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La era babilónica


Enviado por   •  3 de Julio de 2014  •  Tutoriales  •  3.643 Palabras (15 Páginas)  •  147 Visitas

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DasfadfasdIrak ocupa el territorio de una de las más antiguas civilizaciones de Occidente. La Mesopotamia fue el lugar donde se desarrollara, hacia el año 5000 a.C., la cultura sumeria. En 2371 a.C., el rey Sargón de Akkad tomó el control de la región y estableció la primera Dinastía asiria. El Imperio Asirio expandió sus dominios incluyendo las modernas Turquía, Irán, Siria e Israel, hasta derrumbarse en 612 a.C. con la caída de su capital, Nínive (la actual Mosul) y ser sustituido por la civilización babilónica. El rey Hammurabi (que habría gobernado entre 1792-50 a.C.) hizo de Babilonia su capital y creó el primer código legal. Nabucodonosor II (circa 605-562 a.C.), un magnífico constructor, desarrolló los jardines colgantes que hicieron de la ciudad una de las más espléndidas de la antigüedad.

La era babilónica vio su fin cuando los persas, al mando del Rey Ciro el Grande, invadieron en 539 a.C. y dominaron la región hasta las conquistas de Alejandro Magno en 331 a.C. Sus sucesores, los seléucidas, gobernaron por 175 años hasta las nuevas invasiones persas comandadas por los partos, que construyeron múltiples canales y sistemas de irrigación. Posteriormente, los sasánidas fundaron una nueva capital en Ctesifón, cerca del Tigris.

Tras las conquistas árabes en el siglo VII (ver Arabia Saudita) Mesopotamia fue el centro geográfico de un enorme imperio. Un siglo después la nueva dinastía de los Abbas trasladó la capital de Damasco hacia el este, donde el califa al-Mansur construyó, a orillas del Tigris, una nueva: Bagdad. Durante tres siglos, la ciudad de Las Mil y Una Noches fue el centro de una naciente cultura.

Desde los griegos, el mundo mediterráneo no había visto tal florecimiento de las artes y las ciencias. Sin embargo, la gran extensión del imperio hizo que, a la muerte de Harum al-Raschid, empezara el derrumbe. Perdidas las provincias africanas, independizada toda la región situada al norte y al este de Persia bajo los tahiríes (Reino de Jorasán), los califas debieron recurrir cada vez más a ejércitos de esclavos o mercenarios (sudaneses o turcos) para mantener el control de un estado que menguaba continuamente. Cuando los mongoles mataron al último califa de Bagdad en 1258, el califato como realidad política ya no existía.

Luego de las conquistas de Gengis Khan, que arrasaron la economía agrícola, la región se modificó profundamente y numerosos estados (turcos, seléucidas u otomanos, mongoles, turcomanos, tártaros o kurdos) se alternaron en el poder. El desplazamiento de pueblos de las estepas (ver Afganistán) trajo gran inestabilidad a la media luna fértil que, luego de la tentativa de Timur Lenk (Tamerlán) en el siglo XIV, desembocó en la unificación bajo el dominio de los turcos-otomanos en el siglo XVI.

Al comenzar el siglo XVI el sunnismo tenía el poder en Irak, bajo el mando otomano. Igualmente, los chiítas del sur (identificados con el régimen iraní) seguían manteniendo gran prestigio, lo que limitaba la autoridad turca. Los esfuerzos estaban dirigidos a mantener abiertas las rutas comerciales (que unían Oriente y Occidente hasta el Mediterráneo) a través del territorio, como alternativa a las rutas marítimas que rodeaban África. Esto significaba enfrentarse a las indomables tribus árabes y kurdas y a los continuos avances iraníes. Suleiman impuso un estricto y directo control sobre el territorio iraquí, buscando cumplir estos objetivos.

A comienzos del siglo XVII, la autoridad de los líderes locales dentro de Irak había crecido notablemente. Por entonces, Bakr Su Bashi, jefe militar de una guarnición con sede en Bagdad, se unió al sha Safavid 'Abbas I, quién logró el control del centro del país. Mientras Mosul y Shahrizor continuaron bajo el dominio otomano la zona central permaneció bajo el gobierno de Abbas I entre 1623 y1638.

El Tratado de Qasr-i Shirin (también llamado Tratado de Zuhab) de 1639 puso fin al conflicto y devolvió el control de Bagdad a los otomanos. Con la excepción de los disturbios tribales, Irak se mantuvo en relativa estabilidad. El sur del país fue definitivamente controlado en 1668 y los problemas que se sucedieron reflejaban lo que acontecía en Estambul, centro del Imperio Otomano.

El siglo XVIII trajo importantes cambios en la región. El gobierno del sultán Ahmed III en Estambul se caracterizó por la calma política y las reformas (influenciadas por el modelo europeo).

En Bagdad, Hasan Pasha (1704-1724), de origen georgiano, fue sucedido por su hijo, Ahmed Pasha (1724-1747), quien introdujo los mamelucos desde Georgia. Eran esclavos, principalmente cristianos del Cáucaso, entrenados para tareas militares y administrativas que, a la muerte de Ahmed, quedaron en el poder nombrando al yerno de éste, Suleiman Abu Layla, primer pasha mameluco de Irak.

Desde la segunda mitad del siglo XVIII, el poder mameluco transcurrió alternando épocas de prosperidad y calma con otras plagadas de problemas internos y corrupción.

Al despuntar el siglo XX, los movimientos partidarios de un «renacimiento árabe» en la región también se notaron en Irak, preparando la gran rebelión que sacudió el dominio turco durante la Primera Guerra Mundial (ver Arabia Saudita, Jordania y Siria). Los ingleses intentaban ampliar su influencia en la región. Derrotados los turcos, la expectativa independentista se frustró cuando se conoció el Tratado secreto Syles-Picot de 1916, por el cual Francia e Inglaterra se dividían los territorios árabes. Faisal, hijo del jerife Hussain, fue expulsado de Siria por lo franceses. La formalización del mandato británico sobre Mesopotamia hizo estallar una rebelión independentista en 1920.

En 1921 el emir Faisal ibn Hussain fue coronado rey de Irak como compensación. En 1930 el general Nuri as-Said, que había asumido como primer ministro, firmó un tratado con los británicos por el cual el 3 de octubre de 1932 el país obtuvo la independencia nominal.

Ese mismo año se firmó el Pacto de Bagdad, que estableció una alianza militar entre Irak, Turquía, Pakistán, Irán, Gran Bretaña y Estados Unidos. El pacto fue resistido por los nacionalistas de Irak. La agitación antiimperialista condujo al golpe militar de julio de 1958, dirigido por el general Abdul Karim Kassim, y culminó con la ejecución de la familia real.

El nuevo régimen disolvió todos los partidos en julio de 1959 y proclamó la anexión de Kuwait. La Liga Árabe, dominada entonces por Egipto, autorizó el desembarco de tropas británicas para proteger el enclave petrolero y frustró el intento.

La colaboración de la URSS y China hizo pensar en Irak como una «nueva Cuba» (hubo intentos de planificación

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