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METODOS ALTERNOS DE SOLUCION DE CONTROVERSIA


Enviado por   •  3 de Septiembre de 2014  •  780 Palabras (4 Páginas)  •  583 Visitas

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1.2 Crisis de la justicia

Es indudable que la justicia penal atraviesa en nuestros días, en la mayoría de los países, una crisis extremadamente grave; aparece a los ojos de todos lo arcaico de multitud de artículos en los respectivos códigos penales y, en las leyes de enjuiciamiento criminal; la enorme duración de los procedimientos penales y de las prisiones preventivas; la superpoblación de los establecimientos penitenciarios; el elevado número de delitos que quedan impunes y el nacimiento y la difusión incontrolada de nuevas formas de criminalidad. Y si de la consideración de los graves males estructurales de gran parte de los ordenamientos penales y penitenciarios pasamos a una reflexión todavía más general y nos preguntamos acerca del sentido de las penas que infligen los tribunales, se contempla un cuadro todavía más desolador. Se habla y se prevé teóricamente que una -si no la principal- de las finalidades específicas de las condenas penales es la reeducación del condenado; pero la realidad concreta no responde a aquel fin, a no ser con la hipócrita dimensión ideológica, siempre presente en las continuas declaraciones de políticos y gobernantes. De hecho, el mundo de la justicia penal forma un mundo separado; quizá menos violento de lo descrito, pero de ordinario carente de un sentido unitario dentro del sentido global que debería regir a todo el conjunto del ordenamiento jurídico. Parece como si se hubiera perdido no sólo la respuesta, sino el sentido mismo de la pregunta que todos se plantean cuando reflexionan seriamente acerca de la realidad de los castigos penales: ¿I'or qué castigar?

Limitarse a destacar las carencias organizativas y de recursos en la crisis de lajusticia penal que atraviesan tantos países, conducirá a muchos observadores a valorarla reductivamente como grave crisis, por supuesto, pero superable a través de una oportuna, aunque ardua, política de reforma. Obviamente, no se discute la oportunidad, ni tampoco la urgencia absoluta, de reformas radicales de los sistemas penales diseminados por el mundo; basta avanzar la hipótesis de que la crisis a la que nos referimos -y de la que sólo nos fijamos habitualmente en los aspectos más llamativos, como algunos de los referidos y que son, sin embargo, los más externos- es mucho más radical y no puede solucionarse tan sólo con maniobras estrictamente pragmático-organizativas. Lo demuestra el hecho de que la crisis de la justicia penal es una crisis de época que toca de cerca casi a todos los ordenamientos contemporáneos y que, a veces, parece ser no la consecuencia, sino la causa de las trágicas disfunciones institucionales aludidas. Si la "pena" está en crisis, depende esencialmente de la dificultad que encuentra el hombre contemporáneo -ese hombre que, como justamente se ha observado, ha hecho del repudio al sufrimiento el rasgo característico de su ética- para continuar

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