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El Yo, el Tú y la Institución de Paul Ricoeur


Enviado por   •  8 de Septiembre de 2014  •  Reseñas  •  1.756 Palabras (8 Páginas)  •  375 Visitas

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El Yo, el Tú y la Institución

de Paul Ricoeur

Paul Ricoeur se propone un acercamiento a la respuesta sobre qué es lo que constituye un problema ético. Va a intentar demostrar que la idea de ley moral no es la más fundamental. Para eso va a distinguir entre ética y moral. La ética hará referencia a todo lo que precede a la introducción de la ley moral, mientras que la moral remitirá a leyes, normas e imperativos en el orden del bien y el mal. Es similar a lo que en clase llamamos “ética 1” (ética) y “ética 2” (moral).

Para hablar de los fundamentos de la ética propone una red conceptual en forma de triángulo tomando por modelo los tres pronombres personales: “yo”, “tú” y “él”. El polo él (neutro) será el que nos hará pasar de la ética a la moral.

¿Qué encontramos en el polo yo de la ética?. “Una libertad en primera persona que se pone a sí misma”. Esta libertad no puede verse ni encontrarse, sólo puede atestiguarse. Atestiguar algo quiere decir afirmar que algo existe aunque no se pueda ver. La libertad no se deriva. Aquí hay puntos de contacto con la antinomia kantiana, se puede pensar pero no conocer. Ponerme libre, va a decir, significa creerme libre. Estamos en el ámbito de la creencia y no de la certeza. “La libertad está condenada a atestiguarse en obras... soy exactamente lo que puedo y puedo exactamente lo que soy”.

Hay ética porque yo me arranco del curso de las cosas, de las leyes de la naturaleza y de todas las necesidades. Pero es el recorrido entero de una vida el que justifica la creencia puramente formal y vacía del yo puedo. “El yo puedo debe ser igualado por todo un curso de existencia, ninguna acción particular puede dar testimonio de él”.

En este estadio todavía no se trata de ley sino más bien de tarea. Pero ya aparecen ciertos límites: la inadecuación entre nuestro deseo de ser y las obras efectuadas. Ricoeur habla de falibilidad para designar esta separación entre aspiración y realización.

¿Qué encontramos en el polo tú de la ética?. Aquí entra en juego la posición dialógica de la libertad en segunda persona. “Yo quiero que tu libertad sea”. Es la postulación de la libertad del otro. En el mandamiento no matarás, es el otro el que dice no me mates. Pero previo a esta prohibición “el rostro del otro me requiere; me pide que lo ame como a mí mismo”. En este punto sigue a Emmanuel Levinas.

El tú es un otro yo. Yo soy tú para ese otro yo así como mi tú es yo frente a mí como tú. En palabras más técnicas y claras de Ricoeur sería que “soy tocado por el acusativo me desde aquel a quien yo digo tú en vocativo y dice yo por sí mismo”. El tú, al ser otro yo como yo, es también libertad que se pone, cree en sí misma y busca atestiguarse. El reconocimiento del rostro del otro puede ser un punto de partida en la reflexión ética. La tarea sería “hacer que la libertad del otro advenga como semejante a la mía. ¡El otro es mi semejante!. Semejante en la alteridad, otro en la similitud”.

En este polo también aparecen límites: la oposición de una libertad a la otra, el confronta miento en la esfera de la acción. Es la lucha por el reconocimiento del Otro. Es lo que Hegel describió muy bien en su dialéctica del amo y del esclavo. “Con este momento negativo llegamos a lo que hay de más primitivo en la experiencia del mal, a saber, la muerte”.

Finalmente, ¿qué encontramos en el polo él?. Ricoeur calificará este polo por la mediación de la regla. ¿Qué rol juega este término neutro en la relación intersubjetiva entre posiciones de libertad? “Este rol es el de la regla. La regla es esa mediación entre dos libertades que ocupa, en el orden ético, la misma posición que el objeto entre dos sujetos”.

“Cada proyecto ético, el proyecto de libertad de cada uno de nosotros, surge en medio de una situación que ya está éticamente marcada; ya han tenido lugar elecciones, preferencias y valorizaciones que se han cristalizado en valores que cada uno encuentra al despertar a la vida consciente. Toda nueva praxis se inserta en una praxis colectiva marcada por las sedimentaciones de obras anteriores depositadas por la acción de nuestros predecesores”. Esta situación tiene su paralelo en el lenguaje. “Yo entro en una conversación que me ha precedido, a la cual contribuyo durante una cierta duración y que continuará después de mí. De la misma manera que ninguno de nosotros comienza el lenguaje, nadie comienza la institución”. Aquí Ricoeur se hace eco de la hermenéutica y también del pos-estructuralismo.

A continuación nombra dos índices del carácter no generable de la regla. El primero fue explicado en el párrafo anterior y es de carácter histórico: nunca estoy en el comienzo. El segundo índice es el fracaso de todo intento por hacer el recuento del término neutro. Sólo una porción muy pequeña de nuestras relaciones es personalizadas, el resto queda anónimo y se reduce a un juego de roles regulado donde ya se sabe qué se espera de cada cual.

“El individuo se vuelve entonces

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