Los Griegos
pablobonales15 de Abril de 2015
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Los griegos
En tiempos de los moros, la familia de una joven musulmana era perseguida por las tropas cristianas, capitaneadas por el mismísimo Cid Campeador. Para librarla de todo peligro, el padre de la joven habló con un nigromante y, junto a una fuente en la Serranía de Albarracín, la doncella fue convertida en estrella.
Desde entonces todos los días, al amanecer, se asoma a contemplar desde el cielo los antiguos reinos de su padre. Pero cada cien años toma de nuevo la forma de hermosa doncella que tuvo, y se sienta junto a la fuente donde fue encantada. Allí peina sus cabellos con un peine de oro, a la espera de que alguien deshaga el hechizo.
Un pastor acertó a verla, y la joven se dirigió a él preguntándole con dulce voz a quién prefería, si a ella o a su peine de oro. Tentado por la codicia, el pastor escogió el peine. Ella se lo arrojó y desapareció para seguir encantada hasta el final de los tiempos.
Cuando llegó a su casa el pastor fue a sacar el peine de su zurrón, pero éste se había convertido en una tea de madera de pino.
Así, el pastor quedó burlado, sin saber que de haber preferido a la doncella el encanto se hubiese roto y la princesa hubiera vuelto a su carnal presencia y juventud.
Por eso, la joven hechizada continúa brillando entre las estrellas, y asomando con su tenue luz aurora tras aurora.
a) Arcaico: VIII-VI a.C.
Durante el periodo arcaico, con la extensión geográfica y económica de la civilización griega, el incremento de la riqueza y los contactos con el exterior propiciaron el desarrollo de la arquitectura y la escultura monumental. Ambas se hicieron con el mármol y la piedra caliza que abundaban en Grecia. Los templos albergaban imágenes de los dioses y estaban decorados con esculturas y pinturas. Esta última experimentó también un gran desarrollo en la decoración de vasijas, que fueron importantes objetos de comercio.
Las culturas de la antigüedad conciben la imagen como doble de la persona representada y utilizan formas convencionales en la expresión artística. La escultura griega de esta época tiene unas características muy similares a las de otras culturas de su entorno como son la artificiosidad y escaso naturalismo.
Entre los temas más representados en la escultura exenta encontramos los Kouroi, que son atletas o Apolos desnudos, y las Korai, muchachas vestidas y con una cierta sonrisa denominada "arcaica". Ambos temas son frontales, rígidos y de volumen poco naturalista con formas anatómicas artificiales y vestidos muy esquemáticos por lo que la expresión anatómica es deficiente. Aún no existe un estudio de las proporciones entre las distintas partes y los cuerpos resultan algo acortados. Sin embargo se puede observar el progreso en la evolución a través de las obras.
El relieve muestra generalmente las figuras con la frontalidad del mundo antiguo (piernas y cabeza de perfil, tronco y ojo de frente) en posturas imposibles; por otra parte apenas hay sensación de profundidad ya que no se representa la fuga, el fondo es neutro y las figuras son, en general, yuxtapuestas por lo que no aparecen distintos planos de profundidad. Sólo en "El juego de pelota" observamos que, aunque aún hay figuras con la frontalidad antigua, ya hay otras de frente o de espaldas, de perfil, y en escorzo.
La escultura.
Los griegos empezaron a esculpir en piedra inspirándose en las piezas monumentales de Egipto y Mesopotamia. Las esculturas de bulto redondo compartieron la solidez y la característica posición frontal de los modelos orientales, pero, como podemos comprobar en la Dama de Auxerre (c. 630 a.C.) y en el torso femenino encontrado en el santuario de Hera en Samos (c. 570 a.C., ambas en el Museo del Louvre, París), sus formas son más dinámicas que las de la escultura egipcia. Las esculturas masculinas y femeninas, a partir aproximadamente del año 575 a.C., reflejan en sus rostros la denominada sonrisa arcaica. Aunque esta expresión no parece obedecer a razones específicas en las figuras o situaciones en las que aparece reproducida, quizás fue empleada por los griegos como un artificio que proporcionaba a las figuras un rasgo humano distintivo.
Las tres tipologías que predominaron fueron el joven desnudo (kouros) y la doncella vestida (kore), ambos en posición erguida, y la mujer sedente. En todos ellos aparecen acentuados los principales rasgos del cuerpo y expresan, cada vez más, un conocimiento preciso de la anatomía humana. La razón de ser de la representación de estos jóvenes fue por una parte de índole sepulcral y por otra de carácter votivo. Algunos de los ejemplos más sobresalientes que se conservan son el primitivo Apolo de Tenea (540 a.C. Alte Pinakothek, Munich), el Apolo de Piombino (510 a.C., Museo del Louvre) y el Apolo Strangford (c. 500 a.C., Museo Británico, Londres), encontrado en la localidad griega de Lemnos, una obra bastante más tardía. En dichas obras, a diferencia de otras más antiguas, puede observarse un estudio más detallado de la estructura muscular y anatómica. Las figuras femeninas, vestidas y de pie, ofrecen una amplia variedad de expresiones, tal y como puede contemplarse en las esculturas del Museo de la Acrópolis de Atenas. Sus ropajes están tallados y pintados con la delicadeza y la meticulosidad características de la escultura de este periodo.
Los relieves, que se desarrollaron con posterioridad a la escultura exenta o de bulto redondo, representan por lo general figuras en movimiento. Los frisos del tesoro de Sífnos, en el templo de Apolo en Delfos (Museo Arqueológico de Delfos), que muestran una de las batallas de la guerra de Troya, son uno de los ejemplos más excepcionales del periodo arcaico medio (c. 580 a.C.-535 a.C.). Otra muestra importante es el frontón del antiguo templo de Atenea en la Acrópolis de Atenas, del que se conservan algunos fragmentos (Museo de la Acrópolis), que representa un combate entre dioses y gigantes. Entre los ejemplos del periodo arcaico tardío (c. 535 a.C.-475 a.C.) destacan las esculturas de los frontones del templo de Afaya en Egina (actualmente en la Gliptoteca de Munich). Las figuras del frontón oriental parecen tan llenas de vida como los atletas que describió el poeta Píndaro. Hasta el siglo XIX no se comenzó a valorar el mérito artístico de la escultura del periodo arcaico.
Los escultores del periodo arcaico continuaron fundiendo esculturas en bronce. Los ejemplos del siglo VI a.C. describen los músculos de forma esquemática mediante la representación de un estrecho arco en el límite bajo del tórax y unas marcas horizontales. Las esfinges y otras formas realizadas en piedra sirvieron como florones, yelmos o lápidas.
La arquitectura.
Los griegos, conocedores de los templos en piedra de los egipcios, comenzaron en el siglo VII a.C. a construir sus propios templos con un estilo personal y distintivo. Utilizaron la piedra caliza en el sur de Italia y Sicilia, el mármol en las islas griegas y en Asia Menor, y la caliza revestida con mármol en el continente. Más tarde, emplearon principalmente el mármol. El templo tipo era de planta rectangular elevado sobre una pequeña base escalonada llamada crepidoma y estaba situado en un recinto donde se llevaban a cabo las ceremonias rituales. Los templos pequeños presentaban un frente porticado con dos columnas (in antis), a veces con otra fila de columnas delante del mismo (próstilo). Los templos más grandes, con pórticos en ambos extremos (anfipróstilos), podían tener un vestíbulo de seis columnas antes de cada uno de sus pórticos, o estar totalmente rodeados por un peristilo (perípteros). La columnata sostenía entablamento, o dintel, bajo un tejado a dos aguas.
Los griegos desarrollaron dos órdenes arquitectónicos o tipos de columnas, el dórico y el jónico. Las columnas dóricas, que no tenían basa y cuyos capiteles consistían en un bloque cuadrado (ábaco) sobre un elemento redondo en forma de almohadilla (equino), eran piezas robustas colocadas a escasa distancia para sujetar el peso de la mampostería. Su pesadez se aliviaba gracias al fuste abombado y estriado. En el friso se tallaban triglifos verticales sobre cada columna, dejando entre ellos metopas oblongas, que más tarde fueron cuadradas y al principio estuvieron pintadas y más tarde decoradas con bajorrelieves figurativos. El orden dórico se originó en la península helénica, pero se difundió por todas partes. Los templos dóricos de Siracusa, Paestum, Selinonte, Agrigento, Pompeya, Tarento, Metaponte y Corfú (antigua Corcyra) todavía se conservan. Especialmente extraordinario es el templo de Poseidón en Paestum (c. 450 a.C.).
Las columnas jónicas, originarias de Jonia (Asia Menor) y las islas griegas, son más esbeltas, con estrías más finas y se colocan a mayor distancia que las dóricas. Cada una descansa sobre una basa moldurada y termina en un capitel con forma de almohadilla plana que se enrolla en dos volutas en los laterales. El entablamento, más ligero que en el estilo dórico, podía tener un friso continuo. Se pueden encontrar ejemplos de templos jónicos en Éfeso, cerca de la moderna Izmir (Turquía), en Atenas —el Erecteion— y algunos restos en Naucratis (Egipto).
b) Clásico: VI-IV a.C.
Después de la victoria griega sobre los persas, la necesidad de reparar la devastación de la guerra generó una gran actividad artística tanto en arquitectura como en escultura. Esto fue especialmente
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