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La Economia

carmencarolina10 de Julio de 2012

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John Maynard Keynes: en busca

de una economía sin escasez

ALAIN PARGUEZ*

K EYNES EN EL PANTEÓN INTELECTUAL DE LA CENTURIA

ntre los economistas del siglo XX Keynes alcanzó fama im-

perecedera y se encuentra en el nivel de Einstein y Freud

sideran a sí mismos poskeynesianos en la medida en que Keynes

es el punto de partida de su propia lucha o revolución contra la

economía neoclásica, que cual ave fénix se mantiene como el

fundamento de la ideología dominante. Un auténtico poskey-

en el panteón intelectual del siglo. A Einstein se le recuerda

nesiano no tiene que estar embelesado con la economía de Keynes

por su teoría de la relatividad y a Freud por la teoría del psicoaná-

lisis, en tanto Keynes será recordado siempre por su teoría de

la demanda efectiva. Einstein introdujo una nueva concepción

del universo y Freud, una nueva comprensión de la psique huma-

na; Keynes modificó para siempre la relación entre la humanidad

y su entorno material al derrumbar el mito de la escasez nacional

heredado de la economía clásica. Esos tres personajes inventaron

un nuevo mundo a partir de una genuina revolución cultural.

La mejor prueba de la omnipresencia de Keynes es la refe-

rencia obsesiva a su trabajo entre quienes pugnan por restaurar

el viejo mundo en el que merodeaban restricciones inhumanas

o naturales. Los defensores contemporáneos de un capitalismo

sin límites disfrazado de globalización y su hermana gemela,

la “nueva economía”, se enorgullecen de su antikeynesianismo

y acusan a sus adversarios de ser keynesianos. Uno tras otro, los

autores de los libros de texto ortodoxos buscan desacreditar el

legado de Keynes porque consideran que ello es condición sine

qua nonde su capacidad para convencer a estudiantes y maes-

tros de la solidez de su versión restaurada de la economía neo-

clásica. Ingeniárselas para despreciar a Keynes ha sido la prueba

última para forjarse una promisoria carrera como economista

elogiado por empresas, gobiernos y organizaciones internacio-

nales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Ban-

co Mundial. Es explicable que todos los poderes económicos

teman a Keynes, pues quienes lo leen y procuran entenderlo han

cuestionado durante años la economía por aquéllos elegida. Los

economistas heterodoxos o que ponen en duda a Keynes se con-

ni empeñarse en reescribir la Teoría generacon interpretaciones

distorsionadas. Lo que está en juego es descubrir el mensaje de

Keynes y formular una nueva teoría general que compendie lo

que se debe conservar de la economía de Keynes. Los poskey-

nesianos fracasaron en su intento por captar a un público amplio

porque muchos de ellos no pudieron o no quisieron ir más allá

del contenido literal de la Teoría general,en términos tanto de

teoría como de política económicas.1 La labor de Keynes abarcó

la revolución intelectual del siglo XX en su totalidad. La crítica

de Freud a la psicología clásica subyace en la crítica keynesiana

sobre el racionalismo económico,2 en tanto que la concepción

del tiempo de Keynes se acerca mucho a la teoría de la relatividad

de Einstein: ambas rechazan la noción clásica de un tiempo ob-

1. Alain Parguez, “Victoria Chick and the Theory of the Monetary

Circuit: An Enlightening Debate”, en Philip Arestis, Sheila Dow y

, Routledge, Lon-

dres y Nueva York, 2001.

2. Gilles Dostaler y B. Marris, “Dr. Freud and Mr. Keynes on

, Routledge,

Londres y Nueva York, 2000.

* Profesor de economía en la Universidad de Besançon, Francia. Este

omercio Exterior. El autor

aclara que si bien de ninguna manera pretende implicarlos en sus planteamientos, los debates y análisis de años con Thomas Ferguson, Joseph Halevi, Marc Lavoie, Louis-Philippe Rochon y Mario Secca-

reccia le significaron un importante estímulo.

comercio exterior,diciembre de 2000 1035

jetivo, independiente del observador y del espacio; el tiempo

JOHN MAYNARD KEYNES

ohn Maynard Keynes fue uno de los principales innovadores

intelectuales y sin duda el economista más importante de la

J primera mitad del siglo XX. Nació en Cambridge el 5 de ju-

nio de 1883 y murió en Tilton (Sussex) el 21 de abril de 1946.

Con ayuda de una beca Keynes estudió en Eton. Luego fue

al King’s College, Cambridge, donde en 1905 obtuvo un gra-

do en matemáticas. Después pasó otro año en Cambridge es-

tudiando economía con el entonces decano de la economía bri-

tánica, Alfred Marshall, y el alumno y sucesor de éste como

profesor de economía política en Cambridge, Arthur Pigou.

Keynes ingresó luego al servicio civil, en donde trabajó durante

más de dos años en la India Office, aunque jamás visitó ese país.

A raíz de este trabajo surgió su primer libro sobre economía:

(1913), obra de naturaleza en

buena medida descriptiva y cuya principal preocupación no era

el sistema monetario indio como tal —ni siquiera la economía

india—, sino tomar este sistema como ejemplo del funciona-

miento de un patrón de cambios-oro. Este libro también pro-

pició su primera participación relevante en la vida pública como

miembro de la Royal Commission on Indian Finance and Cu-

rrency, conocida como Comisión Chamberlain (1913-1914). En

1908 Keynes regresó a Cambridge como profesor de economía

y sometió su tesis doctoral al King’s College: A Treatise on

Probability (1909); una revisión de este trabajo —aún hoy con-

siderado pionero— se publicó en 1921.

Poco después de estallar la primera guerra mundial, Keynes

pidió en Cambridge un permiso para ingresar al Tesoro britá-

nico; sus excepcionales facultades lo hicieron ascender con ra-

pidez: en 1919 encabezó la delegación de su país en la Confe-

rencia de Paz de Versalles. Su total desacuerdo con las sanciones

keynesiano es subjetivo, “vivido”, lo que explica por qué el fu-

turo no puede preverse o siquiera suponerse.

El propósito de este ensayo es develar el éxito de la revolu-

ción keynesiana, lo que entraña primero demostrar que realmente

hubo tal revolución, contra la concepción dominante de la econo-

mía. Una forma hábil y furtiva de desacreditar a Keynes consiste

en encapsularlo en la economía neoclásica: así estandarizado,

se le despoja de mensaje y se le reduce a un capítulo de libro de

texto que aborda el modelo IS-LM,3 las bases microeconómicas

de la macroeconomía, los cimientos de las cuentas nacionales

o la posterior cosecha de “neokeynesianos”.4

En la primera parte se examinan los orígenes de la revolución.

Al contrario de lo que dicen los libros de texto de economía,

Keynes no existió en un mundo virtual desprovisto de ancla en

el mundo real. El flagrante fracaso de la economía clásica —la

ortodoxia dominante— para comprender a cabalidad la crisis de

la economía capitalista mundial condujo a Keynes a poner en tela

de juicio las propuestas fundamentales de esta economía. En la

segunda parte se explica la respuesta de Keynes a su duda car-

tesiana en términos de método y solución. En la tercera se pre-

senta el verdadero efecto de Keynes en el curso de la teoría y la

política económicas.

ORÍGENES: CUESTIONAMIENTO DE UNA ORTODOXIA

EN BANCARROTA

o que Keynes consideró “ortodoxia” era la teoría o juego

de proposiciones subyacentes a las interpretaciones prepon-

que consideró extremadamente duras del Tratado de Paz de

derantes de los principales fracasos del sistema económi-

Versalles lo llevó a renunciar a la delegación británica y redactar

una vehemente denuncia en su obra Economic Consequences

of the Peace(1919), que se tradujo a numerosos idiomas y de

la noche a la mañana lo convirtió en una celebridad mundial.

A partir de entonces Keynes fue una figura internacional cuya

voz se escuchaba en torno de todos los problemas económicos

fundamentales del Reino Unido de la entreguerra y, de hecho,

en todo el mundo occidental. En 1925 Keynes se casó con la

bailarina rusa Lydia Lopokova, de la compañía Diaghelev, con

quien estableció un teatro en Cambridge y cuyo éxito artístico

y monetario fue extraordinario.

En 1936 Keynes publicó la más importante de sus obras, The

General Theory of Employment, Interest and Moenl,a que

sostuvo fundamentalmente que el paro

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