Nocion Del Desarrollo Imperante.
17 de Septiembre de 2014
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LA NOCIÓN DE DESARROLLO IMPERANTE.
Erick Gutiérrez G., M.Sc.
Se ha dicho que el Desarrollo como práctica e ideología constituye el desafío latinoamericano por excelencia. Conviene entonces reseñar brevemente buena parte de lo que implica tal categoría. Podemos empezar señalando que la concepción dominante de Desarrollo constituye un conjunto de cuestiones teóricas y prácticas compartidas por los agentes interesados en impulsarlo Dentro las cuestiones teóricas compartidas, se encuentra un criterio ortodoxo acerca del Desarrollo, que lo considera como un asunto técnico u obvio; y no como la noción ético – política que realmente es
Es considerado como un asunto técnico, ya que el Desarrollo "se concibe como una cuestión de construir las estructuras físicas, sociales y económicas apropiadas; en gran medida una cuestión de acumular una serie de características familiares en la experiencia de las naciones desarrolladas”. O bien, es considerado como un asunto obvio, ya que el Desarrollo “se considera como una cuestión fundamentalmente no contenciosa de organizar vidas decentes para los pueblos del Tercer Mundo hoy desfavorecidos”( Preston)
Para justificar el significado del termino Desarrollo, con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial se han propuesto toda una serie de teorías: del crecimiento, de la modernización, de la dependencia, la institucional, la marxista, la de la interdependencia global y la liberal de mercado. Ello nos permite observar que no existe unidad de criterio en el significado y uso de la palabra:“cada escuela, o mejor, cada autor o tratadista, emplea el concepto de acuerdo con la interpretación que él mismo le da en consonancia con la corriente que representa.
Más recientemente, en relación con su significado, el debate científico social acerca del desarrollo “ha estado dominado por la esperanza de una recapitulación de la experiencia histórica del Primer Mundo por parte del Tercer Mundo”(Preston). Si bien todas las culturas son etnocéntricas, con el dominio del Atlántico Norte a partir del Siglo XV, el etnocentrismo europeo es el único que pretende imponer - bajo criterios de universalidad- la Modernidad como nuevo paradigma de vida cotidiana, de comprensión de la historia, de la ciencia, de la religión, etc (Dussel).
El poder enunciador de la Modernidad y su centralidad ordenadora de discursos y prácticas nos hace compartir su caracterización en términos de Mito (Dussel) fundamental contenido en las concepciones imperantes sobre el Desarrollo.
El Mito de la Modernidad podría describirse en los siguientes términos (Dussel):
- La civilización moderna se autocomprende como más desarrollada, superior;
- La superioridad obliga a desarrollar a los más primitivos, rudos, bárbaros, como exigencia moral;
- El camino de dicho proceso educativo de desarrollo debe ser el seguido por Europa (es un desarrollo unilineal y a la europea, lo que determina la falacia desarrollista);
- Como el bárbaro se opone al proceso civilizador, la praxis moderna debe ejercer en último caso la violencia si fuere necesario, para destruir los obstáculos de la tal modernización (guerra justa colonial);
- Por el carácter civilizatorio de la Modernidad, se interpretan como inevitables los sufrimientos (costos) de la modernización de los otros pueblos atrasados, de las otras razas esclavizables, etc.
Una segunda etapa de la Modernidad, y que añade nuevos elementos caracterizadores, comenzó con el Iluminismo y la Revolución Industrial, introdujo cambios en los Modos de Vida tradicionales europeos, los cuales fueron reconstruidos para hacerlos encajar en el Sistema capitalista industrial (Preston). Esta dinámica de absorción, se transplantó al Continente americano, generando procesos de “desmantelamiento y reensamblamiento” de los Modos de Vida previamente existentes en su territorio, lo cual configuró la condición posterior de los países.
En virtud de lo anterior, puede afirmarse que lo que puede denominarse Desarrollo moderno, es el proceso histórico en gran escala de desarrollo del sistema capitalista industrial del mundo (Worsley). Este proceso descarta a priori la idea de que las culturas indígenas tienen algún valor, y se apropia del futuro al afirmar la meta de la Modernidad según el estilo de Occidente. A través de los Modelos de Desarrollo imperantes se invalidan en la práctica las propias opciones de Desarrollo que puedan tener derecho de desplegar las sociedades indígenas en nuestro país (o etnodesarrollo).
En el concepto moderno del Desarrollo que se desea imponer, el bienestar de la sociedad en su conjunto depende exclusivamente del mejoramiento económico, del que se supone, se desprenderán los beneficios sociales. A su vez, este mejoramiento se deriva de la obtención del crecimiento y expansión económicos. Este concepto también comprende, la necesidad política de ocupación de espacios donde la presencia modernizadora se ha considerado históricamente débil.
Aunque no siempre es explicita, detrás del concepto existe una definición de cómo debe ser el mundo, de cómo deben ser las sociedades, de cómo deben ser los seres humanos. Ahora bien, junto con Andrés Bansart nos preguntamos:”¿Quien puede decretar como debe ser el mundo? Son los países autollamados desarrollados lo que, hasta el presente, han definido y siguen definiendo lo que es (o debe ser) el desarrollo y cuales son las vías para ese desarrollo. Definieron los conceptos, determinaron los modelos, organizaron las vías en función a su propia visión del mundo, es decir, a partir del mundo que ellos han creado. El llamado subdesarrollo es, por el lado de los que aceptarían situarse bajo ese nombre, más un estado mental que una situación objetiva”(Bansart).
Considerando semánticamente la palabra, el Desarrollo implicaría siempre un movimiento, y en tal sentido, no cabría utilizar el término en tiempo presente, sino en gerundio. El Desarrollo sería entonces “un movimiento hacia un mejor estar material y una elevación espiritual del ser colectivo y de todos sus componentes”(Bansart). En consecuencia, todos los países deberían estar siempre en desarrollo; luego, no existe ningún país “desarrollado”.
En tal sentido, al decir que un país es o está “desarrollado” se estaría viendo su situación como una situación ya definitiva e inmóvil, lo que sería una contradicción lógica, (aún dentro de la propia racionalidad moderna). Sin embargo, la consideración acerca de conducir a las Sociedades hacia una situación futura deseable de “Desarrollo”, ha justificado el cambio social planificado, a través de los Modelos de Desarrollo imperantes, a fin de subsanar el supuesto “déficit de Desarrollo”.
Pero, ya sea por razones de coherencia lógica y terminológica, o por razones de origen histórico y condiciones estructurales intrínsecas, los países con “déficit de Desarrollo” nunca llegarán a ser iguales a los países “desarrollados”, y para algunos autores no es deseable que lleguen a serlo: “La mente colectiva de los países llamados subdesarrollados está a menudo obnubilada por esta sociedad ideal (falsamente idealizada) que son los países llamados desarrollados....éstos no representan sociedades sanas..no seria lógico que fueran tomados como modelos ”(Bansart).
La concepción del Desarrollo imperante en los países de nuestro Continente, adoptada acríticamente por sus élites político-económicas, fue la establecida por las sociedades industrializadas del llamado “Primer mundo”, a cuyos parámetros “modernos” de estilo de vida nuestras sociedades del llamado “Tercer mundo” debían amoldarse:
“La conciencia del subdesarrollado es un proceso que transforma las necesidades reales en una demanda de cosas, de productos, de bienes de consumo....En estos países los mecanismos del colonialismo y el neocolonialismo han provocado la conformación de pequeños grupos de ricos que viven en función de los modelos de los países desarrollados, viven al servicio de estos países e imponen sus modelos a las demás capas sociales”. (Bansart).
En nuestro Continente se ha aceptado la idea de Desarrollo en términos sorprendentemente ahistóricos e ingenuamente universalistas. Esta visión (eurocéntrica) del Desarrollo en el capitalismo moderno, se presenta “como un proceso interno, autogenerado, de la sociedad europea, que posteriormente se extiende hacia regiones atrasadas”(Coronil). Este proceso expansionista parte también de una convención tácita, acerca de que todo otro desarrollo posterior “no necesita más que de Europa para explicar el proceso” (Dussel). En los casos que no se constituya Europa como el referente a emular, siempre el “Desarrollo” estará adscrito a los criterios seguidos históricamente por “los países del Norte”, o bien, por “las Potencias Industrializadas”. En todos estos casos, la referencia conceptual y práctica respecto al Desarrollo se encuentra siempre fuera de los países que aspiran a él o que supuestamente necesitan de él.
Sin embargo, el Desarrollo no es una descripción objetiva de la realidad, sino que es un concepto polisémico (y polémico) que determina campos de lucha, entre posiciones de distintos grupos que pugnan por futuros distintos. La explicación de su difusión cómo idea - en las Ciencias Sociales- se relaciona con la construcción histórica de dicho concepto, al evocar “una metáfora de crecimiento orgánico y de evolución”(Monreal/ Gimeno).
El
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