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La Inflación en Chile y el fracaso del Estado Benefactor

ArkantoscamoTrabajo25 de Agosto de 2020

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Introducción:

Tomando como fuente al INE (Instituto Nacional de Estadísticas, activo desde 1843), Chile proyecta en la actualidad una población total de 19.107.216 habitantes[1] hacia el 30 de junio del presente año, de los cuales, según el Boletín Estadístico de Empleo Trimestral de mayo/julio del presente año[2], 8.474.030 chilenos cuentan con una ocupación formal mientras que otros 2.417.780 trabajan desde la informalidad, que sumados a los desocupados (654.680) representan  cerca del 60% (11.546.390) de la sociedad chilena.

Hablamos entonces de una sociedad lo suficientemente integrada al mercado del trabajo y que, es preciso agregar, ha logrado integrarse en la economía mundial con relativo éxito. ¿Cómo se llegó hasta este punto? Es indudable que la última dictadura militar jugó un rol decisivo en la reestructuración del aparato productivo chileno, pero este trabajo se propone examinar con mayor detenimiento este proceso poniendo como eje central la temática de la inflación y la estabilidad de las variables macroeconómicas así como profundizar sobre las implicancias que estas políticas tuvieron a largo plazo sobre nuestro país vecino.  

Chile en el siglo XX: Agricultura y Minería.

Chile entrará al siglo XX precedido de la Guerra del Pacífico (1879-1884), de la cual saldrá victorioso. Habrá obtenido en ella no sólo considerables extensiones territoriales sino también importantes depósitos de salitre y cobre que fuesen otrora mayormente bolivianos (sumados a algunos peruanos, minoritarios en comparación).

Esta adquisición impulsará las exportaciones de un modo extraordinario para un país que tradicionalmente se especializara en la producción agropecuaria (del trigo, principalmente, y para autoabastecimiento casi en su totalidad) y en la explotación del salitre, que cobró una preponderancia aún mayor tras la mencionada guerra. A fin de exponer sus consecuencias sobre su situación respecto de los mercados mundiales, podemos citar estos cuadros, realizados por el ingeniero Santiago Martín Vicuña, en su trabajo El Salitre de Chile 1830-1930[3]:

Salitre en qq. m. (quintales métricos)

Yodo en Kgs.

1880

2.161.000

83.900

1890

9.214.000

219.700

1900

'14.521.000

326.400

1910

23.339.000

590.000

1920

27.725.000

350.000

1930

24.460.000

420.000

Su impacto sobre la estructura impositiva chilena no ha sido menor, por otro lado, posibilitando un marcado incremento en los gastos del Estado:

(medido en millones de pesos  chilenos)

Gastos

Derechos nacionales salitreros

Proporción ( %)

1880

48.7

2.3

4.7

1890

72.8

15 .1

48.1

1900

102.5

50.1

49.0

1910

156.7

80.4

51.3

1920

212.0

105.6

41.0

¿Qué impacto generó este auge salitrero en la estabilidad de otras variables intermedias y el crecimiento? Un estudio realizado por el FMI en el año 2000[4], específicamente por Eduardo Aninat, Ministro de Hacienda de Chile entre 1994 y 1999 (que ocupaba el cargo de Subdirector Gerente del FMI durante dicho estudio) recopila los siguientes resultados:

(en décadas)

Crecimiento del PIB

Inflación

Saldo Cuenta Corriente

Superávit Fiscal

1880

3,2

1,1

1,2

–2,8  

1890

3,4

4,8

0,8

–2,6

1900

3,0

5,2

3,4

–2,2

1910

0,2

6,1

4,8

–1,7

1920

4,4

3,5

6,6

1,5

1930

1,2

5,5

No disponible.

1,4

(PIB e Inflación calculados como promedio anual, Saldo de Cuenta Corriente y Superávit Fiscal calculados como porcentaje del PIB)

Como podemos observar, existió a la par del crecimiento del PIB y de un aumento en el gasto público cierta presión a la alza de los precios generales, que se desacelerará tras la Primera Guerra Mundial pero retomará su curso en la brevedad.

Sin embargo, estamos lejos de afirmar que la inflación chilena previa a la crisis de 1930 fue el producto monocausal del crecimiento económico que sobrevino tras la Guerra del Pacífico. Otro de los legados que esta última imprimirá y que afectará al país vecino será su política monetaria, que, en palabras de René Millar Carvacho en su libro “Políticas y Teorías Monetarias en Chile 1810-1925 [5]: “Creemos que ha quedado suficientemente claro que buena parte de la responsabilidad por la promulgación de leyes de carácter inflacionario, recae sobre los papeleros y sobre los sectores que, afectados por contracciones del circulante o alzas de los intereses, presionaban por nuevas y mayores emisiones y dificultaban el regreso a la convertibilidad. Hay que hacer notar que para el Chile de fines del siglo XIX y primeras décadas del XX, sin un organismo regulador independiente del poder político, un régimen de papel moneda directa o indirectamente iba a dar pábulo al desarrollo de tendencias inflacionarias”.

Tras la disputa entre oreros (partidarios de adoptar el patrón oro) y papeleros (partidarios de mantener la moneda local “independiente” para poder expandir la oferta monetaria de ser necesario) previo a la creación del Banco Central (1925), la Guerra del Pacífico suministró las condiciones para la adopción del criterio “papelero”, tras lo cual la inflación cobró un nuevo impulso.

Según Carvacho en el citado trabajo, “la tendencia papelera, por lo menos entre sus más destacados personeros, formaba parte de una concepción económica general, que pretendía ser una propuesta alternativa y moderna al liberalismo clásico. […] Ellos postulaban un mayor intervencionismo del Estado en la economía, abogaban por el establecimiento de barreras proteccionistas que favorecieran el desarrollo industrial y tenían cierta desconfianza de la iniciativa privada. [… ]Quienes escribieron posteriormente contra ellos, en su mayoría antiliberales, siguieron la teoría de Fetter […] olvidándose o desconociendo que los papeleros fueron el antecedente directo de las posturas económicas estatistas y socialistas de los años posteriores a 1930”.

Industrialización por sustitución de Importaciones.

        Suele entenderse al ya abordado Ciclo Salitrero como una orientación de la economía chilena que tuvo lugar entre 1879/80 y 1930. El nuevo período que se abre se caracterizará, desde la política, por adoptar por primera vez, desde la aplicación de la Constitución de 1925, el Sistema Presidencialista. ¿Qué implica esto? Entre muchas otras cosas, que los presidentes electos habrán de responder a ciertas demandas específicas de sus votantes y que, irremediablemente, la cuestión social cobrará cada vez mayor importancia.

        Antes de hablar de ello, conviene pasar revista al estado de la economía hacia 1931, fecha en la cual Carlos R. Keller publica el sumario “La Eterna Crisis Chilena[6].

        Por supuesto, es preciso remarcar que durante lo que va de 1930, caerán abruptamente las exportaciones, así como en menor medida la importación también. Mientras que hacia 1929 se exportaba por 2.293 millones (de los cuales 2.026 estaban asociados a la minería) y se importaba por 1.618, apenas un año después ese número descenderá a exportaciones por 1.326 (de las cuales 1.110 son mineras) e importaciones por 1.400, lo cual nos indica que se introduce un claro desbalance en la Balanza de Pagos. Como vemos la caída de los precios internacionales del salitre y el cobre fueron críticos para la población.

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