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Maestro Mexicanos

pegekas23 de Febrero de 2014

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BENEMERITA Y CENTENARIA ESCUELA NORMAL DEL ESTADO DE DURANGO.

IGNACIO MANUEL ALTAMIRANO

Nace cerca de Tixtla, en el estado de Guerrero, el 13 de noviembre

de 1834, sus padres Francisco Altamirano y Gertrudis Basilio, eran

indígenas puros; el primero recibió su apellido del español Juan

Altamirano, padrino de uno de sus ascendientes. Altamirano cumple

14 años sin hablar castellano, lengua de la cultura oficial, por lo

tanto aún no sabe leer y escribir. Inicia precisamente por aquel

entonces un proceso de alfabetización que sorprende por su rapidez

y consigue, en 1849, una beca instituida por Ignacio Ramírez "El

Nigromante" para estudiar en el Instituto Literario de Toluca, donde

éste mismo imparte sus enseñanzas, siendo además, intelectual y

librepensador, futuro ministro con Porfirio Díaz, cuyo interés por

la juventud indígena le convierte en mentor y amigo de Altamirano.

Estudiante de derecho en el Colegio de San Juan de Letrán, costeó

sus estudios dando clases de francés en una escuela particular.

Altamirano alinea con los revolucionarios de Ayutla, combate a

los conservadores en la guerra de Reforma y más tarde, tras ponerse

decididamente al lado de los juaristas, es elegido en 1861 diputado

al Congreso de la Unión, donde pronuncia su famoso discurso contra

la amnistía a los enemigos de la Reforma (10 de julio de 1861),

Cuando la Intervención Francesa participa, con el grado de coronel

(1863,1867) en varias acciones militares, en las batallas de Tierra

Blanca, Cuernavaca y Querétaro. Es citado en la orden general del

ejército por su comportamiento, "como un héroe" en el sitio de

Querétaro.

En 1867, restablecida ya la República, consagra por fin su vida

a la enseñanza, la literatura y el servicio público, en el que

desempeña muy distintas funciones como magistrado, presidente de la

Suprema Corte de Justicia y oficial mayor en el Ministerio de Fomento.

Funda junto a su maestro Ignacio Ramírez y Guillermo Prieto, el Correo

de México, publicación que le sirve para exponer y defender su ideario

romántico y liberal; dos años más tarde, en 1869, aparece gracias a

sus desvelos la revista Renacimiento, que se convierte en el núcleo

que agrupa y articula los más destacados literatos e intelectuales

de la época con el común objetivo de renovar las letras nacionales.

Ese deseo de

renacimiento literario y el encendido nacionalismo, que tan bien se

adapta a sus ardores románticos, desembocarán en la publicación de sus

Rimas (187 1), en cuyas páginas las descripciones de paisaje patrio le

sirven de instrumento en la búsqueda de una lírica genuinamente

mexicana. En 1868, había publicado Clemencia, considerada por los

estudiosos como la primera novela mexicana moderna y había tenido una

destacada intervención en las Veladas Literarias que tanta importancia

tuvieron en la historia de la literatura mexicana.

Otras de su obras de tipo narrativo son: La Navidad en las montañas

(1870), Cuentos de invierno (1880).

Su novela El Zarco "Episodios de la vida mexicana en los años

1861-1863" es editada póstumamente en el año de 1901.

Su concepto del hombre y de la patria, su incansable actividad

cultural, su defensa de los valores indigenistas, su decidida apuesta

por las ideas de progreso justifican que se le haya comparado con una

de las figuras míticas de la historia de México, al afirmar que fue el

apóstol de la cultura como Juárez lo fue de la libertad mexicana.

Se esforzó por crear e impulsar una literatura de contenido y

acento nacionales, pero con raíces en las ideas universales.

La obra educativa de Manuel Altamirano fue muy notable. Fue

profesor en la Escuela Nacional Preparatoria, la Escuela de Comercio,

la de Jurisprudencia, la Nacional de Profesores y otros

establecimientos docentes; así, tanto por su vida como por su incesante

magisterio, Altamirano se ganó a pulso el título de "maestro" que

tantos le otorgan.

El 13 de junio de 1889 fue nombrado Cónsul General de España, con

residencia en Barcelona y posteriormente en Francia (18 de febrero de

1890). Visita Italia y Suiza. Enferma; se traslada a San Remo, Italia,

donde muere el 13 de febrero de 1893. En 1934, al celebrarse el

centenario de su nacimiento, el Congreso de la Unión acordó que sus

cenizas fueran trasladadas del Panteón Francés a la Rotonda de los

Hombres Ilustres

JUSTO SIERRA MENDEZ

Justo Sierra Méndez nació en el puerto de Campeche, estado de

Campeche, el 26 de enero de 1848. Fue hijo del abogado yucateco

don Justo Sierra O'Reilly, (1814 - 1861), eminente jurisconsulto,

novelista, historiador y escritor, y de doña Concepción Méndez.

Principió sus estudios en la ciudad de Mérida, estado de Yucatán

y los terminó en México a donde se trasladó su familia a la

muerte de su padre, en el Liceo franco-mexicano, y más tarde

en el Colegio de San Ildefonso, donde realizó brillantes estudios

y se reveló su vocación literaria. Se recibió de abogado en 1871.

Publicó sus primeros ensayos literarios a partir de 1868, y poco

después entró en la vida pública. Probó suerte en el drama con

su obra "Piedad" y en la novela con "El ángel del provenir".

Fue varias veces diputado al Congreso de la Unión,

y magistrado de la Suprema Corte de Justicia. Se da a conocer

en 1868 con "Playera" y las "Conversaciones del domingo" que

aparecen en El Monitor Republicano. Ocupó durante algunos años

la cátedra de Historia en la Escuela Nacional Preparatoria, para

la que escribió un libro de texto bien conocido. Fue uno d los

directores de la Revista Nacional de letras y Ciencias (1889-1890)

y colaboró en las principales publicaciones periódicas de su tiempo.

Ejerció una influencia muy grande en los medios intelectuales

y una vez muerto Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893), fue

el maestro que orientó a las nuevas generaciones. En la

antigua Secretaría de Justicia e Instrucción Pública y Bellas

Artes (1905) fue nombrado titular de ella, cargo que desempeñó

hasta 1911, cuando fue designado Ministro Plenipotenciario de

España. A él se debió el establecimiento del primer sistema

de educación pública en México, y la reorganización de la

Universidad Nacional (1910). Dirigió la publicación de

México, su evolución social (1900 -1902) y de la Antología

del Centenario (1910). Presidió la Academia Mexicana

correspondiente de la Española desde 1919. Murió en

Madrid el 13 de septiembre de 1912. Su cadáver fue traído

a México y sepultado con grandes honores públicos.

En el primer centenario de su nacimiento la Universidad

le declaró Maestro de América y sus restos fueron

trasladados a la Rotonda de los Hombres Ilustres.

La obra de Justo Sierra es una de las más ricas y

caudalosas de su tiempo. Registra las manifestaciones

espirituales y culturales más significativas de la época

de grandes cambios que le tocó vivir. Narraciones, poesías,

discursos, doctrinas políticas y educativas, viajes, ensayos

críticos e historia, forman el valioso material de la obra

de Sierra. Se reúne con los poetas de la Revista Azul y de la

Revista Moderna e influye en sus discípulos como Urbina,

González Obregón, Urueta. Comenzó a escribir poesía desde

1868, ésta, el teatro y la prosa narrativa, son obras

de su juventud; la historia y la educación de su madurez;

el periodismo político y la prosa literaria, ejercicio

constante a lo largo de toda su vida.

PLAYERA

Baje a la playa la dulce niña,

perlas hermosas buscaré,

deje que el agua durmiendo ciña

con sus cristales su blanco pie . . .

Venga la niña risueña y pura,

el mar su encanto reflejará

y mientras llega la noche oscura

cosas de amores le contará.

Cuando en levante despunte el día

verá las nubes blanco tul

- como los cisnes de la bahía -

rizar serenos el cielo azul.

Enlazaremos a las palmeras

la suave hamaca y en su vaivén

las horas tristes irán ligeras

y sueños de oro vendrán también.

Y si la luna sobre las olas

tiende de plata bello cendal,

oirá la niña mis barcarolas

al son del remo que hiende el mar,

mientras la noche prende en sus velos

broches de perlas y de rubí,

y exhalaciones cruzan los cielos

lágrimas de

...

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