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La sociedad chilena en el siglo XIX: análisis reflexivo


Enviado por   •  4 de Septiembre de 2013  •  Documentos de Investigación  •  1.902 Palabras (8 Páginas)  •  550 Visitas

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La sociedad chilena en el siglo XIX: análisis reflexivo

No es menos sabido que desde tiempos inmemoriales las grandes elites de la sociedad siempre han sido, digámoslo de alguna forma, la clase social más poderosa dentro de la pirámide. Esto no se considera una excepción para el Chile del siglo XIX, en donde las elites, las cuales habitaban en la ciudad, concentraban todo el poder económico y político dentro de la sociedad. Las clases sociales poderosas representaban un tipo de modelo ejemplar, un modelo moral basado en morales católicas y en donde la familia era considerada fundamental para el desarrollo de la población. La familia fue uno de los conceptos más acuñados por las elites, en el sentido de que para ellos la familia representaba la cuna de la educación y de las relaciones entre los padres y sus hijos. En ella, cada uno de los integrantes tenía una función específica que cumplir. En el modelo tradicional de familia existía fuertemente una visión patriarcal, en donde la figura paterna era fuertemente considerada como el sostenedor del hogar, el proveedor, el hombre fuerte que trae el pan a la casa y merece respeto. Por otra parte, la figura de la madre representaba a una mujer sumisa que no tenía más labor que quedarse en la casa y cuidar a los niños, era algo inimaginable que una mujer de clase social alta tuviera que trabajar para mantener a la familia. “Existió un sistema familiar patriarcal, caracterizado por la existencia de modelos de comportamiento social para los individuos” (Brito, 2005:109)

En un opuesto bien marcado encontramos a la familia popular, esa que se caracteriza por representar todo lo que las familias tradicionales aborrecen y por lo que quieren acabar. Esto se debe a que en el imaginario colectivo de la sociedad popular no existían las claras imágenes de constitución familiar que tenía la elite, lo cual desemboco obviamente en una mirada negativa por parte de la elite hacia las clases populares. En las familias populares no siempre existía una figura paterna y otra materna. Generalmente existían más madres solteras que padres solteros, siendo estas las que siempre sacaron la cara por salir adelante y ser el sustento de la familia. También las familias obreras, las cuales habitaban generalmente en pequeños espacios con condiciones totalmente precarias y en donde no existía una mayor regulación por solucionar los problemas de salubridad por parte de las autoridades. En general, las familias populares carecían de aquello que las familias tradicionales tenían por montón, condiciones básicas de vida. El hacinamiento entre las familias populares era un problema gravísimo para las más tradicionales ya que según estas afirmaban que el que una familia conviviera junta en una misma habitación podría llevar a las más altas promiscuidades. Siempre las familias tradicionales se caracterizaron por su gran afán moralista (obviamente religioso) y como este tenía que influir en la vida de todas las familias de la sociedad chilena. Al ver el horror que les causaba el comportamiento de las familias populares no les quedaba otro remedio que educar a la población, educar al pueblo, pero educarlo bajo el alero de la religión católica y bajo las enseñanzas de los dogmas de esta religión. Es por esto que se hizo necesario trasladar a la mayor cantidad de habitantes del campesinado hacia la ciudad, para así poder realizar su labor educativa. Más que nada fue para que así la elite pudiera saber cómo es que vivía la familia popular, como se comportaba el hombre y la mujer popular, siendo ella la que toma también un rol protagónico en el siglo XIX. Se puede apreciar que la mujer soltera del mundo popular nunca fue una mujer de tipo sumisa que se quedara sin hacer nada con su vida y la de sus hijos. Ya el hecho de no existir un padre proveedor la hace tomas las riendas y trabajar, es con esto que surgen las mujeres arranchadas. Las mujeres en esa época al ser mujeres solas pobres y con necesidad de alimentar a sus hijos eran beneficiados con espacio (terreno de campo) que la permitía asentarse y criar animales, cultivar, entre otras actividades. Estos terrenos fueron denominados ranchos (ahí el porqué de mujeres arranchadas) y fueron destino de la mayoría de los peones que iban a disfrutar después de una jornada de trabajo. Esto se debió ya que las otras actividades, como la textil, no presentaba mayor subsistencia para estas madres solteras lo cual las llevo a hacer de sus ranchos lugares de interacción entre los peones y las señoritas del lugar. En estos lugares no se practicaba la prostitución ya que no existía un intercambio monetario por mantener relaciones sexuales con las señoritas del lugar. Obviamente estos lugares eran mirados con mala cara por parte de la elite chilena, lo cual encontraban que era una aberración catalogándolos de lugares indignos y con condiciones de salubridad no muy buenas. En realidad, el siglo XIX se caracterizó por las malas condiciones de vida que presentaban los sectores populares, tanto así que con el tiempo la mala salubridad de la época llevo a un montón de enfermedades mortales, dejando a un gran número de la población enferma y un número no menor de fallecidos. Por las razones mencionadas anteriormente es que los ranchos tuvieron que transformarse en lo que después se les denomino conventillos.

“El conventillo fue concebido como la soluci6n urbanística para el problema de 10s pobres desalojados de 10s ranchos, que a1 mismo tiempo mantenía la especulaci6n con el suelo urbano Los ranchos, en general autoconstruidos, a pesar de su precariedad

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