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Peronismo y socialismo.Dos sistemas: capitalismo y socialismo


Enviado por   •  24 de Febrero de 2023  •  Reseñas  •  2.168 Palabras (9 Páginas)  •  50 Visitas

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19/10/2021

Reseña

PERONISMO Y SOCIALISMO

CAPÍTULO IV – DOS SISTEMAS: CAPITALISMO Y SOCIALISMO

por Juan José Hernández Arregui

Materia: Investigación Histórica

Docente: Cecilia Meccia

Alumno: Pablo Dufranc

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        Juan José Hernández Arregui (Pergamino; 29 de octubre de 1912 – Mar del Plata; 22 de setiembre de 1974) fue un escritor, político y periodista argentino, considerado uno de los más importantes referentes de la corriente del peronismo revolucionario. Poseedor de una identidad ideológica marxista, vinculada a la izquierda peronista y a la izquierda nacional, publica esta obra en 1972 con la intención de llegar a las masas menos instruidas con un mensaje claro, conjugando la afirmación de la conciencia del ser nacional con la movilización social revolucionaria. A su vez, plantea la transformación del partido peronista, reclamándole el abandono de las indefiniciones ideológicas que subyacen dentro del mismo – las burocracias sindicales, la derecha y la izquierda peronista - para convertirse en un movimiento revolucionario, antiimperialista y socialista, ideológicamente radicalizado y aguerrido, ligado a sus sindicatos combativos.

        Después de pasar su niñez en Pergamino, Hernández Arregui se traslada a Córdoba en 1933, donde estudia Filosofía y Letras y desarrolla una vocación por la literatura y el periodismo. Ideológicamente se acercará al marxismo y al yrigoyenismo, y militará en el “sabatinismo”, donde refuerza sus convicciones nacionales y le llevará a identificarse con FORJA, el movimiento radical nacionalista y anticolonialista. En Córdoba publicará su primer libro de cuentos a los 23 años, sus primeros artículos ideológicos en revistas, y ocupará algunos puestos públicos de bajo calibre. Disconforme tanto con la formación de la Unión Democrática en 1945 (produciéndose el acercamiento de la izquierda con la oligarquía) como con el rumbo que toma el Partido Radical (cada vez más alejado de las banderas de Yrigoyen) decide desafiliarse de éste en 1947 para acercarse al peronismo. Para esa época se traslada junto a su esposa a Buenos Aires, donde desempeñará funciones como docente en La Plata y tareas administrativas para el gobierno durante la presidencia de Perón. Desde Radio del Estado, desarrollará un programa sobre literatura y filosofía, y criticará a los intelectuales del sistema oligárquico, entre otros a Borges y Victoria Ocampo. Con el golpe militar del 16 de setiembre de 1955 pierde sus cátedras y el programa radial, se suma a la resistencia peronista, y será detenido en varias oportunidades. Su adhesión al peronismo le generará zozobras económicas, y le costará persecuciones y dificultades para expresar sus ideas. No obstante, desde la marginación, y autodefinido como marxista y peronista, lanzará sus obras de profunda crítica a la cultura y la ideología dominantes. En octubre de 1957, aparece “Imperialismo y cultura”; en 1960, publica “La formación de la conciencia nacional”; en 1962 aparece “¿Qué es el ser nacional?”; en 1969 “Nacionalismo y Liberación”; y en 1972 “Peronismo y Socialismo”. En estas obras despliega su postura marxista-peronista de carácter popular, nacionalista, antioligárquica, antiimperialista, y revolucionaria. En su relato se advierte la filiación revisionista al recurrir a la figura del caudillo como la del representante de una conciencia nacional en desarrollo, y aunque no destaca ni reivindica expresamente la figura de Rosas, reconoce de su parte la defensa de la soberanía nacional ante las potencias extranjeras. También identifica en los pueblos del interior la verdadera esencia del ser nacional, encarnada en el legado indígena y su fusión hispana, de la que no reniega. Su postura anticolonialista y de crítica a la dependencia cultural emparenta su pensamiento con los trabajos de Arturo Jauretche y Jorge Abelardo Ramos, ambos representantes de la corriente revisionista, en la que canalizarán el surgimiento de la conciencia nacional. Por su ideología, Hernández Arregui fue perseguido, censurado, apresado y víctima de atentados contra su vida, y las hegemonías oligárquicas condenaron sus obras al silenciamiento y al olvido.

        En el Capítulo IV, Dos sistemas: Capitalismo y Socialismo, el autor describe minuciosamente los fundamentos del marxismo y del materialismo histórico, con recurrentes citas a Marx, Engels, Lenin y otros, y lo ejemplifica con el contexto mundial y nacional de la época en que lo escribe. Estos argumentos buscan convencer al lector de que la única salida a la situación opresiva en que está sumida la clase obrera internacional es la abolición del sistema capitalista. Para ello es necesaria la instauración del socialismo de Estado, provocando un movimiento revolucionario de alcance mundial a la manera en que Karl Marx lo hace en su Manifiesto Comunista. Y para ello, en la Argentina, el peronismo estaría llamado a ser quien lo lleve adelante. De manera contundente sentencia el fin del capitalismo, amenazado por sus propias contradicciones, que lo llevan generar una clase burguesa y minoritaria, poseedora del capital, y beneficiaria del trabajo asalariado, y una clase obrera, el proletariado, que no participa de las ganancias generadas por la plusvalía que ellos mismos le imprimen, y que en su gran mayoría se encuentra sumida en la miseria y la dependencia. De esta realidad se desprende la lucha de clases que el materialismo histórico identifica desde las primeras sociedades esclavistas hasta la actualidad, en la que este antagonismo es encarnado por una clase capitalista y otra proletaria.

        Capitalismo y colonialismo son dos tópicos que el autor desarrolla de manera hermanada, explicando cómo el capitalismo se constituyó a partir del colonialismo, y cómo con la emancipación de las colonias éste adoptó nuevas formas encubiertas para perpetuar su control del capital y de la explotación colonial. La clase capitalista de las grandes potencias, poseedora del capital y de los medios de producción, ejerce presión sobre los países colonizados a través de monopolios y organismos transnacionales, préstamos, créditos, y de las armas. Someten a estos países a una explotación subvalorada que deteriora la esencia humana de sus trabajadores, así como también impide el despegue económico de sus naciones. Algunas colonias llegarán a semiindustrializarse y a modernizarse parcialmente propiciado por las potencias, que a través de sus préstamos y acuerdos regularán la medida de estos desarrollos de acuerdo a su conveniencia. El autor se refiere a la situación de la Argentina como una semicolonia industrializada, con derechos laborales superiores a las que no lo son, pero aún de consecuencias “bestializantes”, lo que fomenta la conciencia revolucionaria.

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