Reconciliación, Un Lenguaje Necesario

Las sociedades que han transitado por algún conflicto violento o han sufrido las consecuencias de un prolongado régimen autoritario o totalitario se enfrentan, dejando como resultado un trayecto marcado de violaciones de derechos humanos cuyas víctimas solo esperan justicia.

Nelson Mandela destacó en estos aspectos. Su contribución con el pueblo sudafricano marcó la historia de su nación. Fue considerado el “Patriarca de Sudáfrica”, liberó a Sudáfrica de las cadenas del apartheid hasta llevarla a una democracia multirracial, convirtiéndose en el camino en un icono de la lucha por la justicia en todo el mundo. Al momento de convertirse en presidente dijo: "El tiempo de sanar las heridas ha llegado. El momento de cruzar los abismos que nos dividen ha llegado"

Precisamente, para que una sociedad dé un paso adelante después del caos es necesario que se permitan sanar sus heridas y aprender del pasado, para no repetir los mismos errores en el futuro. Tal como lo hizo “Madiba” con la creación de la Comisión para la Verdad y la Reconciliación, en el cual se proponía que unos y otros relatasen en público sus experiencias y participaciones en hechos violentos, lo que les concedía la amnistía a algunos involucrados.

Esto, no sería posible sin establecer, de forma objetiva, lo que realmente sucedió y sin comprender los motivos que llevaron a cada persona e institución a actuar del modo en que lo hicieron. Dejar pasar el tiempo puede ser útil en ciertas circunstancias; sin embargo, no se cicatrizarán heridas. A mediano o largo plazo el reclamo de verdad y justicia vuelve a tomar el centro de las discusiones y, en ocasiones, podrían hacerlo retornando a la violencia.

Entonces, ¿Es posible iniciar la construcción de un paradigma de desarrollo humano sustentable en sociedades lesionadas por profundas heridas y divisiones heredadas de regímenes violentos?

La respuesta es positiva, aunque condicionada a que se alcance un nuevo pacto de convivencia para la reconciliación nacional, lo que supone, a su vez, un complejo proceso psicosocial y la puesta en vigor de disposiciones legales e institucionales dirigidas a alcanzar ese fin. En este sentido, el compromiso democrático se orienta a buscar soluciones a las causas del conflicto, mientras que la reconciliación se dirige a las relaciones entre los que deben implementar las soluciones (Estado, políticos y población).

Personalmente, creo en el perdón como el motor de la historia. Gracias a él, todo un país emprendió conjuntamente el camino de la reconciliación y logró cambiar el rumbo de los acontecimientos. Lo ocurrido en Sudáfrica revela que algunas utopías aún son posibles.

Una efectiva reconciliación es la mejor garantía de que la violencia del pasado no volverá.

...