Presencia Del Exilio Republicano Español En La Arquitectura Mexicana
Karen21103015 de Abril de 2015
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1. Arquitectos del exilio español. Cuatro generaciones
La Guerra Civil Española estalló cuando las iniciativas culturales de la Segunda República empezaban a dar sus frutos. Las tendencias artísticas de vanguardia encontraron en la España republicana buen clima, buen terreno y buenos obreros para desarrollarse. Se estaba gestando, a nivel cultural, lo que podría haber llegado a ser (según una opinión generalizada) un “segundo siglo de oro español”, y la arquitectura tenía un papel importante en este proceso. Arquitectos progresistas, desde diversos frentes, inyectaban aire fresco en el anquilosado y asfixiante ambiente arquitectónico de su país al incorporar las propuestas vanguardistas que planteaban transformaciones significativas en la forma de entender y ejercer el oficio. Sin embargo, el proceso de integración del Movimiento Moderno en España quedó interrumpido por la sublevación franquista y el desenlace de la guerra civil española, que marcó el regreso a los cánones academicistas y el viraje oficial hacia una arquitectura monumental de talante fascista.
La diáspora republicana llevó al exilio a medio centenar de arquitectos españoles (1), “entre los que se contaban los de mayor calidad y los de mayor empuje cultural y político" (2). A los veinticuatro que recalaron en México (3) se les puede agrupar en tres generaciones por las características comunes que presentan en cuanto a edad, formación, tipo de relación con la causa republicana y forma en que se integraron al nuevo medio (4). Aunque cada uno vivió el éxodo de manera particular, se pueden sacar algunas conclusiones a nivel generacional sobre el tipo de respuesta que dieron a la desgarradora experiencia del exilio.
Primera generación
Los integrantes de la primera generación nacieron entre 1885 y 1890 y se titularon entre 1914 y 1920; aunque recibieron una formación anclada en el academicismo decimonónico, empezaron a reaccionar en busca de una arquitectura más comprometida con las causas sociales. Políticamente, actuaron contra la Monarquía en favor de la instauración de un gobierno democrático en España; su compromiso con la causa republicana y su experiencia profesional les llevó a ocupar puestos de responsabilidad en diferentes ámbitos durante la Segunda República. En la guerra civil desempeñaron cargos públicos y diplomáticos al servicio del gobierno republicano. Sobrepasaban los cincuenta años de edad al llegar a México; "su vida empezaba de nuevo, con medio siglo de más" (5). Esta generación está conformada por Francisco Azorín Izquierdo (Teruel 1885-México 1975, titulado en 1911), Cayetano de la Jara y Ramón (Valencia 1888-México 1960, t. 1920), Bernardo Giner de los Ríos García (Madrid 1888-México 1970, t. 1915), Tomás Bilbao Hospitalet (Bilbao 1890- México 1954, t. 1918) y Roberto Fernández Balbuena (Madrid 1890-México 1966, t. 1913). Todos ellos cursaron la carrera en la Escuela de Arquitectura de Madrid, excepto Giner de los Ríos que lo hizo en Bolonia tras estudiar ingeniería en Madrid.
En su destierro participaron, con diferentes grados de compromiso, en labores de apoyo al gobierno de la República en el exilio y pasaron sus primeros años en México sin ánimo de comprometerse con trabajos profesionales que pudieran entorpecer su anhelado regreso a España, colaborando en algunos casos con colegas exiliados más jóvenes (Bernardo Giner de los Ríos con los constructores Bertrán Cusiné, Cayetano de la Jara en la empresa de Eduardo Robles Piquer y Roberto Fernández Balbuena en la de Ovidio Botella).
Segunda generación
Los miembros de la segunda generación, nacidos entre 1897 y 1903 y titulados durante los años de la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), se formaron cuando los planteamientos de las vanguardias arquitectónicas europeas empezaban a tener eco en las escuelas de arquitectura. La guerra civil supuso la interrupción de su carrera cuando iniciaban su consolidación profesional. Durante la contienda desempeñaron diversos cargos en favor de la República; algunos participaron en el frente cuando sus quintas fueron movilizadas. Salieron al exilio rondando los cuarenta años; ellos fueron Emili Blanch i Roig (Gerona 1897-1996, t. 1925), José Luis Mariano Benlliure (Madrid 1898-1981, t. 1927), Jesús Martí Martín (Castellón 1899-México 1975, t. 1923), Juan de Madariaga Astigarraga (Bilbao 1901-1995, t. 1930) y Mariano Rodríguez Orgaz (Madrid 1903-México 1941, t. 1929). (6). Blanch se tituló en la Escuela de Arquitectura de Barcelona, el resto en la de Madrid.
Ya en el exilio, trabajaron en despachos de destacados arquitectos mexicanos (Benlliure con Enrique Yáñez y Enrique de la Mora, Madariaga con José Villagrán) o tuvieron puestos de responsabilidad en empresas constructoras (Martí y Blanch). Esta fue, quizás, la generación más desengañada, la más afectada por el exilio, pues sus integrantes vieron cortada una promisoria, aunque incipiente carrera en España, y en México tuvieron pocas opciones de desarrollarse plenamente. Tres de ellos decidieron volver a su patria (Benlliure en 1948, Blanch en 1949 y Madariaga en 1956), donde mal que bien pudieron ejercer la profesión (7), mientras que Martí buscó refugio en la pintura, alejándose paulatinamente de la arquitectura tras una productiva labor al frente de la compañía Vías y Obras.
Tercera generación
La tercera generación está conformada por arquitectos que nacieron entre 1906 y 1911, participaron activamente en la política estudiantil y se titularon durante el período republicano (1931-1936), cuando los aires renovadores de las vanguardias europeas traían cambios significativos en la forma de entender y enseñar la arquitectura. Al estallar la guerra civil llevaban poco tiempo ejerciendo la profesión. Casi todos actuaron en los frentes de batalla como miembros del Cuerpo de Ingenieros del Ejército Republicano. Llegaron a México frisando los treinta años y allí desarrollaron prácticamente toda su labor profesional. A este grupo pertenecen José Caridad Mateo (La Coruña 1906-México 1997, t. 1931), Jaime Ramonell Gimeno (Murcia 1906-México 1991, no llegó a titularse), Arturo Sáenz de la Calzada Gorostiza (Álava 1907-México 2003, t. 1932), Juan Bautista Larrosa Domingo (Lérida 1907-México ca.1940, t. 1935), Francisco Detrell Tarradell (Santiago de Cuba 1908-México ca.1990, t. 1935), Enrique Segarra Tomás (Valencia 1908-Veracruz 1988, t. 1934), Esteban Marco Cortina (Reus 1909-México ca.1965, t. 1933), Oscar Coll Alas (Oviedo 1909-Cuernavaca 1967, t. 1936), Tomás Auñón (8), Ovidio Botella Pastor (Alicante 1909-México 1996, t. 1935), Fernando Gay (Valencia 1909-México 1996, no llegó a titularse), Félix Candela Outeriño (Madrid 1910-Raleigh 1997, t. 1935), Eduardo Robles Piquer (Madrid 1911-Caracas 1993, t. 1935) y Juan Rivaud Valdés (Madrid 1910-México 1993, t. 1934). Seis de ellos estudiaron la carrera en Barcelona (Caridad, Ramonell, Larrosa, Detrell, Marco y Gay); los demás en Madrid (9).
Los miembros de este grupo desarrollaron prácticamente toda su carrera profesional en México, enfrentando el destierro con una actitud más emprendedora, por lo general, que la de los arquitectos experimentados. Así, fundaron compañías que tuvieron bastante éxito (Robles con Ras-Martín, Botella con Técnicos Asociados, Candela con Cubiertas Ala), ocuparon cargos importantes en empresas constructoras antes de dedicarse a trabajar por su cuenta (Sáenz de la Calzada, Segarra, Rivaud), se asociaron entre ellos (Caridad y Ramonell, Coll y Auñón), trabajaron por cuenta propia (Marco, Detrell) o para instituciones (Gay fue arquitecto de la Beneficencia Española).
México: destino casual
México fue un destino casual y afortunado para todos estos arquitectos pues encontraron un país que tenía similitudes culturales con el suyo, donde se hablaba su idioma, que les ofreció generoso asilo y la oportunidad de continuar con el ejercicio de su profesión. El gobierno del general Lázaro Cárdenas otorgó a los refugiados facilidades administrativas que hicieron menos traumática su integración, entre las que estaban la posibilidad de solicitar la ciudadanía mexicana y el reconocimiento de sus títulos profesionales. La mayoría de los arquitectos optó por nacionalizarse, pero su regularización profesional fue más problemática pues a finales de 1940 Manuel Ávila Camacho, al asumir la presidencia sustituyendo a Lázaro Cárdenas, derogó el decreto por medio del cual se reconocían los títulos profesionales. Sólo Arturo Sáenz de la Calzada y José Caridad Mateo, que llegaron con su título “bajo el brazo”, pudieron homologarlo; los demás estaban haciendo las gestiones para que les fuera enviado desde España cuando les sorprendió la decisión del nuevo gobierno, lo que hizo que el trámite fuera más engorroso y dilatado (10). Así, muchos se encontraron en una situación ambigua: tenían permiso para trabajar legalmente y contaban con oportunidades para hacerlo, pero no podían figurar como titulares de sus proyectos. Sáenz de la Calzada y Caridad se convirtieron en punto de referencia de todo el grupo, pues fue práctica común que firmaran los proyectos de sus colegas mientras estos normalizaban su situación.
La cuarta generación: arquitectos hispano-mexicanos
Se ha denominado generación hispano-mexicana al grupo de niños y jóvenes nacidos en España que llegaron a México acompañando el éxodo de sus padres, y que se formaron y se desarrollaron profesionalmente en su patria de adopción. A este grupo pertenece otra camada de arquitectos (ya mexicanos a todos
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