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Ritos De Africa

chuy8824 de Noviembre de 2013

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AFRICA RITUALES Y MUERTE

http://busqueda.aol.com.mx/aol/search?where=web&query=RITUALES+Y+MUERTE+EN+AFRICA

http://cemca.org.mx/trace/TRACE_58/Barou_T58.pdf

La Muerte entre los pueblos ganaderos del suroeste de Angola y noroeste de Namibia

Entre los Ovambo el cadáver era colocado en la posición considerada como más apropiada para su enterramiento: las rodillas flexionadas delante del pecho y sobre éste los brazos cruzados. Cuando se trata de un propietario importante, es envuelto con una piel de de buey negra. Así sucede también entre los Nyaneka y Herero.

En general, el enterramiento tiene lugar a las pocas horas de la muerte. Entre los Handa y grupos emparentados, se espera cuatro días antes de proceder a la inhumación del cadáver.

Antes de transportar el cadáver se realiza un interrogatorio necromántico sobre dos asuntos: la designación del culpable de su muerte y el nombramiento del heredero principal. Una autoridad familiar formula estas preguntas al difunto. Éste responde con el movimiento de la percha sobre la que está suspendido el cadáver y que reposa sobre las espaldas de los porteadores. Estas mismas preguntas son repetidas en el cementerio. La primera pregunta se hace como confirmación del oráculo que anteriormente ha sido emitido por el adivino de la comunidad. La segunda, igualmente, se hace como confirmación a la resolución legal que ya ha sido tomada por un Consejo de Familia.

Entre los Ovambo, cada individuo tenía asignado un lugar en el recinto de la propiedad familiar, y según su mayor o menor autoridad era enterrado más o menos cerca del corral del ganado vacuno que tenía un carácter sagrado para ellos, al igual que para otros muchos pueblos ganaderos. Lo más habitual, actualmente, es ser enterrado en la parcela familiar de los cementerios de cada distrito. Sólamente, los kimbanda (medicos-adivinos) de renombre tienen el honor de ser enterrados fuera de las propiedades o de los cementerios. Se escoge generalmente para ellos la proximidad de un cruce de caminos, un lugar que esté protegido por la sombra de un gran árbol o de arbustos muy tupidos. Se cuelgan de las ramas los instrumentos del kimbanda. Antiguamente dos clases de personas eran pribadas de sepultura: los brujos(as) y los individuos muertos por causa del hambre.

El duelo por un difunto dura un número de dias proporcional con su categoría social. Entre los Nkhumbi, los funerales por una persona importante socialmente duran seis días. Desde el primer día del duelo, son abatidas una o varias cabezas de ganado que servirán de alimento para los numerosos miembros de la familia. De forma similar se hace entre los Obanbo y los Nyaneka. El consumo del ganado matado tiene ciertas restricciones. Así, por ejemplo, entre los Nkhumbi, no se toca la carne del primer animal sacrificado. En cuanto a los otros, la cabeza y las vísceras se reservan para los niños.

Entre los Herero, estos tabús son mucho más amplios. Para un gran propietario Kuvale, se mataban veinte bueyes. Los Himba, antiguamente, llegaban hasta un centenar. Pero ni los familiares del difunto ni los invitados podían comer de esta carne. Los Kuvale dicen que hay que tirarla a los perros y a los Vatwa (Khoisan). Parece que este sacrificio masivo indicaba el carácter sagrado de los animales que se destinaban a seguir a su dueño en la muerte, El antropólogo H. Vedder dejó constancia de cómo, los Herero del sur explicaban esta costumbre como el medio para que las almas de los bueyes acompañaran a su dueño en la otra vida. Los craneos de estos animales se colocaban sobre estacas clavadas cerca de la tumba.

El etnólogo alsaciano C. Estermann escribió en 1956 sobre lo que los Kwanyama le relataron en relación a los funerales de los reyes y altas jerarquías políticas tal y como se llevaban a cabo hasta el siglo XIX. Según estos relatos dos jóvenes eran enterradas vivas junto al cadáver del rey muerto: una para mantener el fuego y la otra para encender la pipa. Una de estas jóvenes era una esclava y la otra una joven del clan de los bueyes. Aún más antiguamente, dicen que una prmcesa de sangre real era acompañada en su tumba por el príncipe consorte. El duelo por estas personas duraba varias semanas y durante este tiempo estaba prohibido cualquier trabajo.

Después de la muerte de un hombre casado, propietario de una granja, las viudas continuaban viviendo en la misma casa durante algunos meses. La regla general establecía que ellas cultivaran los campos durante una estación. El producto de este trabajo se repartía entre ellas y el heredero principal del difunto. Terminada la cosecha, las viudas podían aceptar unas segundas nupcias, salvo en el caso en que ellas formaran parte de la herencia, costumbre que existe aún entre los Himba.

Ideas sobre la muerte en los Pueblos Ijaw e Ibo

Para las gentes de los Pueblos Ijaw e Igbo cada persona tiene dos almas: un alma eterna, llamada Teme para los Ijaw o Maw para los Ibo, y una segunda alma que proporciona la fuerza vital , Bio-Maw para los Ijaw y Nkpuruk-Obi para los Ibo, que muere con el cuerpo. El alma eterna deja el cuerpo con el último respiro y toma la forma de una sombra. Por esta razón se considera peligroso caminar por lugares en sombra, y usan a menudo espejos para que los espíritus malignos se golpeen contra "la imagen del alma" y no contra el alma real de un hombre vivo.

Los espíritus de los antepasados pueden proporcionar ayuda o desgracias a los vivos, según la ayuda o el abandono que éstos les den. En estos Pueblos, al igual que en otros muchos grupos étnicos de Africa, es fácil ver cómo antes de cada comida, algunas personas echan al suelo un poco de agua y de comida. Es la forma simbólica de decirles a los antepasados que se les tiene presentes y que se les alimenta. Esta costumbre adquiere mucha más complejidad para los dos Pueblos de los que hablamos. Cada ocho días , Fene Bene ,el jefe dará parte de la comida y de la bebida para los espíritus. Cada siete años se sacrifica una cabra y se rocía con su sangre las imágenes o pilares de arcilla que representan a los antepasados.

Las familias suelen contar con lugares determinados para orar o pedir ayuda a sus antepasados en casos de necesidad. Se considera una falta grave el hablar mal de los antepasados. Si una persona habla mal de un antepasado de otra familia y no se disculpa, ésta se desquita hablando mal contra los difuntos de dicha persona. Si el hombre se disculpa, deben realizar una ceremonia especial de expiación.

Al igual que sucede en vida, la sociedad de los difuntos está organizada de forma similar a la sociedad de los vivos. Hay un Jefe o Rey de los Espíritus, Nduen-Ama Yana-Gbaw para los Ijaw o Eze Ala Maw para los Ibo; un mensajero, Ffe para los Ijaw o Onwu para los Ibo, que trae la muerte a los vivos y un barquero, Asasaba, que lleva las almas de las personas buenas por el río de la muerte para ser reencarnadas en los árboles, animales u otros seres vivientes.

En cuanto a esta reencarnación, cada subgrupo étnico cree que se realiza de forma diferente. Por ejemplo, un Oratta Ibo bueno tomará la forma de una vaca, elefante o leopardo; un alma de Bakama buena se reencarnará en un árbol; en cambio, los Amuneke creen que sólo los espíritus malignos, las almas de aquellas personas que fueron malas en vida, se reencarnan en plantas.

Ceremonias.- Las ceremonias fúnebres varían según la importancia social del difunto y de la forma de muerte que tuvo, habiendo formas vergonzosas de morir para las que no se hace funeral alguno.

Entre los Kalabari, cuando muere una persona importante, sus familiares llevan su cuerpo a un lugar especial, Oto Kwbu, para lavarlo. Esta ceremonia conlleva la utilización de una olla especial, de agua especialmente preparada para este menester y telas que no deben tocar la terra. Una vez labado, las hermanas atan un Okuru alrededor de su cintura y sus esposas legales lo visten con telas especiales.

Luego, los hijos y hermanos llevan el cadáver a una cama en un local que contiene las urnas de sus antepasados, Wari Kubu. Los amigos muestran su respeto al difunto con lamentaciones y tocando tambores para avisar a los antepasados que pronto se les unirá el alma de difunto. Las esposas legales se sientan alrededor del cuerpo, en el orden en que se casaron, portando cada una un cuchillo con la hoja rota. Las hijas legales y hermanas se sientan, en orden de edad, en dos columnas a ambos lados del cadáver. Luego, la primera viuda y sus hijos ofrecen comida y bebida a los asistentes que seran consumidas entre las lamentaciones, toques de tambores y alabanzas al jefe

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