México Bárbaro

México Bárbaro.

Yo era como cualquier otro era un yaqui, tenía mi familia; después de unos días cualesquiera fui atrapado y me llevaron al mercado como a los otros y me ofrecían junto con un grupo más a $400, aunque no tenía más de un mes en la región ya me imaginaba la vida en la hacienda a la que me transportarían para trabajar 12 horas diarias con solo 2 comidas de las más miserables sin saber nada de mi familia; yo me arrepentí de haber firmado el supuesto contrato de fraude me engañaron al decirme que ellos me darían una vida en la que mi familia se viera superada y con buenas condiciones de vida pero no es así… me engañaron al decirme que me darían ropa, comida buena paga al mes, y sobre todo la protección de mi familia.

Llegando a la hacienda conocí a mi nuevo dueño; dueño de la finca “San Antonio Yaxché”, llegando ahí me mostraron las instalaciones (el almacén, la desfibradora, la casa del administrador, la del mayordomo, la pequeña capilla y un pequeño patio conocido como “casco”), atrás de estos edificios se encuentran las cárceles o bien llamadas dormitorios, mi vestimenta es un pantalón descuidado hasta la rodilla un sombrero de palma y todo el tiempo ando descalzó. Me levantó a las 3:45 a.m. para empezar mi labor y termino hasta que la oscuridad ya no se pueda ver por el “casco”. Mi labor es cortar las hojas del henequén y limpiar el terreno de las malas hierbas, a cada uno de nosotros se nos fija una cuota muy alta. Principalmente debo cortar las 12 hojas más grandes y dejar las 30 más pequeñas que estas. Una vez cortadas estas hojas se llevan a un gran edificio construido en medio del “casco”.

Mi dormitorio era una hilera de estancias sin ventanas y con el piso de tierra, y en cada una de estas se encontraba una mujer acostada sobre una tabla sin siquiera una sábana. Mi alimento para la cena consistía en 2 grandes tortillas de maíz, una taza de frijoles cocidos y un plato de pescado rancio. Como refrigerio solo me dan una bola de masa agría. De ahí me acostumbran azotar cuando me alentó con el trabajo siempre me dan como mínimo 15 azotes y tan solo llevo 7 meses trabajando y a veces desearía nunca haber firmado el contrato o morirme de una vez por todas.

Un mes después me trasladaron a Valle Nacional me vendieron al mismo precio pero lo peor de ahí es que es más duro el trabajo y solo pienso en saldar mi deuda para recuperar a mi familia:; los azotes son más duros, el trabajo es aún más pesado la cuota es cada vez más grande, la comida y los dormitorios son peores porque aquí todos dormimos encimados en una sola celda. Todo esto es culpa de Díaz que dice apoyarnos cuando no él es el que contribuye al mal trato que nos dan aquí. Pero no me quejó mi único motivo para dar todo mi esfuerzo es mi familia.

Este libro me pareció una verdadera experiencia para valorar las cosas que nuestros familiares

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