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Preludio a la nacionalidad


Enviado por   •  26 de Junio de 2012  •  4.148 Palabras (17 Páginas)  •  1.014 Visitas

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Cap. 1 - Preludio a la nacionalidad

El comienzo de la Argentina hacia la nacionalidad comienza con la conquista y colonización española.

Durante los últimos años del siglo XVIII – 1600/1700 y los primeros del XIX – 1700/1800, la idea de nacionalidad fue predominante en la mente europea.

Con el fin del Iluminismo y la llegada del Romanticismo, las ideas de fraternidad universal dieron paso a un sentimiento nacionalista en el que cada país afirmaba su peculiaridad étnica, lingüística y mítica.

Tradiciones folklóricas, vida campesina. Festivales religiosos, historias y héroes nacionales, idiosincrasias étnicas, mitologías tribales y paisajes locales inundaron todas las artes, desde las novelas históricas de Sir Walter Scótt y Alejandro Dumas a la música de Dvorak, Wagner y Tchaikovski a las pinturas de Goya, Turner y David a la poesía de Schiller, Burns y Bécquer.

Con el objetivo de elaborar un sentimiento de pertenencia nacional y destino común; estas se volvieron las ficciones orientadoras de las naciones.

Las ficciones que alentaron a los franceses a sentirse franceses, a los ingleses ingleses y a los alemanes alemanes.

Cuando los políticos quisieron unificar al pueblo bajo una bandera común, o legitimar un gobierno, la apelación a las- ficciones orientadoras de una nacionalidad preexistente o un destino nacional resultó útil.

Las obras d Bismarck, Gladstone y Cavour en favor de la consolidación nacional habría sido más difícil y quizás imposible.

Los EEUU, como país nuevo tuvo desde el comienzo sus ficciones orientadoras.

El sueño puritano de establecer una Nueva Jerusalén en el desierto americano.

Ralph Perry, Sacvan Bércovitch y otros, el nombre del sueño era "América", nombre pensado para todo un continente pero que los puritanos hicieron suyo.

En todo el mundo los nombres "América" y "americano" son sinónimos de los EE.UU y sus ciudadanos, practica que ignora que todos los habitantes del Hemisferio Occidental son americanos que viven en América.

Los puritanos se definieron como una nación aparte, destinada por elección divina a una prosperidad y virtud ejemplares. Se vieron a si mismos como moderaos israelitas llamados por el Señor para ocupar una tierra prometida; más que la búsqueda de un objetivo social, sus trabajos eran la sagrada peregrinación destinada a fundar la Sión del Nuevo Mundo y ser una luz para las inicuas naciones del Viejo.

El sueño puritano resultó una ficción orientadora muy adaptable, y las generaciones siguientes de norteamericanos la transformaron en conceptos como los del destino manifiesto y la protección del mundo libre, así como la idea de que los EE.UU deberían aspirar a una norma moral más alta que otras naciones, norma que sigue siendo invocada por gente tan distinta como predicadores evangélicos y militantes por los derechos civiles.

Las ficciones orientadoras no surgieron con tanta facilidad en los países de América hispánica.

En Europa, y EE.UU, los mitos de nacionalidad sobre los que podían construirse las naciones existían antes de que se formaran las naciones mismas,

En América hispánica las guerras civiles que siguieron a la Independencia forzaron la aparición de naciones en áreas que carecían de ficciones orientadoras para una nacionalidad autónoma.

En EE.UU y Europa el concepto precedió a la realidad política.

Aquí fue al revés: las ficciones orientadoras de un destino nacional tuvieron que ser improvisadas cuando ya la independencia política era un hecho.

Las colonias españolas fueron ordenadas con vistas a la expansión del Imperio español, de modo que fueran cultural, económica y políticamente dependientes de la madre patria. Sin desarrollar un sentimiento de nacionalidad propio e independiente, sino que fuera extensión de España, dóciles en lealtad política, fe religiosa, pago de impuestos.

El modo de asegurar la hegemonía española sobre sus posesiones americanas, las colonias españolas fueron gobernadas durante casi 300 años por una burocracia centralizada, que todos los puestos de importancia, políticos y eclesiásticos, eran ocupados desde la madre patria.

Los colonizadores y sus descendientes, los criollos, solían ignorar las órdenes de la metrópoli, pero no cuestionaban la autoridad de la Corona y de sus representantes.

La actitud ante la monarquía queda descripta en el lema contradictorio Obedezco mas no cumplo, que significa "Reconozco la autoridad de la Corona, pero en caso particular haré lo que me parezca".

Los criollos actuaban con independencia de la legislación imperial, era la libertad de una desobediencia tolerada en una sociedad administrada sin rigor; no era la libertad de naciones en embrión, ansiosas de independencia de la monarquía española.

Las ideas de nacionalidad propia de la América hispánica empezó a fines del siglo XVIII – 1600/1700, antes de los movimientos independentistas de 1810.

México, Perú y Chile nunca pensaron un destino nacional propio o una eventual autonomía, como fue el de EE.UU.

El movimiento independentista en la América hispánica surgió del colapso político de la monarquía española y la invasión napoleónica a la Península Ibérica en 1808.

La separación de España estuvo determinada por acontecimientos externos.

La formación de naciones de América hispánica se complico tras la independencia por la guerras civiles que desmembraron 4 virreinatos en 18 republicas separadas, áreas geográficas del Imperio español, pronto tuvieron que entenderse y definir sus destinos como unidades autónomas; tuvieron que crear ficciones conductoras de pueblo y nación para acercarse al consenso ideológico que subyace a las sociedades estables en otras partes del mundo.

Se crearon países nuevos con fronteras nuevas y nombres como Venezuela, Honduras, Colombia, Bolivia y Argentina. 1 siglo o ½ siglo antes de la Independencia, ninguna de estas tierras soñaba que algún día serían naciones nuevas y separadas, con un destino propio.

No existía un mito previo de identidad nacional que ligara a sus habitantes bajo una ideología.

A pesar de la centralización administrativa y la ausencia de ideologías nacionales previas a la Independencia, las distintas regiones de la América hispánica desarrollaron

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