dirigido a toda la Nación, pero una semana más tarde, el 6 de diciembre, emitió otro, más conciso, donde su firma se acompañaba por la de Ignacio López Rayón, en calidad de secretario.

A fin de sofocar la rebelión, avanzaron rumbo a Guadalajara los brigadieres Félix María Calleja y José de la Cruz. Hidalgo, al enterarse de ello, salió a encontrarlos al frente de su "ejército", compuesto por ochenta mil hombres. Entre ellos, iban los siete mil indios de Colotlán que comandaba el cura Calvillo, que sólo sabían manejar la flecha y la honda.

Aun cuando la superioridad numérica insurgente logró poner en graves aprietos a su contrario, la mejor disciplina y técnica

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