Pulsiones nerviosas de un orden craquelado: desafíos, caballerosidad y esfera política

1. Resumen

Pulsiones nerviosas de un orden craquelado: desafíos, caballerosidad y esfera política

(Perú, 1883-1960)

El duelo era un proceso exclusivo entre hombres de los sectores altos de la sociedad peruana que consistía básicamente en el enfrentamiento de dos “caballeros”, su objetivo era terminar con la cuestión del honor, al que tanto aspiraban; utilizaban el “Código del marqués de Cabriñana” como un documento para reglamentar dichos enfrentamientos, también se caracterizaba porque tenían que ir acompañados por padrinos. Esta práctica era un tema muy controversial en aquellas épocas, inclusive fue un tema de debate en el gobierno, porque su práctica traía consecuencias no solo personales sino sociales; como en el caso del desafío entre Arturo Campo y Guillermo Porras, que llevo a este último a la muerte. A pesar que esta práctica sea sancionada por una serie de artículos que contenía el Código Penal peruano de 1924, los primeros en infringir esta ley eran los políticos; sin embargo, era una práctica tolerada incluso por algunas instituciones del Estado. La práctica del duelo o lance de honor negaba el acceso a las personas de los debates razonados, la comunicación, el pensamiento libre, ya que todo toda opinión, información o argumento se convertía en una “cuestión de honor” el negación a los debates y a la opinión libre, las personas no practicaban la comunicación y se retaban a duelos “por su honor” a pesar que la ley y la iglesia se oponían muchos políticos se vieron envueltos en este tipo de practica, Los debates razonados, incluso dentro de la propia elite, estaban en riesgo de ser constantemente interrumpidos, pues todo argumento, información u opinión podía convertirse en una cuestión de”honor” Los episodios narrados indican que el recurso del duelo bloqueaba la comunicación dentro de la elite Se puede entonces suponer la existencia de una íntima conexión entre el duelo y/o lance de honor y el silenciamiento de la opiniónDesde ese punto de vista, tan censurable era Manuel González Prada como Pedro Beltrán, Hildebrando Castro Pozo o Manuel Seoane, es decir, todos aquellos que por opción política o individual, por convicción religiosa o por imperativo legal, manifestaban su desacato al «código» caballeresco Tanto Seoane como José Carlos Mariátegui experimentaron de qué manera este medio de silenciamiento sirvió para acallar las críticas a las instituciones y convertirlas en ofensas que debían ser vengadas por un campeón designado por el ente colectivamente agraviado En los casos expuestos, se hace patente que el duelo servía en la esfera política ante todo para convertir una cuestión de opinión en una cuestión de honor

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