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SOCIOANÁLISIS E INTERVENCIÓN SOCIAL

15 de Mayo de 2014

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SOCIOANÁLISIS E INTERVENCIÓN SOCIAL

ESTRATEGIAS PARA INVESTIGAR E INTERVENIR EN COMUNIDADES E INSTITUCIÓNES.-

I.- Metodología de investigación, análisis diagnóstico e intervención social en instituciones y comunidades.

Eduardo A. Vizer & Helenice Carvalho.-

En este trabajo se presentan categorías para la construcción de un modelo teórico de análisis, articulado a una metodología empírica de investigación diagnóstica y para la intervención en comunidades y organizaciones. Los procesos sociales “objetivos”, los conflictos y los problemas son abordados con una metodología participativa en comunidades y organizaciones, apoyadas en técnicas sociocomunicacionales. Tomamos en consideración también hipótesis y conceptos correspondientes a una visión relativamente crítica sobre la teoría del capital social, así como una propuesta teórica a desarrollar sobre procesos de acomodación, asimilación y transformación ecológica de las comunidades a las condiciones materiales, sociales y cultural-simbólicas de la vida social bajo la noción de “cultivo social”.

Palabras clave: Investigación diagnóstica y participativa; intervención y cultivo social.

Toda sociedad humana asienta su supervivencia en la acción transformadora que ejercita sobre su ambiente, y en la producción de los recursos para su supervivencia. La propia complejidad de una sociedad –en tanto cualquier sociedad es compleja- se asienta en la variedad y la variabilidad (dos conceptos que deben ser claramente separados) de los recursos que desarrolla una sociedad. Variedad y variabilidad de las relaciones con el entorno físico; variedad y variabilidad del grupo humano; variedad y variabilidad de los propios recursos culturales: los conocimientos, la técnica, los lenguajes simbólicos, la adecuación de los paradigmas institucionalizados, etc. Desde la perspectiva teórica del capital social, se puede concebir a la naturaleza como un capital “natural” de recursos. Se puede considerar a la calidad de las organizaciones, a los procesos y a los vínculos sociales como un capital “social”. Se puede concebir al desarrollo de la potencialidad y las competencias de las personas como un capital “humano”; a los de la cultura como capital “simbólico”; y a la técnica –y el acceso a la tecnología- como un recurso o capital tanto instrumental como “estructural”. El desarrollo de una sociedad, podría ser concebido como una forma de expresión del capital global de esa sociedad (o bien de una comunidad particular). Y su “capital propio” como producto de su capacidad para la movilización de los recursos globales que un grupo humano cultiva en los diferentes dominios.

Podemos desarrollar una propuesta sobre líneas de análisis social que faciliten la exploración de los diferentes y múltiples recursos de los que dispone cualquier sociedad. Propongo distinguir entre diferentes entornos -o topologías-, dentro de los cuales un conjunto, o un colectivo humano, desarrolla capacidades y competencias para transformar elementos del (los) entorno(s) en los objetos y artefactos que le permitan “modelizar” –u organizar- diferentes estructuras, sistemas, o dominios institucionales necesarios para su supervivencia, por medio de actividades. Estas actividades cubren y reconstruyen permanentemente los diversos dominios de realidad de toda sociedad: desde las acciones instrumentales y técnicas concebidas como trabajo, a las de reproducción de las relaciones sociales e institucionales; desde la educación a la construcción y mantenimiento de la vivienda, desde las estructuras vinculares y el sexo, hasta las expresiones de la cultura, el arte y los procesos comunicativos. La diversidad de dominios pueden concebirse como ámbitos o dimensiones en la formación de las creencias, de las certidumbres y de los sentidos sobre lo que una comunidad "construye" su habitat físico, pero también simbólico e imaginario; sus relaciones con los procesos del trabajo, la producción y la reproducción social.

Desde la perspectiva de las ciencias sociales, el desarrollo de conocimientos sobre la realidad, puede concebirse como un pasaje de lo “concreto” a lo mas abstracto (así como desde la perspectiva de la intervención social, se produce un movimiento recursivo de vuelta y re-vuelta entre la abstracción y lo concreto, y viceversa). Desde el nivel de los hechos observables empíricamente, a “hechos” construídos o interpretados por un observador (observadores que pueden ser los propios actores sociales involucrados, cuando intentan comprender una situación, un conflicto que requiere capacidad de análisis y cierto nivel de abstracción). El proceso de comprensión se realiza estableciendo relaciones entre diferentes niveles de observación y de abstracción, generalmente a partir de lo que podemos llamar un 1er. nivel de lo simplemente observable, el que aún así depende del desarrollo adecuado de dispositivos de análisis e interpretación, o sea: creencias, certidumbres, técnicas, prácticas, hasta hipótesis. A éstos dispositivos podemos considerarlos como constructos o formaciones provenientes de la cultura –cultura como proceso colectivo que llamaríamos de 3er. nivel-, así como también dispositivos estructurantes de un 2° nivel (microsocial, personal e interpersonal, como en las situaciones de interacción social en la vida cotidiana). Un dispositivo puede considerarse como un conjunto de competencias, disposiciones y atributos desarrollados a lo largo de experiencias de vida y el proceso de socialización de los individuos en diferentes contextos de vida. En este sentido, entiendo por dispositivo un mecanismo de articulación de “informaciones” sobre el funcionamiento y las actividades intersubjetivas –podríamos decir transsubjetivas- entre los seres humanos, y como un proceso de 2° nivel, intermedio entre las abstracciones culturales, los procesos cognitivos y la "realidad cruda" de los hechos.

En la vida cotidiana, los individuos pueden actuar espontáneamente en tanto actores sociales, generando relaciones intersubjetivas. Estas a su vez se “construyen comunicativamente” a partir de tres funciones: a) la autorreferenciación, -o sea la re-presentación de sí mismo ante el Otro-; b) la interreferenciación –la mutua actividad de representación entre los actores, la inter-acción mutua-; y por último, c) la actividad de referenciación, -aquello de lo que los actores hablan, lo otro. Si nos posicionamos en la posición de observadores (científicos o no) e intentamos comprender el “sentido” de un hecho de interacción social, nos vemos obligados a recurrir a conosimientos (para un científico, a proposiciones e hipótesis) sobre la situación específica, sobre el contexto social, el mundo de la experiencia, etc. En otras palabras: comprender implica un mayor nivel de abstracción, que trasciende lo observado. Para comprender, nos vemos obligados a contextualizar (“to frame”, enmarcar) lo observado como información relacionada a experiencias, vivencias, conocimientos. En este sentido se puede afirmar que comprender implica procesos de segundo y de tercer nivel de abstracción (secundidad, y terceridad según la semiótica de Peirce). Los dispositivos de interpretación contextualizan y tipifican los hechos sociales según categorías de significación ya preestablecidas por la sociedad, la cultura o los medios de comunicación social: hecho público o privado, hecho político, económico, policial, etc. Los dispositivos en juego se complejizan y refinan exponencialmente, en función de la aceleración y complejización de los propios procesos de transformación social. Para usar la metáfora de las muñecas chinas –o de las babushkas rusas-, podemos decir que las muñecas se van reproduciendo una dentro de otra, en un juego dentro del cual nos hallamos implicados y del cual no vemos límites ni escapatoria posible.

La escuela institucionalista francesa, propuso con R. Lourau y G. Lapassade (1967,1971:17) el término analizador, y sugiere al análisis no como una actividad subjetiva, o como trabajo individual del pensamiento, sino en cambio considera "la noción de analizador como un dispositivo experimental, un intermediario entre el investigador y la realidad”. Para nuestros propósitos, es válida la observación que hace éste último sobre el desarrollo del análisis institucional “En la práctica del análisis institucional sólo se puede avanzar con la condición de ubicar dentro del campo del análisis, dispositivos que deben catalizar las significaciones y permitir cercar y luego analizar lo que justo hasta entonces estaba disperso y disimulado en el conjunto del sistema. La ubicación de los analizadores ya forma parte del análisis. Es el trabajo primero y principal de aquellos a los que en las ciencias humanas de hoy se llama analistas”. Y “El analizador construido en un campo institucional con fines de análisis es como un simulador, una institución que imita a la institución real". Proponemos la investigación-acción como un método de trabajo privilegiado para la aplicación y el desarrollo de dispositivos empíricos que articulen los procesos de análisis con la intervención participativa en el seno de la vida institucional, grupal y comunitaria.

Para articular investigaciones que crucen transversalmente diferentes dominios sociales e institucionales, la metáfora del holograma que propone E. Morin, es también una sugerencia que ayuda a superar –o al menos disminuir- el efecto de disociación tajante que comúnmente se establece entre los niveles de análisis macro y microsociales.

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