Primera Y Segunda Guerra Mundial
jujy013 de Julio de 2014
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Primera Guerra Mundial
Causas
Económicas:
Entre el último tercio del siglo XIX y la primera década del XX se desarrolló la Segunda Revolución Industrial. Ésta se caracterizó por una serie de cambios: nuevas fuentes de energía (petróleo y electricidad), nuevos sectores de la producción (químico, siderúrgico y alimentario), nuevas formas de organización del trabajo (taylorismo), la concentración de capitales en torno a grandes agrupaciones de tendencia monopolística (cartel, trust) y una creciente globalización de la economía.
Surgieron nuevas potencias industriales (USA y Japón) que se unieron a las ya existentes (G. Bretaña, Alemania, Francia). Alemania ganó terreno económico a Gran Bretaña por el carácter más competitivo y moderno de su industria y se erigió en la líder indiscutible de determinados sectores productivos, como el siderúrgico y el químico.
Al mismo tiempo intentó por todos los medios arrebatar a Inglaterra sus tradicionales mercados, tanto europeos (Bélgica, Holanda, Rusia) como coloniales, y se convirtió en un serio rival comercial. Londres y París lograron mantener, no obstante, la supremacía en la exportación de capitales.
Las disputas imperialistas
Durante el siglo XIX Gran Bretaña y Francia se habían repartido gran parte del mundo.
Al comenzar la siguiente centuria el peso económico de Alemania superaba al de ambas. Sin embargo, ese poder no se correspondía con la escasa entidad de sus posesiones ultramarinas(algunas áreas en el suroeste y oriente africanos, Togo y Camerún, así como algunos archipiélagos en el Pacífico).
Alemania demandaba una nueva realidad colonial algo que trataban de impedir Gran Bretaña y Francia.
Ese escenario fue testigo de tensiones internacionales, hecho acrecentado por el nacimiento de nuevas potencias como Japón o Estados Unidos, cada una de ellas con sus propios planes imperiales.
Conflicto de Polonia
Polonia había sufrido históricamente diversos repartos a manos de sus poderosos vecinos. El Congreso de Viena (1815) sancionó uno más y el país quedó dividido entre Rusia, Austria y Prusia, siendo su población sometida a distintos regímenes y administraciones.
El nacionalismo polaco liderado por Józef Pilsudski, refugiado en la zona de Galitzia bajo dominio austriaco, constituyó un elemento más en la rivalidad que enfrentaba a Austria-Hungría y Rusia. La política de germanización desarrollada en la zona bajo dominio prusiano enrareció aún más el ambiente.
Al estallar la Gran Guerra los polacos, encuadrados en los ejércitos de las potencias ocupantes, lucharon entre sí. En 1917, tras la revolución bolchevique y la retirada de Rusia, ésta aceptó la autodeterminación de Polonia que se encontraba en esos momentos en casi su totalidad invadida por Alemania. Cuando ésta firmó el armisticio hubo de abandonar el territorio polaco creándose en 1919 la República de Polonia, soberana e independiente tras más de un siglo de dominación extranjera. El estallido de la II Guerra Mundial condujo a una nueva invasión del país por los alemanes que la mantuvieron en sus manos durante casi todo el conflicto.
En el preámbulo de la Gran Guerra Polonia constituía pues un elemento de fricción más entre las grandes potencias, muy especialmente entre Rusia y Austria-Hungría.
El contencioso franco-alemán de Alsacia y Lorena
En 1871, por la Paz de Versalles, y tras la derrota sufrida frente a Prusia (Sedán y Metz), Francia hubo de ceder a ésta los territorios de Alsacia y Lorena, que estaban bajo su soberanía desde 1648. Desde entonces un sentimiento reivindicativo y revanchista, atizado por problemas derivados de la expansión imperialista, ensombreció las relaciones franco-alemanas.
Bismarck intentó aislar a Francia a través de la acción diplomática, mientras que ésta recurrió a alianzas con otros estados para contrarrestar la estrategia alemana.
El nacionalismo francés se alimentó de organizaciones como la “Défense de L’Alsace-Lorraine”, que hicieron ostentación de un profundo sentimiento anti-germano, de fácil justificación, por cuanto los alemanes pusieron en práctica una agresiva política degermanización lingüística y cultural en ambos territorios.
En 1918, una vez finalizada la Gran Guerra, Alsacia y Lorena volvieron a Francia para caer de nuevo en manos alemanas durante la II Guerra Mundial. Al término de ésta fueron reintegradas definitivamente a Francia.
El nacionalismo radical
El nacionalismo atribuye entidad y singularidad propias a un territorio y a sus ciudadanos, y sobre él se asientan aspiraciones políticas de carácter muy diverso. En ese proceso nacieron en el siglo XIX dos estados que jugarían un papel fundamental en la historia de Europa: Alemania e Italia. Al tiempo que esto acontecía, tenían lugar procesos de signo inverso que supusieron la disgregación de viejas entidades estatales en beneficio de otras nuevas. Fue el caso de la Turquía otomana, imperio que a finales del siglo XIX estaba en plena descomposición, parte de la cual se desarrollaba en el área de los Balcanes.
La guerra franco-prusiana (1870), puso los territorios franceses de Alsacia y Lorena en manos de los alemanes. Desde entonces nacionalismo francés no cesó de alentar el desquite y el rescate de dichos territorios.
Un tercer escenario de fricción nacionalista lo formaron los imperios coloniales, cuyas disensiones alentaron fuertes tensiones internacionales que propiciaron la formación de alianzas militares y la carrera de armamentos.
La carrera de armamentos:
El agudizamiento de las tensiones internacionales derivadas de las rivalidades económicas y coloniales así como del el auge del nacionalismo intransigente condujeron a una escalada en la producción de armamentos.
Los estados incrementaron sus gastos militares e incorporaron a sus ingenios las novedades tecnológicas de la Segunda Revolución Industrial.
Europa se deslizaba por la senda de la guerra. Este período de tensiones internacionales ha recibido el nombre de "Paz Armada": "paz", porque todavía no ha estallado el conflicto, "armada" porque se prepara para él.
Los gobiernos consideraban que la guerra era inevitable y trataron de protegerse mediante alianzas, causando de esa forma los recelos y el reforzamiento militar de sus oponentes.
El Reino Unido incrementó sus gastos militares: los 44 millones de libras que invertía en 1899 se convirtieron en 77 millones en vísperas de la guerra.
Alemania, deseosa de construir una potente flota que pudiese competir con la británica, dio el salto de 90 millones anuales de marcos en 1899 a 400 millones entre 1910 y 1914.
Francia y las restantes potencias incrementaron igualmente el potencial de sus respectivos ejércitos.
La carrera de armamentos fue fruto de esas tensiones, pero al tiempo contribuyó a agravarlas. Los gobiernos, valiéndose del uso de la propaganda, alentaron el nacionalismo y el miedo a fin de hacer sentir a la opinión pública que su país se encontraba en peligro frente a la hostilidad enemiga.
Poco pudieron hacer las fuerzas partidarias de la paz llamando a la sensatez y reclamando un sistema de arbitraje internacional que atenuara la tensión. En la Haya se celebraron en 1899 y 1907 dos conferencias con el objetivo de frenar la carrera armamentística.
Ambas terminaron en fracaso y simplemente consiguieron resultados parciales, como la creación del Tribunal Internacional de Arbitraje de la Haya y algunos acuerdos concretos sobre el trato a los prisioneros de guerra, que constituyeron el precedente de las convenciones sobre el reconocimiento de los derechos humanos.
La izquierda europea en general y la Segunda Internacional en particular se significaron por su oposición a la política belicista. Se alzaron voces como la de Jean Jaurés o se elaboraron manifiestos como el de Zimmerwald (1915) invocando contra la guerra y abogando por el entendimiento.
No obstante, hubo sectores, que encuadrados en el seno del revisionismo, alentaron la colaboración de los partidos de izquierda con la burguesía, lo que en cierta medida frenó las posturas más comprometidas con el pacifismo. Antepusieron su sentimiento nacionalista a las invocaciones a la paz mundial.
Incluso, en seno del socialismo más radical, hubo quienes vieron en la guerra un mal útil, pues contribuiría a acelerar las contradicciones del capitalismo y posibilitaría la vía directa y rápida hacia la revolución.
Sea como fuere, las tesis nacionalistas alentadas por sectores militaristas se impusieron a las tesis pacifistas que fracasaron en sus esfuerzos por evitar el conflicto o ponerle fin, una vez comenzado
ALIANZAS MILITARES
LA TRIPLE ALIANZA:
Se formó en 1882 promovida por el canciller alemán Bismarck. Estuvo constituida por Alemania, Austria-Hungría e Italia. Sin embargo esta última no cumplió sus compromisos cuando estalló la guerra y en principio se mantuvo neutral hasta intervenir más tarde como miembro del bando contrario.
A lo largo del conflicto nuevas potencias se adhirieron a este bloque: Turquía y Bulgaria.
LA TRIPLE ENTENTE:
Se creó en 1907 y sus integrantes fueron Francia, Gran Bretaña y Rusia, a las que se añadió más tarde Serbia. Se conoce también con el nombre de los “aliados”. Los precedentes de esta liga hay que buscarlos en la “Entente Cordiale” de Francia y Reino Unido, instituida en 1904.
Durante el conflicto se incorporaron Bélgica; Japón aspirante a arrebatar a Alemania
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