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Niños De ACOsta ñu


Enviado por   •  12 de Septiembre de 2012  •  1.038 Palabras (5 Páginas)  •  917 Visitas

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En Paraguay la fecha del Día del Niño tiene otro significado, porque se recuerda a los niños caídos en la Guerra de la Triple Alianza y tiene su origen en la batalla de Acosta Ñu, librada el 16 de agosto de 1869. En dicha batalla, niños y adolescentes paraguayos combatieron, precariamente armados, contra las fuerzas invasoras brasileñas y fueron masacrados sin piedad. En la contienda intervinieron también las fuerzas armadas argentinas, cuyo gobierno de entonces carga con el baldón más negro de la historia. El Día del niño en Paraguay es entonces un homenaje al extraordinario acto de heroísmo realizado por esos niños caídos en combate. El mundo entero, y especialmente los países que integraron la Triple Alianza, deberían rendir honores a esas criaturas paraguayas que cayeron inmolados frente a ejércitos veteranos de Brasil y Argentina.

Los chicos de la guerra

El tan comercial entre nosotros Día del Niño se conmemora con desfiles y homenajes en Paraguay el 16 de agosto, en recuerdo de los tres mil quinientos niños exterminados en la batalla de Acosta Ñú librada en 1869. Los chicos masacrados llevaban las caras pintadas con barbas y bigotes, las cabezas cubiertas con quepis militares y sus manos con palos y maderas simulando fusiles.

Muchos años han pasado desde el final de la guerra del Paraguay; el genocidio organizado por los británicos y ejecutado por argentinos, brasileños y uruguayos, que tuvo en una batalla su síntesis más sangrienta.

El viento que cruzaba entonces el Cerro Gloria, jugaba con el pelo de los niños, sucio de sangre y de tierra, cuerpos esparcidos por la pradera, desgarrados por el fuego de las balas y las cargas de soldados profesionales y mercenarios bien entrenados bajo la bandera de la Alianza. Los derrotados en la batalla de Acosta Ñú, ese 16 de agosto de 1869, eran chicos, pibes paraguayos de entre nueve y quince años de edad, y sobre ellos el viento del cerro pasaba rasante, silencioso. A lo lejos, soldados brasileños comenzaban a cumplir las últimas órdenes del Conde D’Eu y azuzaban el fuego entre las matas para no dejar rastros de la masacre, para evitar cargar con los heridos, para apagar definitivamente la luz de un genocidio inédito en la historia de América del Sur. Y ese fuego escondió la sangre para siempre.

La batalla de Acosta Ñú, donde fueron asesinados cerca de tres mil quinientos niños paraguayos, no sólo representó el símbolo máximo de un genocidio que devastó a un floreciente país sudamericano, sino que continúa siendo hoy uno de los hechos más vergonzosos en la historia de los países responsables y cómplices de la guerra de la Triple Alianza, Argentina entre ellos. Una historia que suele omitirse en los manuales escolares que leen los niños de esos mismos países.

“Si queremos salvar nuestras libertades y nuestro porvenir tenemos el deber de ayudar a salvar al Paraguay, obligando a sus mandatarios a entrar en la senda de la civilización”, exhortaba Domingo Sarmiento, meses antes del comienzo de la guerra. La conclusión de esa entrada en la senda de la civilización que representaban entonces civilizados países como

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