ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Los Felices Años 20


Enviado por   •  22 de Junio de 2015  •  1.072 Palabras (5 Páginas)  •  193 Visitas

Página 1 de 5

Los “felices veinte”

Con tal término se designa en Europa occidental a la segunda mitad de la década de 1920 y en EEUU a toda ella. Fueron años de crecimiento económico y de transformaciones políticas, sociales y culturales. El crack bursátil de Nueva York de 1929 y el inicio de la crisis de los treinta pudo un abrupto final a esos “felices veinte”.

El Plan Dawes permitió la reestructuración de los pagos en concepto de reparaciones de guerra por parte de Alemania, aliviando su carga anual. Al fortalecimiento de las finanzas públicas alemanas, condición necesaria para la estabilización y el relanzamiento de la economía alemana, contribuyeron también los préstamos norteamericanos comprometidos en el Plan. Si Alemania pagaba las reparaciones, aunque en condiciones más favorables, el problema de las deudas interaliadas entraba en vías de solución.

La economía norteamericana, ahora la más grande y la más rica en términos per capita, se encontraba inmersa en una fase expansiva como consecuencia de la difusión generalizada de las innovaciones resultantes de la Segunda Revolución Industrial a la producción (acero barato y de calidad, electricidad, maquinaria agrícola e industrial autopropulsada, etc.) y al consumo de las familias (automóvil, electrodomésticos, teléfono, etc.). En buena medida, los “felices veinte” norteamericanos anticiparon pautas de consumo que veremos extenderse, primero, por Europa occidental en la “Edad de oro” del crecimiento económico de la segunda posguerra mundial (1950-1973) y, más tarde por el resto del mundo. El dinamismo de la sociedad norteamericana es también perceptible en otras manifestaciones (cultura, costumbres, etc.). Pasados los peores años, la República de Weimar se caracterizó también por una gran creatividad intelectual.

A fines de 1924, no faltaban, pues, motivos para un cierto optimismo. De hecho el crecimiento económico de la segunda mitad de los años veinte no se circunscribió a Estados Unidos.

En este contexto más favorable, en unos algunos países se comenzó a considerar seriamente la posibilidad de abandonar los tipos de cambio flotantes –es decir, no fijos- y retornar a ese símbolo de un pasado mejor representado por el patrón oro. Anticipándose a la Conferencia de Bruselas (1920), Estados Unidos, junto a un grupos de países especialmente integrados en su economía (Cuba, Filipinas, Nicaragua, Panamá) ya había dado ese paso. Pero otros países carecían de las reservas de oro necesarias para seguir ese ejemplo. A fin de evitar los problemas que podrían derivarse de ello cuando por fin se hiciese realidad la ansiada recuperación económica, en la conferencia de Génova (1922), convocada por la Sociedad de Naciones, se adoptó por primera vez en la historia un sistema monetario internacional negociado entre numerosos países. Se trataba de una versión algo modificada del patrón oro clásico. Consistía en admitir como base monetaria no sólo el oro, sino también divisas convertibles en oro. En la práctica, éstas fueron la libra esterlina y el dólar. También se permitía a cada país que adoptase el patrón cambios oro cuando y al tipo de cambio que estimase oportuno. Esto es, de manera descoordinada.

Los efectos económicos del retorno al patrón de cambios fijos dependieron crucialmente del tipo establecido. En otras palabras, si se correspondía o no con el de mercado No en todos los casos las decisiones fueron suficientemente realistas. En el

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (6.9 Kb)  
Leer 4 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com