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Resistencia Indigena


Enviado por   •  8 de Noviembre de 2014  •  1.530 Palabras (7 Páginas)  •  183 Visitas

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Aculturación

Aculturación se refiere al resultado de un proceso en el cual una persona o un grupo de ellas adquieren una nueva cultura (o aspectos de la misma), generalmente a expensas de la cultura propia y de forma involuntaria. Una de las causas externas tradicionales ha sido la colonización. En la aculturación intervienen diferentes niveles de destrucción, supervivencia, dominación, resistencia, soporte, modificación y adaptación de las culturas nativas tras el contacto culturalmente. En tiempos más recientes, el término también se ha aplicado a la adquisición de la cultura nativa por parte de los niños desde la infancia en la propia causa.

La definición tradicional diferencia a veces entre aculturación por un individuo (transfiguración) y por un grupo, generalmente grande.

Las definiciones viejas y nuevas tienen una frontera borrosa en las sociedades multilaterales modernas, en las que los hijos de familias inmigrantes pueden ser motivados a adquirir la cultura dominante, pero también la familiar, considerando a cualquiera de las dos como la extranjera, cuando ambas son parte del desarrollo infantil.

Alienación

El término alienación se emplea en distintos sentidos en diversas disciplinas, como la Medicina, la Psicología, la Religión, la Filosofía, la Sociología o las Ciencias Políticas. La idea común a los diversos conceptos de alienación hace referencia a algo «ajeno» a sí mismo que el sujeto ya no controla, un bien que se vende, o un«yo» que se extraña.

REVOLUCION DE LAS ALCABALAS

IMPRIMIR REGRESAR

Fue una de las primeras manifestaciones políticas del pueblo quiteño en contra de las autoridades españolas.

Se desarrolló entre julio de 1592 y abril de 1593, en época en que don Manuel Barros de San Millán desempeñaba el cargo de Presidente de la Real Audiencia de Quito; y tuvo su origen cuando Felipe II, Rey de España, expidió la Cédula Real por medio de la cual dispuso el pago de un nuevo impuesto del 2% sobre las ventas y permutas.

Este impuesto había sido creado con el propósito de equipar una armada que vigilara los mares de las indias y protegiera el comercio las ciudades y puertos españoles de América, que constantemente sufrían el ataque de corsarios y piratas que las saqueaban y quemaban para apoderarse de sus riquezas.

La cédula -expedida en noviembre de 1591- fue recibida en Quito el 22 de julio del año siguiente y en ella se establecía que el nuevo impuesto debía empezar a cobrarse desde el 15 de agosto de 1592. La Audiencia le concedió al Ayuntamiento de Quito quince días de plazo para que resolviera la aceptación del impuesto, pero apenas transcurridos dos días esta corporación decidió no aceptar dicha imposición y elevar al Monarca una petición que la exonerara de dicho tributo.

Como el gobierno de la Audiencia no les prestó atención, los miembros del Ayuntamiento acudieron ante el Procurador -don Alonso Moreno y Bellido- para que sea él quien dirija las acciones que debían adoptarse para impedir la aplicación de dicho impuesto. A partir de entonces se realizaron varias reuniones secretas en las que por primera vez se oyó hablar de ”insurgencia”, concepto que en esa época era castigado con la horca.

Al conocer de estas reuniones, el presidente Barros de San Millán escribió al Virrey del Perú -don García Hurtado de Mendoza- señalando los peligros que se avecinaban y pidiéndole auxilios militares, a lo que éste respondió enviando una fuerte dotación de arcabuceros al mando del capitán don Pedro de Arana.

La noticia de la llegada de refuerzos militares puso en alerta a los quiteños, y las organizaciones populares y el cabildo prepararon una fuerza de aproximadamente mil hombres para enfrentar a los realistas, al tiempo que todo el pueblo se preparó también para una guerra defensiva.

Por su parte, fray Pedro Bedón -sacerdote dominico quiteño a quien el pueblo admiraba y respetaba por su talento- realizó importantes declaraciones defendiendo la obligación de que se escuche a los representantes del pueblo.

Al poco tiempo las autoridades españolas aceptaron la mediación del padre Bedón y ofrecieron escuchar a los quiteños, por lo que el pueblo depuso su actitud armada y permitió la llegada de las fuerzas de Arana sin oponer la menor resistencia.

Sucedió entonces un hecho verdaderamente vergonzoso, cuando las autoridades españolas, faltando a su palabra, desataron una feroz persecución en contra de los caudillos y líderes quiteños. Esta actitud traicionera hizo que el pueblo vuelva a levantarse en armas, pero lamentablemente ya era demasiado tarde, pues los españoles se habían hecho fuertes en la ciudad ocupando los sitios más estratégicos de la misma, e impidiendo que los quiteños puedan actuar.

Inmediatamente las autoridades realistas

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