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Los 7 Sabios De Grecias


Enviado por   •  18 de Mayo de 2013  •  8.345 Palabras (34 Páginas)  •  797 Visitas

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A fines del siglo IV a.C. el filósofo Demetrio de Fáleros, discípulo de Aristóteles, recoge las sentencias atribuidas a los siete sabios de Grecia.

La denominación de Siete Sabios fue el título dado por la tradición griega a siete antiguos sabios griegos (alrededor del 620 — 550 a. C.), renombrados por su sabiduría práctica que consistía en una serie de aforismos memorables. Merecieron dicho nombre debido a que sus enseñanzas o frases son una guía de la vida de los hombres. Este conjunto incluye tanto a filósofos como a estadistas o legisladores. La tradición de los Siete Sabios se mantuvo a lo largo de los siglos. Por ejemplo, Plutarco compondría un Ágape para siete sabios.

Relación de sabios

• Cleóbulo de Lindos: se le atribuye la máxima La moderación es lo mejor. Gobernó como tirano de Lindos, en la isla griega de Rodas, c. 600 a. C. También se conoce su aforismo Aceptar la injusticia no es una virtud, sino todo lo contrario.

• Solón de Atenas: acuñó la máxima Nada con exceso, todo con medida para guiar el comportamiento práctico de los hombres. Solón (640 a. C. - 559 a. C.) adquirió fama como legislador y reformador social en Atenas. Otro aforismo atribuido a él es No tengas prisa en buscar nuevos amigos, pero una vez encontrados no tengas prisa en deshacerte de ellos.

• Quilón de Esparta: autor de la máxima No desees lo imposible. Político del s. VI a. C., intenta mejorar los sistemas para controlar mejor a los más altos funcionarios del estado. Asimismo, se le atribuye la militarización de la vida civil de Esparta y las primeras medidas para la educación castrense de la juventud.

• Bías de Priene: La mayoría de los hombres son malos, indica la máxima atribuida a este político griego que alcanzó gran fama como legislador en el s. VI a. C.

• Tales de Mileto: Filósofo y matemático, destacó gracias a su sabiduría práctica, a su notable capacidad política y a la gran cantidad de conocimientos que poseía. Se le atribuye la máxima En la confianza está el peligro.

• Pítaco de Mitilene: fue un estadista griego (c. 650 a. C.) que gobernó en Mitilene (Lesbos), junto con el tirano Mirsilo. Pítaco intentó restringir el poder de la nobleza, y ejerció el poder apoyándose en las clases populares. El aforismo por el que se le conoce es Debes saber escoger la oportunidad.

• Periandro de Corinto: como tirano de Corinto, intentó mantener la estabilidad política interna y propició la prosperidad del país durante el período entre los s. VII-VI a. C. Se ocupó de reglamentar y humanizar el trabajo de los esclavos, protegió a la clase social de los campesinos pobres y obligó a la nobleza a reducir la suntuosidad de sus gastos. También llevó a cabo una sistemática política colonial de conquistas. La larga estabilidad de que gozó Corinto bajo su mandato contribuyó a que fuera incluido en el grupo de los sabios de Grecia. Es autor de la máxima Sé previsor con todas las cosas.

Cleóbulo de Lindos

Contemporáneo y casi de la misma edad que Solón;

es decir que vivió entre las olimpiadas 35 y 55.

CLEÓBULO ha sido uno de los sabios de Grecia menos afamados, pero ha sido uno de los más felices. Era hijo de Evagoras, descendiente de Hércules, y nació en Lindis, ciudad marítima de la isla de Rodas, donde vivió bajo el reinado de Creso, rey de Lidia.

Desde su infancia manifestó mucha sensatez. Era de bello rostro, de buena talla y dotado de una fuerza extraordinaria.

Empleó la juventud en viajar por Egipto, para estudiar la filosofía, según era costumbre en su tiempo. A su regreso, se casó con una mujer muy virtuosa, y vivió en medio de su familia, gozando de inalterable tranquilidad. De esta unión nació la célebre Cleobulina, la cual, con su aplicación constante y con las lecciones de su padre, adquirió tan vastos conocimientos que embarazaba y confundía a los hombres más sabios, especialmente con las preguntas enigmáticas que solía proponerles. Era además tan benéfica, que ella misma era la que lavaba los píes a los sujetos que entraban en casa de su padre.

Cleóbulo fue elegido para gobernar el pequeño distrito de Lindos, y lo hizo con tanta facilidad como si gobernase una sola familia. Evitó cuidadosamente todo lo que podía atraer guerras y discordias, tanto entre los habitantes, como entre estos y los extranjeros. Su mayor mérito, como filósofo, era su sutileza para proponer y resolver enigmas. Él fue el que propagó en Grecia la afición a enigmas, que era tan común en Egipto. He aquí uno de los que compuso:

«Soy un padre, que tengo doce hijos, y cada uno de ellos tiene treinta hijas, pero muy diferentes entre sí, en punto a belleza. Las unas tienen el rostro blanco; las otras lo tienen negro. Son inmortales y mueren cada día.»

Este enigma significa el año. Cleóbulo compuso también el epitafio que está en el sepulcro de Midas, en que tributa grandes elogios a este monarca. Algunos lo han atribuido sin fundamento a Homero, que fue muy anterior a Midas.

Según la doctrina de Cleóbulo, la virtud consiste en huir de la injusticia y de los otros vicios. En el mismo sentido habla Horacio cuando dice:

Virtus est vitium fugere, et sapientia prima

Stultitiâ caruisse...

Decía que el hombre debía observar tres cosas cuidadosamente en toda clase de negocios, a saber, el orden, el tiempo y la moderación; que los hombres debían vivir según la condición que tienen en la sociedad; que no hay cosa más común en el mundo que la ignorancia y la charlatanería; que el filósofo debe tener sentimientos elevados, huir de la ingratitud y de la infidelidad y hacer bien a los amigos y a los enemigos, para conservar a los unos, y ver si se puede cautivar a los otros.

«Antes de salir de casa, decía, examinad lo que vais a hacer, y cuando volváis, examinad lo que habéis hecho. Hablad poco y escuchad mucho. No habléis mal de nadie. Aconsejad lo que creáis más conforme a la razón. No os abandonéis a los placeres. Reconciliaos con vuestros enemigos, si los tenéis. No hagáis uso jamás de la violencia; no reprendáis jamás a vuestra esposa, ni la alabéis en presencia de extraños, pues lo uno es locura, y lo otro flaqueza.»

Cuando Cleóbulo supo que Solón había abandonado para siempre a su patria, hizo cuanto pudo para atraerle a su país, y con este objeto le escribió la carta siguiente:

«Tienes muchos amigos, cuyas casas están a tu disposición; pero creo que

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