La Lucha De La Mujer
Vreisdr27 de Abril de 2015
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R e sist e n c ia y m o v im ie n to d e m u je r e s e n E s p a ñ a ( 1 93 6 19 76 ) , Barcelona, Icaria, 1979. 15 Elisa Garrido (editora), H is to ria d e la s m u je r e s en E s pa ña , Madrid, Síntesis, 1997, pp. 544548. Temma Kaplan, “Luchar por la democracia: formas de organización de las mujeres entre los años cincuenta y los años setenta”, en Anna Aguado (editora), M u jer e s , r egu la c ió n d e c on f lic to s s o c ia les y cu lt u r a d e la pa z , Valencia, Universitat de València, 1999.
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Utilizaron como instancias más seguras para reuniones y asambleas la universidad y las parroquias, de tal manera que en los primeros años sesenta nacería en Madrid uno de los primeros grupos de reunión de mujeres conocido como Seminario de Estudios de la Mujer. Todavía más importante sería el proyecto de asociación catalán denominado Primera Asamblea Democrática de Mujeres de Sant Medir, germen auspiciado desde 1965 por el PCE para su propagación por el resto del país junto a otros grupos parecidos que darían lugar al Movimiento Democrático de Mujeres. Finalmente, en 1975 y después de no pocos cambios de programa, se denominaría Movimiento Democrático de Mujeres/Movimiento de Liberación de la Mujer. En una estrategia que pasaba por movilizar a las propias mujeres con actividades en los barrios, las primeras reivindicaciones se proponían la exigencia de igualdad legal y laboral y, en el ámbito familiar, la ley de divorcio. Para esa finalidad se constituyó en Madrid la Asociación Española de Mujeres juristas en 1970 bajo la dirección de María Telo y cinco años más tarde surgiría el primer despacho de abogadas feministas, cuya prioridad fue la defensa de las mujeres en los casos de separación matrimonial. Siguiendo estos pasos el movimiento feminista conseguiría una madurez que se manifestaría en independencia respecto a cualquier partido o grupo opositor al régimen. Finalmente, pocos días después de la muerte de Franco, echaron a andar las Jornadas Nacionales por la Liberación de la Mujer organizadas por la Plataforma de Organizaciones de Mujeres de Madrid, acontecimiento trascendental para el movimiento feminista español. En todo caso muy pronto se dejarían ver en su seno dos direcciones: una corriente para la cual la lucha de las mujeres formaba parte de la lucha de clases y, por tanto, admitía la doble militancia; y otra tendencia más radical que apostaba por una sola militancia al margen de su vinculación a cualquier proyecto político o sindical. El proceso político de la Transición no hizo sino afianzar el crecimiento del movimiento feminista con la aparición de agrupaciones de mujeres por todo el ámbito nacional cuya presión permitió que la Constitución de 1978 hiciera suya la no discriminación por sexo. La manifiesta desigualdad legal que ha quedado expuesta más arriba sería uno de los motores movilizadores que llevaría a la organización de mujeres en el ámbito universitario fundamentalmente, pero que se iría extendiendo a otras reivindicaciones y a la incorporación de mujeres procedentes de otros medios y otras experiencias, confluyendo en una corriente que comenzará a tomar forma como “movimiento feminista” a finales de 1975 y que, después de cuatro años de intensa actividad, comenzaría un etapa de pérdida de fuerza, en parte por las disensiones internas, en parte por los nuevos desafíos que implicaron la puesta en marcha de las instituciones democráticas 16 . Con antelación un largo y difícil recorrido había tenido lugar por parte de muchas mujeres que habían aprovechado el marco asociativo de la dictadura para entrar en sus asociaciones. En este punto y desde la nueva ley de 1964 fueron penetrando en las
16 En realidad no es muy apropiado hablar de la mujer en el franquismo porque no todas recibieron el mismo trato y se relacionaron de igual manera con la dictadura. En este sentido la búsqueda de una nueva ciudadanía supuso un mayor esfuerzo para las republicanas y las derrotadas en general que para las integrantes o simpatizantes del régimen. Dentro del antifranquismo femenino destacó especialmente la labor del Movimiento Democrático de Mujeres dado a conocer en estos dos trabajos: Irene Abad Buil, “Movimiento democrático de mujeres. Un vehículo para la búsqueda de una nueva ciudadanía femenina en la transición española”, pp. 245253 y Francisco Arriero Ranz, “El movimiento democrático de mujeres: de la lucha antifranquista a la conciencia feminista (19641975)”, pp. 253263, en C o ng r es o L a T r a n s ic ió n d e la D icta d u r a f r a n qu is ta a la d em o cr a ci a , Barcelona, 2005.
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Asociaciones de Amas de Casa líderes feministas para reeducar, concienciar en sus derechos y politizar, en definitiva, a muchas mujeres con la excusa de implicarse en los problemas propios del barrio: guarderías, carestía de la vida, enseñanza, zonas verdes, agua, semáforos, etcétera. Se convirtieron así en instrumentos de reivindicación y vías para descubrir su participación social rompiendo los “códigos de silencio” a que habían sido sometidas. Más adelante se exploraron otras vías de “entrismo” como fueron los clubs o asociaciones culturales del tipo de Cabezas de familia o de asociaciones de padres de alumnos. En definitiva se trabajaba con la idea de llegar a crear un auténtico movimiento de masas. Algunas mujeres, por tradición familiar o por contactos en los centros de estudios, se iban incorporando a las actividades que se realizaban en los diversos grupos de oposición política a la dictadura, en condición de militantes, colaboradoras, simpatizantes o prestando apoyo en forma más o menos ocasional y participando de las actividades de protesta que, por entonces, se generalizaron tanto en las fábricas y universidades como en los barrios populares. Muchas de estas mujeres realizarían el camino desde la participación en grupos políticos a la integración en grupos de mujeres feministas, a partir de los problemas que encontraron en las formas políticas al uso por el hecho de ser mujeres. Otras se movilizaron en torno al problema de la compatibilización del cuidado de los hijos y los trabajos. Comenzaron entonces las primeras experiencias autogestionarias de guarderías y las reivindicaciones para su creación por parte del Estado. Ello implicaba la ruptura con el viejo y caduco modelo tradicional de criadoras de los hijos en el que los hombres trabajaban fuera de la casa para conseguir el dinero necesario. Para estas mujeres jóvenes, con mayores niveles de instrucción que sus madres, comenzaba la penuria de la doble jornada, que para tantas mujeres convirtió la dedicación exclusiva al hogar como la opción más deseable, frente al agobio de tener que hacerlo todo. A las mujeres que siempre habían tenido que trabajar porque necesitaban esos ingresos, se sumaban ahora otras que, además de por móviles económicos, querían trabajar como una forma de entender sus propias vidas y de realización personal, de preservar cierta autonomíadentro de la institución familiar. Entre las que se incorporaban a trabajos remunerados, poco a poco iban comprobando las diferencias de trato y las desigualdades imperantes en los medios laborales entre hombres y mujeres: en general, estas últimas recibían salarios menores y sus posibilidades de promoción eran bastante más remotas que las de sus compañeros masculinos, lo cual y en breve daría lugar a otra fuente de malestar y motivo de debates. En este sentido, la vertiente más fuerte de iniciación del movimiento feminista como tal la constituyeron grupos espontáneos de mujeres que comenzaron a reunirse para conversar entre ellas sobre el creciente malestar que sentían y que no conseguían explicar ni delimitar. Estos grupos, básicamente iniciados por amigas, irían progresivamente incorporando temas de debate, accediendo a textos producidos por mujeres en otros países más desarrollados. Por su propia forma de constitución y por las preguntas de las que partían estas mujeres, una de las características que las diferenciaba de los grupos políticos tradicionales era la fuerte implicación personal y afectiva, el espacio concedido al debate de cuestiones de la vida cotidiana,
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