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Las Mujeres


Enviado por   •  3 de Octubre de 2013  •  2.163 Palabras (9 Páginas)  •  249 Visitas

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"Para mí, una de las revoluciones no fracasadas de este siglo

ha sido la revolución de las mujeres:

si no ha cambiado toda la historia de la humanidad,

sí ha cambiado la convivencia, las relaciones sociales, políticas y familiares".

-Cristina Peri Rossi (Bergero 87).

Este epígrafe de la escritora uruguaya Cristina Peri Rossi resume el alcance de la participación de las mujeres en la vida contemporánea. De hecho, el activismo político de las mujeres ha tenido un impacto importante en preocupaciones centrales en América Latina, tales como el acceso a la vivienda, el empleo, la salud pública, la conservación ecológica, la superación de la violencia, la plena participación democrática y los derechos humanos. La importancia de la actuación de las mujeres en los procesos actuales de transformación cultural ha sido subrayada por numerosos estudios. Al respecto señala Gloria da Cunha-Gaibbai:

Por un lado, la lucha de la mujer representa una victoria sobre la modernidad patriarcal que la mantenía sometida. Por otro, puede representar el significado de la globalización, ya que la mujer de hoy puede participar más activamente en la creación de una sociedad internacional más justa (Arancibia & Rosas 27).

Esta cita subraya los significativos cambios operados por y para las mujeres durante los últimos cien años, pero también presenta un problema fundamental: ¿es posible hablar de "la mujer", en singular, cuando en realidad existen muchas formas ser mujer que varían según la clase social, el origen étnico, la historia personal y nacional, la educación, la pertenencia laboral, la orientación sexual, la herencia religiosa, etc.? Y lo que es aún más importante, ¿puede postularse un solo proyecto de liberación femenina, homogéneo y dirigido por las mujeres del Primer Mundo, cuando las circunstancias e iniciativas de las mujeres del Tercer Mundo son tan diversas y tan válidas como las de sus compañeras europeas o norteamericanas? Por ejemplo, uno de los campos de lucha por parte de las mujeres de las clases media y alta ha sido su derecho a trabajar y ganar salarios equivalentes a los de los hombres. Pero, para muchas mujeres indígenas y campesinas latinoamericanas, trabajar ha sido la norma durante siglos, y para algunas de ellas puede ser más lógico reclamar su derecho a quedarse en casa y cuidar a sus hijos.

Un enfoque en la situación de las mujeres durante los años noventa revela los profundos cambios que han ocurrido en América Latina en las décadas recientes. Muchas más mujeres viven hoy en las ciudades especialmente en las megalópolis como São Paulo, Buenos Aires y México D.F. que en las zonas rurales. Entre 1970 y 1990, el número de mujeres empleadas en la economía formal subió en un 83% en todas las regiones latinoamericanas, excepto en el Caribe (Valdés & Gomaris 75). El acceso de las jóvenes a la educación ha aumentado constantemente desde 1950. En México y Brasil, el número de niños que una mujer cría durante su vida se ha reducido a la mitad; en Cuba, Venezuela, Uruguay y Costa Rica, las tasas de nacimiento son comparables con las del sur de Europa (Miller 186). Es más, aunque la mayoría de las latinoamericanas pueden describirse como culturalmente católicas, su vida diaria está regida por una visión secular del mundo reforzada por la comunicación global, la migración interna e internacional, y por el aumento de la autonomía personal y la movilidad social. La participación de las mujeres en la administración política de sus países ha crecido considerablemente, y el número de senadoras, jueces, alcaldesas y gobernadoras es sorprendente. Hay incluso varios casos de mujeres que han estado a la cabeza de su país: Isabel Perón gobernó a Argentina tras la muerte del presidente Perón en 1975, Violeta Chamorro ocupó la presidencia de Nicaragua en 1990, Mireya Moscoso ganó las elecciones panameñas en 1999, Sila María Calderón fue electa gobernadora de Puerto Rico en 2001, y Michelle Bachelet gobierna Chile desde 2006. Desde 1975, se aprobó en Cuba una ley que requiere a hombres y mujeres compartir por igual las responsabilidades domésticas y de crianza de los hijos.

Sin embargo, este perfil enmascara las profundas variaciones regionales, tanto al interior de cada país, como entre una nación y otra. El aumento en la participación de las mujeres dentro de la fuerza laboral formal, convive con el número creciente de mujeres que viven en condiciones de extrema pobreza. En los noventa, se estima que unos 130 millones de mujeres y niños, que viven sobre todo en la periferia urbana los barrios pobres, apenas se las arreglan para cubrir sus necesidades diarias trabajando en la economía informal, como vendedoras ambulantes, lavanderas, y empleadas domésticas. Esta situación es, nuevamente, el reflejo de las condiciones económicas de vastos sectores de la población latinoamericana en general, situación que la política neoliberal no ha podido solucionar, y que genera crimen y tensiones sociales. Además, incluso para las profesionales, el nivel de salarios es generalmente menor para las mujeres que para los hombres.

Pero las variaciones no se limitan a los aspectos económicos o laborales. Así como las poblaciones latinoamericanas presentan profundas diferencias socio-culturales entre sí, tampoco puede identificarse un solo tipo de mujer latinoamericana. Una colombiana tendrá problemas para comunicarse con una jamaiquina, puesto que hablan diferentes idiomas, pertenecen a grupos raciales y étnicos dispares, y tienen referencias culturales muy distintas. Una ejecutiva de La Paz tendrá muy poco en común con una campesina Aymara de los Andes bolivianos, quien tal vez ni siquiera hable español. Por lo tanto, la historia de las latinoamericanas debe hacerse a partir de la plena conciencia de esta herencia múltiple. Su diversidad es la base del rico diálogo cultural emprendido por las mujeres en el mundo contemporáneo. Los movimientos feministas no son ni pueden ser asociaciones homogéneas, sino foros pluralistas que ejercen el diálogo entre razas, entre culturas, entre clases sociales y demandas de muy diferentes tipos. Este diálogo se hace patente en la siguiente declaración de una chilena en el IV Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe en Taxco, México, en octubre de 1987:

Creo que, desde el feminismo más radical, han emergido ideas profundamente transformadoras. Las primeras feministas dieron la patada inicial, y ahora el balón circula por un campo que no siempre está controlado por las mismas jugadoras. A veces los goles los hace gente que ni siquiera ha militado en el feminismo, pero que

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