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La Arquitectura del Siglo de las Luces


Enviado por   •  21 de Agosto de 2018  •  Documentos de Investigación  •  1.585 Palabras (7 Páginas)  •  832 Visitas

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La arquitectura del siglo de las luces.

En estas breves líneas no se pretende hacer un análisis a fondo de lo que fue nuestra arquitectura en el último fin de siglo y en el comienzo del presente, sino señalar, de manera general, algunas de las esencias que la caracterizan y la distinguen. [pic 5]

La arquitectura del Siglo de las Luces presenta en México ejemplares de gran calidad, comparables en importancia, quizá, con algunas de las obras del siglo que le había precedido y adquiere un significado y un interés tal que comienza a ser advertido por historiadores y críticos.

Es el siglo XIX, para la historia de México, un siglo en el que tienen lugar acontecimientos políticos de extrema importancia, que van a ser determinantes en las formas de vida y en las formas culturales. En el primer cuarto del siglo tiene lugar la guerra que culmina con la independencia de la corona española, de los territorios que colindaban al sur con la Capitanía General de Guatemala y al norte con la Luisiana y las antiguas posesiones inglesas que habían dado origen a partir de 1782 a los Estados Unidos de Norteamérica.

Años más tarde, la guerra de Texas, que trae como consecuencia la trágica pérdida de gran parte de las Provincias Internas de Oriente y de Occidente reduciendo el territorio nacional a poco menos de la mitad en su superficie; el establecimiento del Segundo Imperio por el archiduque Maximiliano de Austria con el apoyo de Napoleón III de Francia, el triunfo de la República, la Reforma y la interminable serie de luchas y de revoluciones internas, que culminarían con la instauración de la dictadura del general Porfirio Díaz al declinar el siglo.

Es éste el tiempo en el que se desarrolla una arquitectura en la cual se verán reflejadas todas esas circunstancias.

Haciendo un poco de historia, el rey Carlos III, por cédula del 25 de diciembre de 1783, estableció la Real Academia de San Carlos de la Nueva España, que propiciaría el fin del mundo barroco, para dar lugar al arte neoclásico. Las inmensas riquezas de las minas y la consolidación de los antiguos mayorazgos fundados en el siglo XVI, que impulsaban la producción agrícola y ganadera, harían que la Nueva España alcanzara su cenit, al finalizar el siglo XVIII, bajo el reinado de los Borbones, que por otra parte, no eran ajenos a la influencia cultural venida de Francia a la Corte de España y que se extendería más tarde en sus dominios allende los mares.

Los viejos tratados de la arquitectura del Renacimiento italiano, asimilados por los maestros del plateresco hispano, que habían escrito obras tales como Las medidas del romano de Diego de Sagredo, impresa en Toledo en 1526 y de varia conmensuración para la escultura y la arquitectura de Juan de Arphe, aparecida en Sevilla en 1585, sirvieron de base teórica a la arquitectura del virreinato y desde luego no serían extraños en las lecciones de la Academia, que sintetizaría y, hasta cierto punto, reglamentaría el arte de la época, cuyas grandes obras se edificarían al comenzar el siguiente siglo, alcanzando su más alto grado de perfección y refinamiento en el Palacio de Minería, obra de un valenciano ilustre, Manuel Tolsá. [pic 6]

La arquitectura neoclásica concluye en México con la consumación de la Independencia, extendiéndose su influencia en los años inmediatos posteriores, ya que los maestros de la Academia y sus discípulos se hacen cargo de las edificaciones que se realizan, hasta la desaparición de la institución a la que tanto debió ese estilo. [pic 7]

Va a ser el año de 1843 la fecha que marca el renacimiento artístico, ya que por un decreto del presidente Antonio López de Santa Anna se ordena la reorganización de la desaparecida Academia, a la que van a ingresar maestros que se buscan en Europa, como el pintor catalán Pelegrín Clavé. Años más tarde es nombrado director el arquitecto italiano Javier Cavallari, ex director de la Imperial y Real Academia de Milán. A partir de ese momento, la influencia europea en la arquitectura es categórica, ya que, además, a los alumnos más distinguidos se les pensiona en Italia o en Francia trayendo a su regreso los tratados franceses de arquitectura que estaban en boga, como el de Durand, el de Reynaud y los de Violet Le Duc y posteriormente el de Cloquet y el de Gaudet. Sin embargo, la sección de arquitectura en diversos periodos estuvo dividida en dos partes: lo técnico se estudiaba en la Escuela de Minas y lo estético en Bellas Artes.

Fue hasta 1867, al organizarse de nueva cuenta la Academia, cuando se unió el ramo de arquitectura, quedando otra vez como una Escuela dentro de la institución, temporalmente, ya que años más tarde se volvió al estado anterior.

Es preciso también señalar, que en estos años el liberalismo de la Reforma, traería consigo por razones de orden estrictamente político, la demolición de los antiguos conventos y, con ello, la modificación de la traza que hiciera en el siglo XVI Alonso García Bravo para la ciudad virreinal, tratando de acabar inútilmente con cualquier vestigio de la cultura que le había precedido.

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