Revolucion Industrial
margiza4 de Septiembre de 2011
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ÉPOCA DE REVOLUCIONES
Revolución industrial y sus impactos
¿En qué consistió la revolución industrial?
Debido al profundo impacto que provocó, la Revolución Industrial puede ser comparada con la revolución agrícola,
desarrollada en el Neolítico. Si hace diez mil años hombres y mujeres dejaron el nomadismo para cultivar la tierra y criar
animales, haciéndose sedentarios, hace solo doscientos cincuenta años que comenzaron a producir bienes en serie, en
grandes establecimientos mecanizados, a cambio de un salario. Si bien en la mayoría del planeta siguió predominando la
actividad agrícola, la Revolución Industrial generó un auge sin precedentes de la vida urbana, donde los establecimientos
industriales brillaron por su dinamismo, por su producción a gran escala y por reclutar a enormes contingentes de
trabajadores, muchos de ellos emigrados desde el campo. En adelante, la ciudad comenzó a ser vista como símbolo de
progreso y civilización.
La Revolución Industrial es el proceso por el cual un país transforma su modo de producción económica, pasando del
modo artesanal, que se caracteriza por una producción limitada al ámbito local o regional apoyada en la fuerza humana o
animal, a otro modo industrial, caracterizado por grandes volúmenes de producción impulsados por la fuerza motriz de las
máquinas. Se distinguen tres etapas en este proceso: la primera Revolución Industrial, iniciada entre los años 1760-80, se
caracterizó por los inventos que utilizaron el vapor como fuente de energía, favoreciendo el crecimiento de la industria textil y
del hierro; la segunda Revolución Industrial, desarrollada hacia 1870, se basó en la utilización de la electricidad y el
petróleo como fuentes de energía; y la tercera Revolución Industrial, que comenzó hacia 1970 y que continúa en la
actualidad, se caracteriza por la velocidad de los avances informáticos y tecnológicos.
¿Cómo y dónde se originó?
La Revolución Industrial no respondió solo a factores económicos o tecnológicos, ni siquiera afectó puramente a las
ciudades, pues se trató de un fenómeno social que comprometió a todos los ámbitos de la vida cotidiana. Lo que se conoce
como “la acelerada vida moderna” nació sin duda con la Revolución Industrial. El ritmo acelerado de la economía y la
competencia de las grandes industrias originó una importante movilidad social: el hijo del artesano debía adquirir nuevas
habilidades y técnicas para poder ser artesano, o quizás dejaría de serlo y se emplearía en una gran fábrica, o acudiría al
llamado de otros empleos en otras regiones, en minas, puertos u obras públicas. De esta manera, la Revolución Industrial
transformó a las sociedades tradicionales, propiciando una cultura urbana, industrial y asalariada, en constante
movimiento. El comienzo de la Revolución Industrial no tiene una fecha determinada, se ubica entre las décadas de 1760 y
1790 y se originó en la isla de Gran Bretaña (actual Reino Unido) o Inglaterra, como resultado de la combinación de múltiples
factores, asegurándose una preponderancia económica y política incuestionada hasta 1914.
La revolución de las máquinas
Una de las características principales de la Revolución Industrial es que introdujo el maquinismo o uso generalizado de
máquinas en las actividades productivas. Los adelantos técnicos de esa época son muchos; sin embargo, el más
revolucionario es sin duda la invención de la máquina a vapor. Durante milenios, la principal fuente de energía usada por el
ser humano para trabajar era su propia fuerza y la de los animales. Ya en la Edad Media se empezó a utilizar el agua y el
viento, gracias al desarrollo de los molinos. Entre 1769 y 1788 el ingeniero James Watt creó las primeras máquinas a vapor.
Esta nueva forma de energía fue el eje sobre el cual funcionó la industria, al conseguir multiplicar el aporte de fuerza
reduciendo el gasto de energía. Inglaterra contaba con las materias primas fundamentales para el desarrollo de esta energía:
agua y carbón.
La locomotora a vapor (1829 George Stephenson) vino a ser la culminación de toda la revolución técnica y sus efectos se
hicieron sentir rápidamente en Gran Bretaña y, en poco tiempo, en todo el mundo. Elevado a la categoría de símbolo de la
modernidad y el progreso, el ferrocarril revolucionó la historia de los medios de transporte: era más rápido y con mayor
capacidad que cualquier otro medio terrestre; abarató los costos de transporte; generó la apertura de nuevos caminos,
aumentando los intercambios comerciales; reclutó a millares de trabajadores, muchos de ellos campesinos emigrados.
El ferrocarril generó un crecimiento del comercio y de las actividades económicas en general; los comerciantes y agricultores
podían transportar sus mercaderías en forma más segura, más rápida y más barata; las industrias podían abastecerse de
mejor manera de sus materias primas y las personas podían desplazarse a nuevas regiones en busca de trabajo. En las
últimas décadas del siglo XIX se desarrolló el uso de la electricidad y del petróleo como fuentes de energía, lo que impactó
directamente en el sistema de transportes y comunicaciones.
El capitalismo se consolida
La consecuencia más notable de los nuevos modos de producción industrial a nivel económico, fue la acumulación de
riquezas, ya que las máquinas permitían obtener ganancias que antes eran inimaginables. Los grandes volúmenes de
producción, distribuidos por los nuevos medios de transporte y por nuevas rutas comerciales hacia consumidores situados en
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los más apartados rincones del mundo, provocó en Inglaterra el enriquecimiento inédito de una clase social compuesta por
los dueños de las fábricas, por los grandes comerciantes y por los banqueros.
La próspera situación de este sector social llevó a algunos pensadores a elaborar “recetas” económicas para el resto de los
países. Así, se fue configurando la ideología capitalista, que consideraba el predominio del capital como elemento de
producción y creador de riqueza. En 1776 el economista escocés Adam Smith, publicó un libro que estableció las bases
teóricas del capitalismo: La riqueza de las naciones. Este economista postulaba que solo el despliegue de la libre iniciativa
individual garantizaba el progreso económico. Esta doctrina, conocida también como liberalismo económico, sostiene que
las intervenciones del Estado en la economía distorsionan su marcha natural, basada en el libre juego entre la oferta y la
demanda, debiendo ser la empresa privada el principal agente económico en la sociedad. Esta teoría ha perdurado hasta
hoy, al punto de que varios países, entre otros Chile, tienen una economía “neoliberal”.
Fue en los siglos XVIII y XIX que este sistema económico se difundió por Europa occidental. Los países ricos del continente
impulsaron una política de internacionalización de la economía. Esto significó que hicieran préstamos a países recién
independizados, sobre todo en América Latina, y que invirtieran, en esos mismos países o en sus colonias de África y Asia,
en industrias proveedoras de materia prima barata. De esta manera se acrecentó el dominio de Europa sobre los países del
sur del mundo, pues si antes era un dominio político y militar, ahora la supremacía sería fundamentalmente económica.
Fenómeno demográfico
Uno de los fenómenos más importantes generados por la Revolución Industrial fue el crecimiento de la población a nivel
mundial. Los avances en la medicina y en la alimentación de la población, desde fines del siglo XVIII, dieron paso a una
situación demográfica característica de los tiempos modernos, esto es, alta natalidad, descenso de la mortalidad y aumento
de la población urbana.
Estimulados por la oferta laboral en las ciudades y minas, grandes contingentes de población rural se volcaron a trabajar en
estos masivos centros laborales. Desde entonces, la migración campo-ciudad es un fenómeno que puede encontrarse en
casi todas las sociedades modernas. Junto con las migraciones al interior de los países, hubo desplazamiento de individuos y
familias en el mundo entero, en busca de mejores ofertas laborales. Dentro de esta dinámica demográfica cambió también la
estructura de la población económicamente
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