La Filosofía De Occidente

1. FILOSOFÍA Y CULTURA EN OCCIDENTE

Este primer capítulo se dedica a un análisis de la importancia que ha tenido la filosofía como componente esencial del pensamiento y el modo de actuar occidental, dada la influencia que ha ejercido en la cosmovisión que poseen las culturas de estos pueblos. Con ello se espera que el lector pueda generar criterios propios acerca del ser mismo de la filosofía y su valor como elemento que ha sido concomitante con el ser cultural al cual pertenece.

1.1. EL CONCEPTO DE CIVILIZACIÓN

Genéricamente se entiende por civilización al estadio de desarrollo cultural propio de las sociedades humanas más avanzadas, dado el nivel que han alcanzado en sus actividades, cultivando la ciencia, las artes, el pensamiento y las costumbres. Los estudiosos modernos agregan al concepto de civilización como estado de desarrollo avanzado de una sociedad, el hecho de que ésta posee una unidad histórica y cultural.

Son precisamente logros especiales, los que permiten a los historiadores considerar a la cultura de una sociedad, como civilización. Pero ésta, en general, no surge de un momento a otro, sino que es el resultado de un prolongado y permanente accionar de los grupos sociales en un ámbito geográfico, con dominio político y cultural, que implica generalmente suplantar o someter otras culturas, pero al mismo tiempo tomar de ellas elementos y patrones que le dan un sentido de filiación o dependencia, en las que muchas veces se impone la dinámica del conquistador conquistado.

En el siglo XVIII, Gobineau distinguía siete grandes civilizaciones en la historia, dentro de las cuales incluía la Occidental, que ya en la Edad Media había logrado notable nivel de desarrollo cultural.

1.2. EL MUNDO OCCIDENTAL

La Civilización Occidental –o sea, la conformada principalmente por Europa, los países bajo su tutela y América- como casi todas las grandes civilizaciones de la humanidad, es filial de una serie de culturas predecesoras que constituyen su árbol genealógico. Esto hace que para poder conocer las raíces de donde procede la cultura a la cual pertenece, los pueblos nos preguntemos por las señales de paternidad y filiación de las que somos deudores, pues con grandes rasgos nos han alimentado históricamente; ya que, a pesar de las dificultades que los historiadores encuentran para delimitar una sociedad y clasificarla como civilización y de que en no pocas ocasiones usan el término civilización para referirse a un número de sociedades pasadas, en el caso de Occidente hay consenso general en reconocerla como tal.

La civilización occidental comienza a estructurarse a partir del ámbito espacial, geopolítico y cultural del Imperio Romano, y en el tiempo correspondiente a los inicios de la Edad Media, en cuyas coordenadas es posible reconocer el encuentro con la Cultura Helénica, entendida como interés y fervor por la cultura e ideales dominantes y característicos en la Grecia clásica, en particular por la forma que adquirió en Atenas en los siglos V y IV a.C. La cultura helénica fue asumida como una comunidad política en su última fase, en la que había estado dividida en un una multiplicidad de Estados locales antes del Imperio; en cuyo escenario confluyó una serie de expresiones y manifestaciones culturales, cuya solidez les permitió imponerse con fuerza de perdurabilidad.

A partir de la época moderna , lo que hoy es considerado como el mundo occidental va a ser está condicionado por dos fuerzas distintas, la democracia en el campo político y el industrialismo en el campo económico. Estas dos coordenadas han dado forma a un modo de pensar la historia en torno a la idea de los estados nacionales que se forman a partir de la época moderna, idea que Toynbee considera inadecuada y prefiere recurrir al concepto de civilización.

El predominio de Occidente sobre el resto del mundo comienza a marcarse en el siglo

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