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La invisibilización de la mujer en los medios de comunicación (1914-1919)

luispa47Trabajo1 de Julio de 2016

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La invisibilización de la mujer en los medios de comunicación (1914-1919)

“En los análisis que preceden la mujer, a pesar

de su función irremplazable en la reproducción,

jamás interviene como vector de la organización social.

Desaparece detrás del hombre: su padre, su hermano o su esposo”

Claude Meillassoux

Introducción

El objetivo del presente trabajo de investigación es realizar un acercamiento por medio del relevamiento de revistas argentinas durante el período de la Primer Guerra Mundial (1914-1919) y poder establecer cuál fue el lugar y el trato que se concedió en ellas a la mujer, uno de los tantos grupos invisibilizados o excluidos de la sociedad. Hemos optado por la revista Caras y Caretas y, el recorte temporal lo estableceremos a partir de seleccionar los primeros números de cada año de la mencionada revista. Por un lado, en cuanto a lo que hace a la elección de la revista en sí, tenemos en cuenta que la misma fue de enorme relevancia para el período tratado porque fundamentalmente acompañó a la construcción de la Argentina moderna y dio cuenta de los fenómenos políticos, sociales y culturales en los que atravesó el país. Además, considerando el público al que se dirige la revista, creemos que se podrá rastrear de un modo más directo y espontáneo todas aquellas representaciones que se tenía por aquel entonces. Tanto en el ámbito político, cultural y social de la argentina como del exterior. Entendemos a Caras y Caretas, como un revista de interés general, que podía ser leída por un trabajador, una ama de casa, un letrado europeo o un simple miembro de las clases más acomodadas de la sociedad argentina.

Por otro lado, el recorte temporal que elegimos nos resulto oportuno porque al ser la primera edición de cada año, inferimos que en esas revistas se jugaría algo más que un inicio de año. Tanto para sus editores, directores y el staff que la componen como para sus potenciales lectores, ya que será el desafío editorial y periodístico que guiará el rumbo de las tiradas del resto del año. Además, y en relación a nuestro objeto de estudio, la revista se predispone a ofrecer un amplio panorama de publicidades para el año que comienza, las fiestas que le continúan y la temporada de vacaciones veraniegas.

Sumado a esto, se agrega un condimento especial a nuestro marco de análisis que es el surgimiento de la Primera Guerra Mundial. En este contexto, la República Argentina estaría estrechamente ligada al proceso de la guerra, fundamentalmente en materia económica. Si bien, su papel oficial será siempre neutral salvo en los últimos momentos de la guerra; su rol como exportadora de alimentos a las potencias beligerantes la obligaría a tomar una posición determinante, rechazando el carácter de “neutralidad”. En este contexto, el papel de la mujer se haría sumamente presente, no en el campo de batalla ni en términos políticos, sino en todos aquellos temas que la vinculen con la ayuda o la caridad (especialmente para el bando Aliado).

Como marco teórico elegimos dos artículos de revistas:

• FERRER PÉREZ, V; BOSCH FIOL, E. (2013) Del amor romántico a la violencia de género.

• MARTÍNEZ LIROLA, M. (2010) Explorando la invisibilidad de mujeres de diferentes culturas en la sociedad y los medios de comunicación.

Además de dos libros:

• DUBY, G; PERROT, M. Historia de las mujeres. Tomo V: El siglo XX.

• MEILLASOUX, C. Mujeres, graneros y capitales. Economía domestica y capitalismo.

Resultados del relevamiento de Caras y Caretas (primeras revistas entre los años 1914-1918)

Para el año 1914, el semanario ya contaba con 16 años de trayectoria y un verdadero caudal de seguidores. En la primera revista correspondiente al 3 de enero de 1914 la mujer se observa en la mayoría de los casos en los que se la menciona, siempre relacionada a productos tanto de belleza, salud, cuidado personal o a la vestimenta.

Siguiendo a las autoras Ferrer Pérez y Bosch Fiol, creemos que durante el proceso de socialización, y a través de los diferentes agentes socializadores (escuela, medios de comunicación, familia) nos llegan una serie de contenidos sobre aquellos comportamientos, actitudes y formas de ser que son los considerados “adecuados” para nuestra sociedad. Un sistema de valores que no son otros que los que establece el sistema patriarcal. En este marco los varones se definirían como “ser-para-sí” y entre los mandatos de la masculinidad estarían las ideas de racionalidad, autosuficiencia, ser controlador y proveedor. Tener éxito y poder, se audaz y resolutivo, seguro y confiado en sí mismo. Las mujeres, en cambio, se definirían como “ser-para-otros” y entre los mandatos que le corresponden aparece su papel como cuidadora y responsable del bienestar de otros. Al punto de que su valor se mida por su capacidad de entrega y servicio a los demás. Responsable de tareas de cuidado que se realizan sin reciprocidad, sin esperar nada a cambio e incluso renunciando a las propias necesidades y deseos. “Su (supuesta) predisposición al amor (hasta el punto de considerarlas completas solo cuando “pertenecen” a alguien); su papel como madres (hasta considerar que su plenitud y satisfacción solo puede alcanzarse a través de la maternidad) y su aspecto físico (hasta considerar que es la belleza lo que las hace visibles, aceptadas y valoradas socialmente) (FERRER PÉREZ; BOSCH FIOL, 2013: 111)

Entendemos, por esto y siguiendo al psicólogo social Edgard Sampson, que las identidades de género, al igual que las de raza, se definen en relación con la de otro que domina. De modo que, para que exista una identidad masculina autónoma, independiente y controladora debe existir otra identidad dependiente y relacionada con el cuidado y servicio, esta es la identidad femenina. Un rol que le fue impuesto, que antepone las necesidades de otros a las propias, un rol de sumisión, pasividad o falto de iniciativa. Un rol que aparece a lo largo de las publicidades en las revistas. Por ejemplo: Una de las publicidades más violentas es una mujer sentada con los brazos y la cara sobre una mesa y un hombre de pie, en postura amenazante acompañados por el siguiente texto. “Sabes que tengo que comer manjares livianos, digestivos, delicados y te olvidas de exigir que te manden el Aceite Boccanegra” Otro ejemplo, de sumisión o pasividad aparece en una publicidad de Jabón Reuter, donde un hombre besa la mejilla de una mujer que mira hacia un costado, lo acompaña el siguiente texto: “Las mejillas, tan tersas, tan frescas, tan aterciopeladas; el perfume exquisito y sugestionante que en ellas ha quedado impregnado, gracias al uso del maravilloso jabón, el beso robado que une el amor y el jabón Reuter” Un beso robado a la mujer sumisa, un beso robado por su falta de iniciativa, pasividad y sumisión. Pero por otro lado, el concepto de beso robado como un hecho de amor.

Aparece además un chiste, en la página de humor muy degradante:

“Entre amigas:

-Y la sirvienta aquella tan simpática ¿la tienes siempre?

-No. La he despedido.

-Pero ¿cómo? ¿No me decías que era una alhaja?

-Si, una alhaja con la que se adornaba mi marido con frecuencia” Firma: M. G. En este “chiste” vemos además una doble opresión: por un lado, la opresión por ser mujer y por otro lado, la diferencia de clase al tener que trabajar en la casa de otro.

Al mismo tiempo, otra reflexión que se desprende del relevamiento de la revista de 1914 es que la mujer, en los casos en que no aparece como una propuesta para la moda, o para el cuidado personal, se nos presenta como miembro de la alta sociedad. Es decir, el rol que tenía, o la mirada que se tenía de ellas, era que pertenecían a un estrato de la sociedad que se dedicaba fundamentalmente (y las pruebas lo demuestran) al ocio y a sociabilidad entre familias más pudientes. Un nítido ejemplo son los pié de las fotos que describen a: “un grupo de familias en el jardín que rodea al castillo, disfrutando del espectáculo al aire libre, mientras se repartía el hermoso árbol de Navidad” ; u otro en donde se expone una serie de retratos de la “personalidades francesas” en las cuales la mujer está presente. Es curioso este punto, porque debajo de cada retrato hay una breve descripción de cada persona y su profesión. En este caso, las profesiones que se les otorgan a las mujeres están siempre ligadas a la beneficencia, la caridad o el ambiente artístico relacionado con la educación (por ejemplo, rectora de la academia de Bellas Artes de Belgrano). Para poner otro claro ejemplo, y siguiendo con el mismo tema de la beneficencia, por momentos encontramos en esta actividad que reúne únicamente al sexo femenino (y preferentemente el de avanzada edad) una relación bien estrecha con la Iglesia. Es decir, no es casualidad que las llamadas “Damas de beneficencias” aprovechen la ocasión de celebración del calendario católico (una misa de Gallo, una celebración de Reyes, Navidad, etc.) para reunirse y realizar sus actos de caridad. De este modo también, la Iglesia nos se quedaría rezagada sobre esta cuestión o estos temas, y aprovecharía los beneficios de las donaciones provenientes de las clases más pudientes para manipularlas y conseguir algún provecho de tales situaciones públicas. Otro aspecto destacable, pero que en la fuente se encuentra muy escasamente, es a la mujer relacionada con el vinculo de trabajo. O sea, no en términos modernos de independencia económica, sino como una vocación. La mujer vinculada al ámbito laboral está pensada únicamente por medio de las instituciones educativas. Las maestras

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