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MOVIMIENTO ESTUDIANTIL ARGENTINO Y EL CORDOBAZO


Enviado por   •  30 de Octubre de 2012  •  2.874 Palabras (12 Páginas)  •  627 Visitas

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EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL ARGENTINO Y EL CORDOBAZO

Mariano Ignacio Millán – UBA (Sociología, IIGG y CBC) – Conicet (UNGS)

Docente y becario. Correo electrónico: marianomillan82@gmail.com

EJE: Clase obrera, movimiento estudiantil y cordobazo

RESUMEN

Aquí destacamos el rol del movimiento estudiantil dentro del proceso del que forma parte el Cordobazo: el ascenso de masas de fines los 60’ y principios de 1970 en Argentina.

Este crecimiento de las luchas populares implicó la movilización obrera y su alianza con algunos sectores medios. Una explicación de esta unidad es el desarrollo del movimiento estudiantil argentino, especialmente desde 1968, recomponiéndose alrededor del 50 aniversario de la Reforma de 1918 y en alianza con la CGT A.

Estos factores permitieron unificar a la pequeña burguesía democrática y radicalizada y aliarla a los obreros combativos. Con estos elementos intentamos fortalecer las explicaciones del Cordobazo, un hecho que realizó dialécticamente una fase de ascenso e inauguró otra; cristalizando un desarrollo de la movilización popular donde el movimiento estudiantil fue un enlace, no sólo en Córdoba, para la unidad de las clases subalternas en la lucha contra la dictadura.

INTRODUCCIÓN

El cordobazo fue parte de un proceso de alza de masas en Argentina a fines de la década de 1960. Este forma parte de un ascenso mundial durante dicho decenio que se ha profundizado hacia su final. Dentro del proceso planetario de los 60 la victoria de la Revolución Cubana y la Revolución Cultural China fueron los dos más altos exponentes de la maduración de las fuerzas populares. Por su parte, historiadores de todas las corrientes han destacado el rol de la juventud y el movimiento estudiantil en el desarrollo de la lucha de clases tanto en los territorios nacionales como en la arena internacional. El mayo francés, la zengakuren, el otoño caliente, la masacre de Tlatelolco, la lucha por los derechos civiles y contra la guerra de Vietnam, son algunos ejemplos.

En Argentina hemos tomado nota del proceso mundial y de las particularidades locales. Nuestras ciencias sociales han investigado este fenómeno desde diversos ángulos: analizando el surgimiento de las organizaciones político militares revolucionarias, el funcionamiento de la represión estatal y paraestatal, la movilización obrera, el rol de las mujeres en dicho proceso, etc. Sin embargo, a pesar de ser mencionado en casi todas las explicaciones como un elemento a tener en cuenta, aun se conoce muy poco del papel jugado por el movimiento estudiantil.

En este breve espacio proponemos propiciar el interés por la investigación de dicha categoría social movilizada, ya que por nuestras investigaciones podemos afirmar que la acción estudiantil no sólo explica al movimiento estudiantil, sino que es una variable interviniente en el proceso de organización de las fracciones obreras más combativas y de las organizaciones revolucionarias. Con esto no pretendemos poner en cuestión lo conocido hasta el momento, ni subestimar el rol del movimiento obrero, sino que intentamos agregar a las explicaciones hoy difundidas una información que las complejice.

¿QUIENES RESISTIERON AL GOLPE DE ONGANÍA?

Reconocemos al golpe de Onganía como un intento de ruptura del empate hegemónico al interior de la clase dominante por parte de las fracciones capitalistas predominantes en la estructura económica para lograr constituir su hegemonía política. Ante este golpe de mano, el resto de las fracciones burguesas y obreras quedaron: paralizadas o seducidas por el planteo golpista. En consecuencia dicho golpe de mano se convirtió en un golpe de Estado.

Entre los pocos ejemplos de resistencia al golpe de Estado de Onganía se encuentra la del movimiento estudiantil. Esta actitud no fue masiva hasta un mes después del golpe, pero desde Junio de 1966 existieron movilizaciones. En Julio se concretó la intervención a las universidades nacionales, medida que potenció las resistencias existentes en muchas ciudades. Sin embargo la lucha frente a la política universitaria, concretada la intervención, no fue ni unánime ni homogénea en todo el país. De hecho se la enfrentó en las universidades nacionales más grandes, y sólo el arco reformista participó de la lucha; mientras tanto las universidades más pequeñas, no sin vacilaciones, aceptaban las condiciones de la Revolución Argentina y los sectores del estudiantado católico participaban de la medida con simpatía.

La actitud asumida frente al golpe por parte del movimiento estudiantil fue notoriamente más combativa que la del movimiento sindical peronista, que aportaba a la Revolución Argentina su Ministro de Trabajo y asistía a la ceremonia de autocoronamiento de la dictadura. En relación a las actitudes frente al golpe también es válido recordar como Perón desde Madrid llamaba a “desencillar hasta que aclare”, dándole de ese modo tiempo al golpismo para que se acomode en el poder.

Decimos estas palabras porque consideramos que el Cordobazo ha sido parte del ascenso popular que derrocó a la dictadura establecida en 1966. Como tal ha sido un punto de llegada de una acumulación y a la vez de inicio para un nuevo desarrollo.

LA LUCHA ESTUDIANTIL CORDOBESA Y ARGENTINA EN 1966

La intervención a las universidades nacionales por parte de la dictadura fue una política central en su estrategia de seguridad. Esta medida no sólo le granjeó la enemistad manifiesta del movimiento estudiantil reformista (Franja Morada, MOR – PC, MNR, etc.) sino que al cabo de tres meses, en una represión en Córdoba terminó por asesinar a un militante católico: Santiago Pampillón. Esta actitud fracturó el apoyo clerical a la dictadura, desprendiéndose una fracción católica estudiantil que, a partir de estos acontecimientos, pasó a formar parte del campo opositor junto al reformismo.

Este pasaje al campo antidictatorial no implicó, en 1966 ni posteriomente, la cohesión ideológica entre reformistas y católicos, ni una articulación política muy aceitada, sino más bien la lucha entre ellos pasaba a estar subordinada, y a veces no tanto, al frente que compartían ante el enemigo común.

No podemos dejar de advertir la sincornización entre este proceso y el que abarca desde el Concilio Vaticano II (1959 a 1965) y la posterior Conferencia de Medellín, en 1968, donde fue tomando forma una fractura internacional en la Iglesia Católica Apostólica Romana luego fundamentada en la Teología de la Liberación.

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