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MÉXICO 1968: LOS ORIGENES DE LA TRANSICION


Enviado por   •  15 de Diciembre de 2012  •  1.862 Palabras (8 Páginas)  •  1.888 Visitas

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LOAEZA, Soledad (1989) “México 1968: Los orígenes de la transición”, Foro Internacional, vol. 30, numero 1, (117), 1989.

MÉXICO 1968: LOS ORIGENES DE LA TRANSICION.

INTRODUCCIÓN

Loa cambios que se han vivido de manera relativamente ordenada, sin grandes sobresaltos ni desgarramientos, la posible transformación del autoritarismo en pluralismo.

Durante más de medio siglo ha prevalecido el modelo corporativista de organización de los intereses y fuerzas políticas, el poder ha sido el virtual monopolio de un partido oficial, y el estado ha ofrecido una autoridad centralizada, fincada en la deslegitimación de los intereses particulares.

Y se hace la siguiente pregunta, ¿Por qué a finales de los ochenta el pluralismo se ha impuesto en México como el único modelo democrático posible?

El desmantelamiento de las formas autoritarias en México ha estado determinado por los parámetros que le ha fijado el marco institucional en el que dicho desmantelamiento ha estado inserto, por la constitución vigente.

La constitución ofrece elementos propicios tanto al desarrollo pluralista, como del corporativista, organizando la vida política tomando como punto de partida las garantías individuales, que son fundamento de la democracia pluralista, por otro lado al atribuir al estado amplias facultades de intervención en la vida social ha favorecido la intervención corporativa de las fuerzas políticas.

La relación entre 1968 y 1988 residiría en el movimiento estudiantil fue el primer paso hacia la implantación del modelo pluralista y desplazamiento del corporativismo, dado que su tema central fue la defensa de las garantías individuales consagradas en la constitución.

Este movimiento condiciono las percepciones, los comportamientos y las decisiones políticas.

Se presenta una distinción analítica entre el conjunto de roles interdependientes y de interacciones sociales, que constituyen el sistema político y su régimen.

La mayoría de los análisis coinciden que fue una movilización democrática y reformista.

El movimiento estudiantil fue el primer episodio de la transformación democrática del régimen autoritario. Y después de 1968 la política en México no volvió a ser la misma.

También se manifestaban en otros países los estudiantes motivados con razone distintas: la protesta antibélica, la rebelión contra las estructuras autoritarias y elitistas de la educación superior.

Un dato interesante es que los protagonistas pertenecían a la clase media, una de cuyas funciones ha sido interpretar la realidad.

El 68 fue la apariencia de una derrota del autoritarismo posrevolucionario, que marco el fin de una etapa del desarrollo político.

DE 1968 A1988: EL PASO DE UN SISTEMA A OTRO

La explosión demográfica de las instituciones de educación superior de los años sesenta había generado serios problemas de recursos humanos y materiales.

El movimiento estudiantil mexicano fue en un sentido amplio una protesta contra la autoridad y la disciplina tradicionales, y, dentro de una perspectiva más estrecha, ha podido interpretarse como un conflicto generacional.

En 1968 los estudiantes mexicanos desnudaron con tanta eficacia y casi naturalidad el autoritarismo, hasta entonces revestido de crecimiento económico y de conformismo, que su movilización fue un primer paso hacia el desmantelamiento de uno de los aspectos centrales de este régimen: la no participación.

Desde los años cuarenta y como efecto de las luchas del periodo anterior, la participación política había sido considerada fuente de inestabilidad, y la necesidad de superar tal inestabilidad fue una de las justificaciones centrales de las políticas de desmovilización: la educación y el control sindical y partidista.

La constitución vigente establecía un régimen democrático, pluralista y representativo en el marco de una república federal.

Regímenes autoritarios como el mexicano tenía la ventaja de contar con orígenes revolucionarios que le permitían reclamar una legitimidad democrática sustentada en la representatividad popular del Estado, antes que en elecciones libres.

Este desequilibrio real no era resultado de un pacto oligárquico, sino que estaba fundado en la alianza histórica entre líderes de clase media y grupos de campesinos y obreros que habían sido el corazón de la Revolución de 1910. Posteriormente, este acuerdo se convirtió en una de las piedras angulares del autoritarismo, pues el compromiso con los intereses populares justificó la construcción de una estructura política centralizada como condición necesaria para lograr la modernización económica y la democracia. Los pilares de esa estructura eran corporaciones de diferente tipo: las estatales que organizaban fundamentalmente a obreros y campesinos, y las que habían sido creadas con independencia del Estado, o habían logrado mantener cierto grado de autonomía para defender intereses particulares, como la Iglesia católica o la universidad nacional.

Al igual que el autoritarismo plebiscitario que se desarrolló en Europa occidental, durante la industrialización de la segunda mitad del siglo XIX el autoritarismo mexicano del periodo de crecimiento económico de la posguerra se justificaba como etapa transitoria de una evolución ascendente hacia la modernidad, que hubiera podido verse obstaculizada por una participación política libre y plural.

la función de las elecciones no era expresar la complejidad política de la sociedad, ni siquiera sus preferencias ideológicas, sino renovar simbólicamente el compromiso de largo plazo del sistema con la democracia.

En 1988 se abstuvo de votar alrededor del 50 por ciento de la población empadronada. El abstencionismo más o menos generalizado reflejaba las limitaciones de una sociedad con bajos niveles de escolaridad

Los acontecimientos de 1968 habrían relegitimado la práctica de la participación política independiente no sólo porque confrontaron a la autoridad con su propio discurso democrático, sino porque revelaron la vulnerabilidad de todos los grupos sociales frente al poder.

Este fenómeno no condujo de inmediato a un aumento de la participación electoral, modificó valores y comportamientos sociales, y este cambio no se resolvió en una mera rebelión cultural, sino que a mediano plazo propició un reordenamiento de las alianzas

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