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La visión del mundo del hombre de la Edad Media


Enviado por   •  15 de Febrero de 2022  •  Apuntes  •  1.652 Palabras (7 Páginas)  •  126 Visitas

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La visión del mundo del hombre de la Edad Media.

La Edad Media es una interrupción en el desarrollo de la cultura: ese fue el veredicto de los humanistas. Vencer ese prejuicio no es nada fácil. Está claro que, en el intento, se corre el riesgo de sustituir la vieja «leyenda negra» sobre la Edad Media por una nueva «leyenda dorada». Lo que hace falta es estudiar la cultura medieval bajo la luz de su propia lógica e intentar comprenderla desde dentro.

El conocimiento histórico representa siempre conciencia de sí: al estudiar la historia de otra época los hombres no pueden dejar de compararla con su tiempo. Por tal motivo, se corre el riesgo de aplicar a unas u otras épocas y civilizaciones nuestras propias categorías de pensamiento.

Es necesario ver con claridad el peligro que encierra un procedimiento tal. No entenderíamos nada de la cultura medieval si nos limitásemos a la consideración de que en aquella época reinaba la ignorancia y el oscurantismo porque todos creían en Dios. Si queremos conocer el pasado tal y como era, no podemos dejar de aspirar a estudiarlo de manera inmanente, revelar su propia estructura interna y evitar imponerle nuestros criterios modernos de valor.

Los actos de los hombres siempre han sido inspirados por los valores e ideales de su época y de su medio. Estos conforman su visión de mundo. En la Edad Media los poetas y los pintores prefieren la tipificación a la individualización; parten de la irreconciliable oposición entre lo sublime y lo vil, situando en las antípodas el bien absoluto y el mal absoluto.

Al estudiar la cultura medieval nos encontramos constantemente con una mezcla paradójica de nociones contradictorias: lo sublime y lo vil, lo espiritual y lo groseramente corporal, lo siniestro y lo cómico, la vida y la muerte. Aún estando en las antípodas, estas nociones se aproximan con frecuencia, invierten sus posiciones y vuelven luego a distanciarse otra vez. La cultura medieval se presenta constamente ante nosotros como una combinación de oposiciones que puede parecernos imposibles. Todas esas absurdidades e incongruencias necesitan ser explicadas y comprendidas de manera adecuada.

A la hora de elegir como objeto de análisis la actividad intelectual de los hombres de la Edad Media no se debe aslar la esfera de tal actividad del contexto histórico-cultural más amplio, porque sólo en el marco de esa totalidad que llamamos cultura medieval es posible entender correctamente uno u otro de su componente. De ahí la creencia en la unidad de la creación: se percibía lo eterno en lo temporal. Así, el hombre representaba la unión de todos los elementos que componían el mundo y el fin último de la creación: el microcosmos era en cierto modo una copia del macrocosmos.

Esta integridad de la visión del mundo no supone una absoluta armonía. Exisían en ella oposiciones irreconciliables que encontraban sus raíces en la vida social de la época: riqueza y pobreza, dominación y sometimiento, libertad y carencia de libertad, privilegio y humillación.

Al historiador debe interesarle cómo veían su propio tiempo los hombre del pasado. Para ello habría que orientarse a desvelar las principales categorías universales de la cultura, que impregnan en todas sus manifestaciones y sin las cuales esta última no sería posible. Nos referimos a conceptos y formas de percepción de la realidadtales como el tiempo, el espacio, el cambio, la causa, el destino, el número, la relación entre lo sensible y lo suprasensible, la relación entre las partes y el todo.

Las mencionadas nociones universales están en cada cultura, ligadas entre sí y forman una especie de «modelo del mundo», una «red de coordenadas» mediante las cuales los hombres aprehenden la realidad y construyen la imagen del mundo que existe en su conciencia.

Estas categorías fundamentales preceden en cierto modo a las ideas y a la concepción del mundo que se forman en los miembros de la sociedad o en los grupos que la componen. El carácter obligatorio de tales categorías para todos los miembros de la sociedad hay que entenderlo, como es lógico, una imposición inconsciente por parte de la sociedad, y de una percepción igual de inconsciente, de una «absorción» de esas categorías y representaciones por parte de los miembros de la sociedad. Esas categorías están plasmadas en la lengua y en otros sistemas de signos, y resulta igual de imposible pensar el mundo sin recurrir a tales categorías como pensar al margen de las categorías del lenguaje.

Cuando decíamos que las principales categorías conceptuales y sensoriales eran universales, nos referíamos a la circunstancia de que éstas son esenciales al hombre en cualquier eta de su historia —aunque el contenido de las mismas sea variable. Las nociones y representaciones conceptuales fundamentales de una civilización se forman en el proceso de actividad práctica de los hombres. Y, en ese sentido, reflejan la práctica social.

Todo esto atestigua la importancia primordial del estudio de tales categorías para comprender la cultura y la vida social de las diferentes épocas de la historia. Esas categorías, arrancadas del tejido vivo de la cultura medieval, han llegado hasta nosotros en forma dispersa y, lo que es más importante, vaciadas de las significaciones específicas que les daban los hombres de la Edad Media.

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