Realiza Un Control De Lectura Explicando Las Características Y Aportes De La Sociedad Europea Del Siglo XIX En El ámbito Científico Y Cultural.
lummerc22 de Noviembre de 2013
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Los habitantes de la sociedad y el proletariado en el siglo XIX tenían características que los identificaban entre ellos como:
Estaban centrados en las grandes ciudades, donde se encontraban las industrias, aquí existía claramente una diferencia entre las clases trabajadoras entre los agrarios por su forma de vida e intereses.
Padecían duras condiciones de trabajo (larga jornada laboral, falta de higiene) e inseguridad (paro, inexistencia de seguro médico, de desempleo o jubilación). La concienciación de su precaria situación los condujo a la protesta y la reivindicación organizadas, pero también a la alienación y la desesperanza: algunos se sumieron en el alcoholismo, el juego o la delincuencia.
Al carecer de propiedades, se veían obligados a vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario. Pero también tenían diferencias:
Unos pertenecían a la industria fabril (en alza frente a la artesanal) y su número no dejó de crecer. Su escasa cualificación los hizo fácilmente intercambiables en las diversas tareas de producción.
Otros trabajaban en el sector servicios (doméstico, vendedores ambulantes, etc.).Abundaban los niños y las mujeres, peor considerados y remunerados que los adultos varones Persistieron los viejos oficios artesanos, en retroceso con respecto a la industria moderna: zapateros, sastres, herreros, etc. A menudo eran los trabajadores con un mayor grado de especialización y formación, de sus filas surgieron las primeras protestas y reivindicaciones obreras.
En la escala inferior del proletariado, junto con niños y mujeres, hay que hacer mención a los inmigrantes, alienados por partida doble por su condición de trabajadores y extranjeros. Durante el siglo XIX las estructuras agrarias se mantuvieron con fuerza a pesar del proceso de urbanización.
Los campesinos siguieron constituyendo la mayor parte de la población. Continuaron inmersos en la tradición, el inmovilismo, las creencias religiosas y el rechazo a las nuevas ideas políticas, ya fuese el liberalismo o el socialismo. También se resistieron a las nuevas prácticas económicas.
Eso sin embargo, no impidió su asimilación a las nuevas formas capitalistas de producción y su conversión en obreros asalariados rurales. Desaparecieron los vínculos legales que los había atado a sus señores (servidumbre), algo que aconteció en algunos países muy tardíamente (1861 en Rusia).
Sus condiciones de vida no mejoraron y generaron un constante flujo migratorio a las ciudades industriales, donde fueron transformados en mano de obra sin cualificar, mal remunerado, y víctimas del hacinamiento urbanístico. En algunos casos esa emigración se hizo hacia países extranjeros y constituyó un acontecimiento masivo, como el protagonizado por los irlandeses hacia Inglaterra y Estados Unidos (que se prolongó hasta bien entrado el siglo XX) o los polacos que viajaron a Alemania.
Se creó una nueva cultura, con valores y formas de vida, de relacionarse y manifestarse.
La burguesía fue la impulsora y la protagonista del siglo XIX. La cultura burguesa otorgó mucha importancia a la familia y a la vida en el hogar. También desarrolló una intensa vida social e interpuso una distancia cada vez mayor entre ella y las clases inferiores.
La vida familiar: la familia y la casa
La familia se convirtió en la base en la base en la que se fundamentaba la sociedad burguesa, la institución que garantizaba la unidad y la permanencia de la propiedad. Era considerada la clave para la felicidad de los individuos. La defensa para la unidad familiar fue unos de los objetivos prioritarios de la burguesía, para así conservase y consolidarse como clase social.
Los hijos varones se convirtieron en el centro de la familia burguesa. El hijo era el porvenir de las familias, el heredero y por tanto, objeto de especial cuidado afectivo y educativo.
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