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Primera Y Segunda Guerra Mundial

yadhiz28 de Agosto de 2014

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Unificaciones

Alemania

La Historia de Alemania como país se inicia el 1871 al instaurarse el Imperio alemán. Con anterioridad lo que conocemos como Alemania fue una agrupación de estados en el marco del Sacro Imperio Romano Germánico, formado a partir de la división en 843 del Imperio carolingio, fundado en el año 800 por Carlomagno. Este Imperio existió en diversas formas hasta ser disuelto en 1806 como consecuencia de las guerras Napoleónicas. Durante el siglo XVIII se inicia la transformación de Prusia en una potencia europea. El largo reinado de Federico II el Grande da un gran impulso a la consolidación de este reino, que se ve envuelto en las guerras de Sucesión Austriaca y de los Siete Años. A partir de entonces Prusia disputaría a la Casa de Austria la hegemonía de Alemania.

Tras la Revolución francesa, los diferentes estados monárquicos de Europa crean alianzas para enfrentar la amenaza que Francia representa para la estabilidad de sus propios regímenes. Los estados alemanes participan activamente contra los ejércitos de Napoleón I, quien tras acumular importantes victorias instaura la Confederación del Rin en 1806. Poco después el emperador del Sacro Imperio abdica y disuelve así efectivamente el imperio. En el Congreso de Viena, tras la derrota definitiva sobre el ejército francés, se disuelve la Confederación del Rin y se crea la Confederación Germánica. El 1 de enero de 1834 entra en vigor la asociación de aduanas, mediante la cual se abolen los aranceles entre algunos miembros del norte de la confederación, bajo hegemonía prusiana, la llamada Zollverein. La Revolución de 1848 conduce a la creación del primer Parlamento alemán en Fráncfort del Meno que elabora una primera constitución pero fracasa con la unificación nacional, porque los monarcas recuperan el control. Una reforma de la constitución danesa y la disputa por Schleswig-Holstein causa la guerra conocida como de los ducados (1864), y después la de las siete semanas (1866), por las cuales Prusia se asegura la hegemonía germánica. El Imperio alemán se funda el 18 de enero de 1871 tras la victoria de Prusia en la Guerra franco-prusiana y se consigue la unificación de los diferentes estados alemanes en torno a Prusia, excluyendo a Austria. Así Prusia se convierte en Alemania, bajo el liderazgo del canciller Otto von Bismarck, quien será el verdadero artífice de la unificación; posiblemente uno de los estadistas más importantes del siglo XIX. Se inicia un período de gran desarrollo nacional alemán en todos los campos: economía, política y milicia.

Desde entonces Alemania se transforma junto al Reino Unido en una de las dos grandes potencias mundiales, sin ambiciones coloniales durante el gobierno de Bismarck. A partir de este punto y durante las siguientes dos décadas se establecen los llamados "sistemas bismarckianos", que dominan la política europea. En el Congreso de Berlín de 1878 se reúnen los representantes de varios estados europeos bajo la presidencia de Bismarck con el propósito de reorganizar los Balcanes tras la Guerra Ruso-Turca de 1877–1878. Así como para equilibrar los intereses de Inglaterra, Rusia y Austria-Hungría en la zona. Después, entre 1884 y 1885 Bismarck convoca la conferencia de Berlín en la que las potencias establecen las pautas para el reparto colonial de África. Con la coronación de Guillermo II como Káiser, se inicia un enfrentamiento entre él y Bismarck, el cual provoca la caída del canciller en 1890. El emperador será incapaz de continuar con las políticas implantadas por Bismarck y Alemania se ve poco a poco en la incapacidad de mantener el equilibrio europeo, que para entonces era más que nunca la base del equilibrio mundial.

En 1914 estalla la Primera Guerra Mundial que, al provocar la derrota de Alemania en 1918, marca el fin de la dinastía Hohenzollern. Las naciones vencedoras imponen el Tratado de Versalles.

Unificación de Italia

La Unificación de Italia fue el proceso histórico que a lo largo del siglo XIX llevó a la unión de los diversos estados en que estaba dividida.

La península itálica se encontraba dividida en diversos estados , en su mayor parte vinculados a dinastías consideradas «no italianas» como los Habsburgo o los Borbones. Ha de entenderse en el contexto cultural del Romanticismo y la aplicación de la ideología nacionalista, que pretende la identificación de nación y estado, en este caso en un sentido centrípeto (irredentismo). También se le conoce como el Resurgimiento (Risorgimento en italiano), e incluso como la Reunificación italiana (considerando que existió una unidad anterior, la provincia de «Italia» creada por Augusto, en la antigua Roma).

El proceso de unificación italiana se puede resumir así: a comienzos del siglo XIX la península itálica estaba compuesta por varios estados (Lombardía, bajo el dominio austríaco; los Estados Pontificios; el reino de Piamonte; el reino de las Dos Sicilias, entre otros), lo que respondía más a una concepción feudal del territorio que a un proyecto de estado liberal burgués. Después de varios intentos de unificación entre 1830 y 1848, que fueron aplastados por el gobierno austríaco, la hábil política del Conde de Cavour, ministro del reino de Piamonte, logró interesar al emperador francés Napoleón III en la unificación territorial de la península, que consistía en expulsar a los austríacos del norte y crear una confederación italiana; a pesar de la derrota del imperio austríaco, el acuerdo no se cumplió por temor de Napoleón a la desaprobación de los católicos franceses. Aun así la Lombardía fue cedida por Napoleón al Piamonte. Además, durante la guerra se presentaron insurrecciones en los ducados del norte, los que luego fueron anexados al Piamonte, con lo cual se cumplió la primera fase de la unificación.

En la segunda fase se logró la unión del sur cuando Garibaldi, inconforme con el tratado entre Cavour y Napoleón, se dirigió a Sicilia con las camisas rojas, conquistándola y negándose a entregarla a los piamonteses; desde allí ocupó Calabria y conquistó Nápoles. En 1860 las tropas piamontesas llegaron a la frontera napolitana. Garibaldi, que buscaba la unidad italiana, entregó los territorios conquistados a Víctor Manuel II. Mediante plebiscitos, Nápoles, Sicilia y los Estados Pontificios se anexaron al reino de Piamonte y al futuro rey de Italia, Víctor Manuel II. El proceso de la unificación no fue producto de la voluntad popular pese a los plebiscitos convocados por Cavour, por tanto la acción del Estado se centró en la construcción de una nacionalidad italiana.

Primera Guerra Mundial

Triple Alianza (1882)

La Triple Alianza (Dreibund, en alemán) fue el nombre que recibió la coalición inicialmente integrada por el Imperio alemán y el Imperio austrohúngaro por iniciativa de Otto von Bismarck, a la que posteriormente se uniría Italia, aunque también se invitó al Imperio ruso a formar parte de ella. Cuando Rusia unió fuerzas con el Reino Unido y Francia para formar la Triple Entente, Alemania y Austria-Hungría buscaron al Reino de Italia como reemplazo en 1887, por lo que los integrantes de esta coalición pasaron a ser conocidos como los "imperios centrales", en alusión a su situación geopolítica en Europa. Tras optar inicialmente por Austria-Hungría, y ante la imposibilidad de mantener a la vez una alianza con Viena y San Petersburgo -enfrentadas en los Balcanes- Bismarck encontró en el Reino de Italia el esperado aliado contra Francia.

Por un lado, Otto Von Bismarck consideraba su principal objetivo diplomático mantener el aislamiento de Francia; por otro lado, Italia pensaba que su adhesión a la Alianza y su asociación a Alemania eran el mejor camino para acceder al rango de gran potencia. Italia estaba descontenta por la actitud francesa (y más tarde Alemania) ante sus aspiraciones coloniales en Túnez y el Cuerno de África, y posteriormente se añadiría un problema por los intereses contrapuestos sobre el dominio del Trentino entre Austria-Hungría e Italia.

Los tres países acordaron apoyarse, en caso de ser atacados por Francia o por Rusia. El tratado fue reafirmado varias veces hasta 1913, aunque la posición italiana, como se vio al comenzar la guerra, era cada vez más incómoda. Finalmente, el Reino de Italia decidió combatir del lado de los aliados en 1915, rompiéndose así esta coalición y pasando a formar parte de la Triple Entente.

A Italia se le prometieron varios territorios a través del tratado de Londres que no fueron otorgados en la conferencia de París generando un descontento nacionalista (razón por la cual Benito Mussolini ingresó al lado del Eje en la Segunda Guerra Mundial), mientras que el Imperio otomano se unió a los imperios centrales. La guerra terminó con la derrota de la Triple Alianza, que se disolvió para siempre.

Fin de la Triple Alianza

Después de la Primera Guerra Mundial las potencias centrales fueron sometidas a sanciones aplastantes mientras que Italia no fue intervenida a pesar de haber tenido una antigua alianza con las otras dos.

Triple Entente

La Triple Entente fue una coalición conformada por la alianza franco-rusa de 1893, la Entente Cordiale franco-británica de 1904 y el acuerdo anglo-ruso de 1907.

Eric J. Hobsbawm, en su libro Historia del siglo XX, la define de esta manera: triple entente, constituida por Francia, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda y el Imperio Ruso.1 El Reino de Serbia y Bélgica se incorporaron a la triple entente inmediatamente como consecuencia del ataque austriaco contra Serbia (que, de hecho, desencadenó el inicio de las hostilidades) y el ataque de Alemania contra

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