LA HISTORIA DE TODOS.

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LA HISTORIA DE TODOS.

ZAMORA LIMA EVELIN

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LA HISTORIA DE TODOS.

Recuerdo que mi primer acercamiento a la Historia fue en quinto de primaria, no entendía cuál era el motivo de tener dicha materia, solo pensaba en tener que recordar fechas, lugares, nombres, acontecimientos y visto desde ese punto Historia era fatal, era una tortura para el cerebro de cualquier niño de 11-12 años. El profesor se esmeraba en hacer dinámica la clase, buscaba formas de narrarnos los hechos y que retumbaran en nuestra cabeza, gracias a eso fui conociendo un poco la transformación social vivida a lo largo del tiempo en México y en el mundo, me fueron presentando algunos nombres de personas que habían logrado papeles importantes en esas historias, eran más bien unos “héroes”, gente capaz que lograba mover masas pero para mí seguía sin tener utilidad alguna y no eran más que simples historias, tenían 11 años y qué importancia pude haberle dado a esa edad que no entendía muchos problemas de mi entorno.

Pasado el tiempo, en segundo de secundaria tuve una profesora de historia, también, tenía una forma peculiar de explicar y un amplio interés por enseñarnos los hechos como “en verdad habían sucedido” dicho interés me resultaba conflictivo por qué, ¿cómo saber lo que en realidad ocurrió en un lugar y momento donde no estuvimos? ¿Cómo probar las historias que durante años hemos oído sin cuestionar? Y, ¿es correcto poner en tela de juicio el honor de esos héroes que nos han presentado en cada suceso?, lo cierto es que ese interés fue despertando curiosidad en mí y fui recordando hechos sin gran esfuerzo mental. Luego escuché una frase que hasta el momento sigo sin saber quién la dijo realmente: “pueblo que no conoce su historia, pueblo que está condenado a repetirla”, esa frase quedó tatuada en mi mente y fui por la vida creyendo que ese era el único fin de la historia, evitarnos errores a futuro, fui condenando a la sociedad mexicana por nuestros problemas, diciendo que era su culpa por no conocer la historia y si es cierto gran parte de la población mexicana no conoce su historia, los problemas no derivan del todo de eso, porque analizando nuestra realidad eso no es verdad, por más que conozcamos del pasado hay cosas que son cíclicas y ocurren más de una vez, entonces esa no podría ser la finalidad de la historia, su finalidad no puede ser algo tan dudoso su finalidad tiene que ser algo aún más complejo.

Analizando dos textos de “Historia, ¿para qué?” voy uniendo ideas, respecto a la finalidad de la historia, y quizá con eso me gustaría empezar, tratando de darle respuesta a esa pregunta, ¿para qué sirve la historia?, digo “tratando” porque la finalidad es subjetiva, varia de persona a persona, quizá hay gente que como yo hace años crea que es para evitarnos errores. Lo más básico que podríamos contestar sería como simple conocimiento general, porque es importante saber la historia de tu país, región o la historia del mundo, saber de dónde venimos, y está bien, es correcto de alguna forma todos deberíamos conocer que hubo antes de nosotros, pero su objetivo no llega hasta ahí. La historia también puede servirnos como “guía” si bien no nos evita errores, nos enseña cómo actuar cuando se presenten situaciones similares. Otra respuesta que podríamos dar sería qué, la historia sirve para explicarnos nuestro presente a raíz de los antecedentes. La historia también sirve para decirnos quienes somos, nuestra historia nos define, a nivel individuo o a nivel colectivo, ambos niveles están estrechamente unidos; no hay historias colectivas sin seres individuales, ni seres individuales sin historias colectivas, porque como dice Luis Villoro: “ninguna actividad intelectual ha logrado mejor que la historia dar conciencia de la propia identidad a una comunidad" ^[1]  y eso es lo que hace la historia, nos define. La historia también puede ser una crítica a nuestra forma de vivir y una reflexión hacia como viviremos. No solo es mero conocimiento cognoscitivo, ni pretende solo evitarnos errores, no solo sirve como guía, también sirve para unirnos y definirnos. Cierro la pregunta de “¿para qué?” Con esta frase:

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