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Pobreza E Inclusion Social En Las Poblaciones Indigenas

ineshi16 de Septiembre de 2012

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Pobreza e inclusión social en las poblaciones indígenas

(Cirilo Kapsoli Escudero)

Introducción

La inclusión de las poblaciones indígenas pobres al sistema nacional en su conjunto es un reto y una tarea sumamente complicada y difícil. Primero tendría que superar y mejorar las carencias económicas y las desigualdades sociales. En un mundo que se globaliza y en una sociedad que tiene una larga tradición de ser excluyente, dominante, racista y egoísta, aquella tarea de la inclusión es más un eufemismo que una posibilidad. Es por esta razón que planteamos la imperiosa necesidad de construir una nueva sociedad con los retos y las aspiraciones prospectivas del siglo XXI que, por lo menos, logre poner en la práctica individual y colectiva las 4 metas o paradigmas que a continuación presentamos esquemáticamente.

Retorno a la cultura

Definimos la cultura como todo producto material e inmaterial que ha creado el hombre adaptándose y transformando la naturaleza para producir productos útiles para su subsistencia y expansión junto con sus demás congéneres. La definición académica de la cultura proviene de la antropología científica. Fue Edurad B. Taylor quien nos da una primera aproximación al señalar que cultura engloba todo lo referido a costumbres, organización social, política, económica, religión y todo cuanto el hombre ha podido desarrollar en un determinado tiempo y espacio geográfico.

El retorno a la cultura en el siglo XX tiene, entre otros objetivos, recuperar la dignidad humana. La plena humanización. Por cuanto, en los tiempos actuales, se ha visto drásticamente afectado por la modernidad y el avasallamiento del capitalismo. La visión del mundo unipolar ha trastocado todos los cimientos y elementos de nuestras identidades culturales. En tal sentido, la palabra cultura debiera implicar una relación más respetuosa entre los seres humanos, tomando como punto de referencia la importancia y el respeto a la diversidad cultural y comunidades humanas. Por lo tanto, reconocer y valorar los legados culturales de los ancestros no sólo concitan la atención de las sociedades modernas, sino que objetivan sus particularidades y empoderamientos, con sus propios códigos de conducta y de valor.

Antes la modernización y hoy la globalización, imponen un modelo de cultura única, detrás del cual todos los pueblos deben asumirlo descuidando sus identidades, su autenticidad, más aún, facilitando el atropello y respeto a su diversidad cultural. En esta perspectiva, los pueblos indígenas y amazónicos considerados como atrasados, o en vías de desarrollo, no representan un obstáculo para la penetración ideológica del capitalismo. Esta visión etnocentrista no es nueva, la visión del europeo desde su condición de continente colonizador se ha manejado con esta práctica. Evidencia de ello es la colonización del continente americano. Así, “cuando una cultura se impone a otra, crea implícitos culturales para legitimar a la empresa colonial y post-colonial, uno de estos implícitos es la universalización de la cultura occidental”. Es decir, la visión del mundo unipolar. Esto de por sí, ya es una forma de cómo estos pueblos se han afirmado frente a los demás, especialmente a los sometidos por ellos.

Otro objetivo que persigue la valoración de la cultura es el retorno al Humanismo, al saber de lo que hemos sido, es decir, la historia de nuestros pueblos, su trayectoria íntegra considerando el pasado, el presente y el provenir. También incluye recuperar la creación literaria y filosófica en sus variadas formas y expresiones, como son los mitos, las leyendas, las tradiciones, los cuentos y fábulas orales o escrituradas. Esta práctica podría considerarse, de alguna forma, como una vuelta hacia la cultura clásica greco-romana. Ello supone también, la búsqueda de la originalidad, de la cosmovisión y del destino del hombre.

El nacimiento y desarrollo del humanismo desde el siglo XIV fue un intento de realimentar las creaciones artísticas, la capacidad de asombro frente a la belleza y la naturaleza a fin de emprender un gran cambio que permitiera superar corrientes del pensamiento humano demasiado estrechas como para dar base a una nueva era de expansión de la espiritualidad. Ahora, como en la época del Humanismo Clásico, está en juego la humanista, es decir la humanidad, y se trata de hacer los studia humanitatis, es decir, de volver a tomar su espíritu y de aplicarlo en el cúmulo de nuevos conocimientos. Pero, a lo largo de los siglos transcurridos, estos estudios han introducido nuevas temáticas, nuevos métodos y nuevas preguntas.

En primer lugar, se plantean los grandes problemas sobre la vida en sociedad y el fenómeno de la cultura hoy impactada por las tecnologías modernas de la comunicación y la telemática. En segundo lugar, las nuevas dimensiones acerca del conocimiento humano que ha adquirido mayor trascendencia en el siglo XX. La humanidad enfrenta la sistematización de ese conocimiento que se genera ahora en muchos espacios y con caracteres diferenciados. Hay un interés por conocer otros lugares del mundo, lo que aumenta las perspectivas del conocimiento. En tercer lugar, la humanidad, por primera vez en la historia, asiste a una dolorosa etapa por la escasez y un mal manejo de los recursos naturales y la tecnología que dispone el planeta Tierra, con un saldo escalofriante de contaminación ambiental y recalentamiento. Quizás los andinos de hoy debiésemos propiciar un renacimiento de la práctica prehispánica en cuanto al manejo cuidadoso de los ecosistemas y al uso austero de los recursos naturales. En cuarto lugar, la economía ha evolucionado desde el siglo XIV y ha llegado a un manejo completo de mercado hipertrofiado hasta el punto de amenazar a la humanidad con la pérdida de las identidades productivas culturales y de sus libertades individuales y colectivas.

Población indígena: derechos y participación 38En quinto lugar, los linderos de todo el bloque terráqueo han llegado a estar –por primera vez– tan juntas debido a la disminución de los tiempos de transporte de personas y de ideas, que se tiene la sensación de constituir una sociedad global única. Esto independientemente de que las transnacionales se propongan “globalizar” las economías en su provecho, donde también es claramente visible la globalización de la pobreza.

Las artes y las expresiones más sublimes del hombre en la que el espíritu pueda manifestarse, también están en debate. La pintura, las obras literarias, arquitectónicas, la música y el baile son aspectos más generales que las humanidades revelan el espíritu humano, descubriendo su esencia misma. Una vuelta a la valoración se da a inicios del siglo XV, cuando culminada la edad Media, la razón y su expresión se vio impregnada en la obra humana, de esta manera, se retoman los aportes de la cultura clásica y universal. Por otro lado, si bien es cierto que “las humanidades se distinguen de los conocimientos científicos, es decir, de las ciencias físico-matemáticas y de las ciencias naturales, no por eso dejan de tener relación con ellas. Obvio es que las humanidades no buscan establecer leyes universales, pero al entrar en relación con la ciencia pueden, por así decirlo, humanizarlas. El conocimiento acerca de las plantas y animales y en general de la naturaleza, enriquecen a los seres humanos, no sólo en un sentido utilitario, sino también cultural y aún espiritual”.

De esta manera, el Humanismo busca por un lado recuperar la dignidad humana, cultivar el espíritu y contemplar la sociedad desde la belleza. Asimismo, formar el capital cultural, donde la información nos permita poner de manifiesto todas nuestras potencialidades materiales y espirituales como comunidad o nación.

Retorno a la ética y la moral

En sociedad, los seres humanos, tenemos también un espacio individual que comprende por un lado, formas alternativas de realización. Pero, del mismo modo, nuestro comportamiento está sujeto a determinadas normas como miembros de una colectividad. Por lo tanto, la ética tiene mucho que ver con nuestra costumbre o propiamente dicho, el carácter y la personalidad que el hombre adquiere en su vida. Sin embargo, la ética no se ha limitado a estudiar las costumbres y comportamientos de los hombres en un grupo social, sino que ella ha trascendido a hallar una interpretación en concordancia con el deber ser de la conducta humana. De esta forma, afirmamos que la ética es una ciencia eminentemente práctica, pues, no sólo trata de las cosas, sino de cómo estas deben hacerse. Por eso decimos que la ética es una disciplina normativa y filosófica que, por lo general, tiene a su alcance el estudio de las culturas, pueblos, familias e instituciones como el Estado. Es sobre la base de estos aprendizajes que las personas tenemos elementos diferenciados con relación a gustos, valores, escala de los mismos los que nos permite llegar a ser personas auténticas y singulares.

Pero es preciso señalar la diferencia entre ética y moral. La primera es una disciplina filosófica que se ocupa especialmente desde la Edad Moderna de la fundamentación de las costumbres referidas a valores, normas, procedimientos. En cambio, la moral tiene que ver con las costumbres, pero no de manera general, sino en tanto están relacionadas precisamente, con ciertos valores, normas o procedimientos. La ética es una creación occidental con el fin de universalizar los valores culturales del otro en relación o discrepancia con la occidental. Son valores morales occidentales como la justicia, el bien,

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