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Matematicas


Enviado por   •  20 de Febrero de 2014  •  1.037 Palabras (5 Páginas)  •  212 Visitas

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EL HOMBRE ES INGENIO Y EL INGENIO ES HOMBRE.

Una vez, cuando el mundo era casi nuevo, el Asno fue con el León para quejarse del Hombre.

–El Hombre –dijo el Asno– me pone cargas muy pesadas en el lomo y me golpea para que vaya más rápido, aunque él no puede cargar ni siquiera con la mitad de lo que yo llevo.

A León le pareció que aquello era injusto y que Asno recibía un trato muy duro.

–Yo me encargaré de esa criatura que llamas Hombre. ¿Qué aspecto tiene?

–Para empezar –dijo el Asno– sólo tiene dos patas en vez de cuatro, además no puede ni rebuznar, ni rugir, ni tiene mucho pelo.

–¿Y escamas? ¿Plumas, concha, alas? –preguntó el León.

–Nada de eso –respondió el Asno–, aunque sí tiene manos. Son parecidas a las garras, pero sin uñas. –Bueno, no será demasiado difícil dar con él –dijo el León, y partió para darle una lección al Hombre, por ser tan cruel.

Muy pronto León se cruzó con el primer hombre; la descripción del Asno había sido buena. Pero el León quería asegurarse de que no estaba a punto de devorar a una criatura inocente. Después de todo, los pájaros sólo tenían dos patas y tampoco podían rebuznar ni rugir.

–¿Eres el Hombre? –le preguntó el León.

El Hombre por fortuna era algo astuto. No, soy Ingenio. Pues es a Hombre a quien busco, no a Ingenio. ¿Por qué estás aquí?

Voy de camino a ver a Asno. Me ha pedido que le construya una jaula, aquello enojó a León, recuerda que todo esto sucedió cuando el mundo era casi completamente nuevo, y que León sabía tan bien lo que era una jaula como lo que era un Hombre, aún así pensó, que siendo un León, y, por lo tanto un animal más importante que un Asno, debía ser el primero en tener una jaula.

Si quieres llegar a mañana, será mejor que te olvides de Asno, amenazó el León. Es a mí a quien debes construir una jaula.

Estoy de acuerdo, dijo Hombre, en mi opinión a ti te conviene una jaula mucho más que a Asno.

Hombre se dispuso a construir una jaula tan resistente como pudo, y cuando la hubo terminado invitó a León a subirse en ella. León le complació y Hombre cerró de golpe la puerta de la jaula.

¿Por qué me haces esto? Rugió León. Mi enemigo es Hombre, no Ingenio.

El Hombre es ingenio, contestó el Hombre.

Las montañas de plata

–¿Estás loco? –replicó Alonso– La justicia te atrapará y de nuevo serás enviado a trabajar en donde sea. Sólo te faltan dos años más de servicio obligatorio y luego serás libre.

–Mira, Alonso, tú no comprendes, yo soy indio; pero un indio sin familia, sin gente, sin tierra, no es nadie. No sé de dónde vengo y no puedo recordar ni a mis padres. Tengo que buscarlos. Por eso huyo.

–Es imposible, Martín. Recuerda que nadie sabe en qué batalla te capturaron y tú eras muy pequeño. ¿Por dónde podrías comenzar?

–Por aquí –contestó Martín, mientras se subía el pantalón y le mostraba una curiosa cicatriz con la forma de una media luna que tenía marcada en la pierna.

–¿Qué

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