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Que Es La Democracia (Anibal Romero)


Enviado por   •  22 de Enero de 2014  •  2.435 Palabras (10 Páginas)  •  979 Visitas

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Aníbal Romero, 1990

Si bien es cierto que el término "democracia" ha experimentado en nuestro siglo XX lo que bien pudiese llamarse un proceso de "degradación por el uso", debido a que ha sido adoptado prácticamente por todas las ideologías y tendencias políticas; si bien —repetimos— esto es cierto, no lo es menos que la falsificación de la democracia no debe ocultarnos su verdadero rostro, fácilmente reconocible cuando se le contempla sin prejuicios.

La democracia corresponde a una realidad política que incluye, con variado énfasis, un conjunto de rasgos interconectados: derechos semejantes para los ciudadanos; libertad de expresión, de organización y oposición política; elecciones libres y limpias para decidir quién va a gobernar; plazos definidos y limitados de gobierno; una lucha política no violenta; el imperio de leyes comunes para todos y de un poder judicial independiente; así como la existencia de fuerzas armadas y policíacas no politizadas, compro metidas con la nación y el sistema de libertades como tales, y no con un determinado partido político. La sociedad democrática posee a su vez una serie de características, que responden a los rasgos políticos citados: es pluralista; centrada en los derechos individuales; anti-conformista; descentralizada institucionalmente y en ocasiones territorialmente; innovativa; socialmente móvil; no-coercitiva; moderada tanto en la manera de actuar como en las creencias políticas de la mayoría; igualitaria en espíritu y en alguna medida también en la realidad; legalista; abierta; competitiva; respetuosa del ser humano, de su vida y aspiraciones; y respetuosa también del argumento racional en las disputas.

Desde la Atenas clásica a nuestros días, estos rasgos y características de la verdadera democracia, que desde luego se dan con intensidad cambiante en la realidad, han permanecido esencialmente inmutables, como se desprende de la famosa "Oración Fúnebre" de Pericles, padre de la democracia ateniense, cuyos contenidos nos han sido transmitidos por Tucídides en su Historia de la Guerra del Peloponeso (escrita cuatro siglos antes de Cristo): para Pericles, la democracia implicaba igualdad en los derechos de los ciudadanos y en la justicia que se les aplica; respeto por la ley; honor al mérito sin disth1ción social; apertura de la ciudad (o del país) al mundo; y participación de los ciudadanos en los asuntos que atañen ala colectividad en su conjunto.

De manera, pues, que si bien son numerosos los que en nuestra convulsionada época han querido adueñarse de la democracia, no resulta tan difícil distinguir, por un lado, entre el rostro de la verdadera democracia, y por otro lado la faz desfigurada de muchas falsas "democracias", carentes de los rasgos y características mencionados, aún en su mínima expresión. Cabe señalar que esa verdadera democracia, que ha sido descrita en sus aspectos fundamentales, puede en nuestros días correctamente ser llamada "liberal", en el sentido básico de que su eje clave, su médula espinal en lo político, combina el poder del pueblo para elegir a sus gobernantes con la limitación del poder del gobierno, atendiendo ala necesidad de proteger una esfera inviolable para la libertad de los individuos, ya garantizar que gobiernen las leyes y no los hombres. Puede hablarse también de democracia constitucional, que —en palabras de John Stuart Mill— se deriva de la premisa según la cual "el que detenta el poder político va a abusar del mismo para su propio beneficio; no porque esto siempre ocurra así (puede haber excepciones), sino porque ésa es la tendencia natural de las cosas. Por ello todo poder debe tener límites, y las leyes e instituciones democráticas deben proteger la libertad"

En una verdadera democracia, el gobierno sirve al pueblo, y no el pueblo al gobierno, los gobernantes no se auto-imponen para su propio beneficio, y la gente común y corriente puede expresarse con libertad y competir por el poder político, lo que a su vez exige que los que detentan el poder no puedan impedir que se les critique, que las acciones del gobierno estén sujetas a leyes y reglas conocidas y aplicadas imparcialmente, y que no existan discriminaciones injustificables. La Constitución venezolana de 1961 establece claramente estos principios, y el gobierno de nuestro país, de acuerdo a ese texto fundamental, es escogido por voluntad popular, está sometido a leyes que no le es dado cambiar a su antojo sino a través de procedimientos democráticos, y no puede discriminar a nadie por razones de raza, sexo, credo, o condición social.

La democracia, ha dicho un autor norteamericano, es "la política de la coerción mínima y de la lucha moderada". La razón por la cual casi todas las tendencias políticas intentan apropiarse el término tiene que ver con una cuestión de legitimidad, con la respuesta a la pregunta: ¿qué les concede a los que gobiernan el derecho a hacerlo? , o, puesto de otra manera: ¿por qué están allí? ,y la respuesta democrática es que están allí por voluntad del pueblo. Esta es, en nuestro tiempo, la suprema fuente de legitimidad, y no el presunto "derecho divino" de los reyes, o la extracción social, o la supuesta superioridad intelectual. Estos últimos principios ya no otorgan legitimidad para el mando, y aún los regímenes autoritarios alegan ser "democráticos", pues carecen de un principio de legitimidad ampliamente aceptado. De allí que los partidos comunistas, que gobernaban o todavía gobiernan de forma autoritaria en diversas naciones, usurpando la voluntad democrática del pueblo, sostienen sin embargo que ellos "encarnan" esa voluntad, fuente insustituible de legitimidad política.

Cabe precisar aún más los principales rasgos y peculiaridades de un sistema político y una sociedad verdaderamente democráticas:

• Soberanía popular: el primer y crucial principio de la democracia es el de la soberanía popular, es decir, la idea de que la raíz última del poder político reside en cada persona y en todo el pueblo.

• La libertad: la democracia requiere que cada individuo tenga la libertad para formular y buscar sus propios objetivos, y esa libertad exige la ausencia de injustificables restricciones externas, así como el más amplio rango de oportunidades posible. La libertad, por supuesto, no puede ser absoluta, pues se convierte en anarquía, y el ejercicio de la libertad de cada persona debe ser compatible con los derechos y la seguridad de los demás. No obstante, las restricciones a la libertad deben ser las menores posibles.

• La igualdad política: la democracia se sustenta en la igualdad de derechos políticos de los ciudadanos, y

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